Habréis visto que, cada vez más, aparece terminología inglesa en nombres de productos y rótulos. Pasa en catalán, en castellano, en francés, en italiano... Llegáis a un hotel y os dan un detallito, y veis que es un welcome pack. ¿Acaso no saben decirle detall de benvinguda (detalle de bienvenida)? ¿Por qué lo dicen en inglés si existe una expresión catalana?
¿Ejemplos? Por doquier. Una tienda de muebles ahora etiqueta el espacio donde se muestra el mobiliario como showroom, cuando hasta hace dos días todos lo llamaban, en catalán, exposició. En el mundo comercial y académico la gente aguarda el feedback de los clientes y de los docentes, que no es más que una resposta (respuesta). Quienes realizan inversiones en bolsa son brokers, cuando toda la vida se han llamado corredors. Las empresas hablan de un partner, cuando siempre lo hemos llamado col·laborador o soci. Un espacio compartido de trabajo es un coworking (¿nadie se ha planteado denominarlo cotreball (cotrabajo)?). No es preciso decir mail: basta correu (correo). En un grupo teatral ahora es necesario alguien que haga coaching, o sea, lo que toda la vida hemos dicho dirigir. Si alguien con panoja dice que tiene un coach particular, esto es un entrenador (si trabaja el cuerpo) o un psicòleg o assessor (si trabaja la gestión emocional). Si alguien considera que son trabajos distintos, que sepa que, en los equipos de baloncesto de la NBA, todos los periodistas de aquí hablan de entrenador, y el término original inglés es coach. Y así tantos otros: ponerse colorete en la cara tradicionalmente lo hemos llamado maquillar-se, pero ahora los hay que lo llaman mèicap (escrito make up). Y hace siglos que nos vestimos, y siempre hemos dicho vestir-se y vestit, pero recientemente hay quien lo llama àufit (escrito outfit).
¿A qué se debe esta debilidad por los anglicismos? Muy sencillo: permite realzarse social y económicamente. Un coutx o alguien que hace mèicap aparenta más que un entrenador o un maquillador, porque, diciéndolo con un nombre exótico, parecen trabajos más elaborados (pero son lo mismo). Y así tantos otros: en tiendas de ropa infantil os ofrecen la línea newborn... cuando son nounats (recién nacidos). El ejemplo más llamativo es el running y los runners. ¿Qué hacen? Lo que la gente normal designa con el vocablo córrer (correr). ¿Y por qué dicen el verbo inglés? Pues porque si alguien dice que va a córrer es lo más normal del mundo, pero si dice que fa ràning o que es ràner entonces parece más.
Un fenómeno extendido en el mundo comercial
Se hace lo mismo recurriendo a los idiomas que sea necesario. En catalán siempre hemos dicho cafè amb llet (café con leche), pero ahora solo puedes tomarte un macchiato, en italiano. También ocurre con el francés en el mundo vinícola o gastronómico: os pueden ofrecer vitxissuà (escrito vichyssoise), que no es más que una crema de porros (crema de puerros) con cebolla. El abuso de los anglicismos se explica igual: un cheese cake es más que un vulgar pastís de formatge (pastel de queso). (La cosa es tan esperpéntica que puede ocurrir lo siguiente, que es verídico: una persona pide un pastís de formatge, el dependiente dice que no sabe qué es, el cliente señala al pedazo de pastel de queso que hay en el mostrador y el camarero responde: "¡Ah, un txisquèic!".) Así que ya lo sabéis: si veis un nombre raro, es para hacerlo parecer más imponente. Y quienes siguen diciendo anglicismos, que sepan que un event siempre se ha dicho acte (acto), y cuando alguien emplea la etiqueta sínguel (single), las abuelas lo llamaban conco (solterón).
ón.