El editor de Comanegra Jordi Puig, confiesa que, profesionalmente, ha sido una de las cosas más emocionantes que le han pasado nunca: "Cuando seguimos hurgando en los documentos de censura y en el archivo del autor y encontramos aún más artículos y textos políticos censurados, todo ello adquirió una dimensión realmente feliz."
La antología más completa
El año 1966 Manuel de Pedrolo ya era un autor de amplia trayectoria, con decenas de títulos publicados en muchos de los ámbitos literarios que cultivó a lo largo de su vida: poesía, teatro, relato corto, novela… De hecho, solo un año antes había aparecido una de sus obras más populares, la novela policíaca Joc brut, bajo el sello de referencia de la literatura negra en Cataluña, Cua de palla. A Pedrolo las palabras le caían de la máquina de escribir: lo escribía todo, escribía de todo. Había, sin embargo, un género en el que aún no había incursionado: el ensayo político. Autor ampliamente querido por una extensa base de lectores, ni entonces ni después gozó del beneplácito de los círculos intelectuales. Tampoco de la censura franquista. En un caso similar al del cantautor Ovidi Montllor: ambos extremos lo miraban con recelo por hacer gala de unos principios inalterables y de piedra picada: la defensa sin fisuras de la lengua y la cultura catalana y de los Països Catalans. "Fue incómodo para el franquismo como después para los primeros gobiernos democráticos. Y eso se nota y nos debería hacer reflexionar, de hecho", confirma Puig.

Este ideario fue la piedra angular de Cartes de Catalunya, ensayo que en el verano de 1966 presentó a censura para obtener la autorización para su publicación. Se lo rechazaron. Los esbirros del dictador consideraron que el texto presentado por Pedrolo era "propaganda política con especial violencia" y que el autor tenía un "carácter definitivamente separatista". Obstinado como pocos, lo intentó dos veces más en los meses siguientes, cada una con un título diferente. La estratagema no funcionó. Esta vez sí, Pedrolo lo dejó correr y arrinconó el ensayo en un cajón de su abarrotado despacho, donde quedó olvidado hasta el día en que, rebuscando en el archivo del escritor en el Espai Pedrolo del Castell de Concabella, lo encontró el editor Jordi Puig. Fue uno de los días más felices de su vida.
Seis décadas después de que la censura franquista lo prohibiera, el primer ensayo político de Manuel de Pedrolo finalmente ve la luz bajo el título de Prosa de combat
Seis décadas después de que la censura franquista lo prohibiera, el primer ensayo político del autor del Mecanoscrit del segon origen finalmente ve la luz bajo el título Prosa de combat (obra que hoy llega a las librerías bajo el sello de Comanegra), una antología que suma a su índice otros artículos escritos durante las décadas de los 60 y 70 y que también habían permanecido inéditos por no haber sido aprobados por la censura. Junto a ellos, un buen puñado de columnas y artículos de opinión publicados originalmente en revistas y diarios como Serra d'Or, Canigó o Avui, pero que nunca habían sido recogidos en un libro. "Cuando seguimos hurgando en los documentos de censura y en el archivo del autor y encontramos aún más artículos y textos políticos censurados, todo ello adquirió una dimensión realmente feliz".

Con prólogo de la investigadora y crítica literaria Júlia Ojeda y epílogo de Teressa Ibars, historiadora que desde el pasado mes de enero está al frente de las tareas de ordenar y catalogar el archivo de Pedrolo, el gran valor de esta Prosa de combat es que, como indica Puig, nos ofrece "una imagen muy rica, muy compleja, de muchos años de pensamiento político de Pedrolo". Con textos que van desde mediados de los años 60 hasta los años 80, esta compilación nos desvela "una faceta importantísima del autor sin la cual no se entiende ni la recepción ni el peso que tuvo la cultura catalana durante aquellos años" y traza mejor que nunca la imagen de aquel Pedrolo que se perdió en los pasillos de la censura, así como de su evolución como ensayista político. "Creo que es la antología más completa en este sentido", concluye Puig, todavía disfrutando de la felicidad de su hallazgo.