"How do you say 'thank you' in Catalan?", lanza al público Mo Chara. “Merci”, responde a la pregunta Móglaí Bap. “Eso es francés, idiota.” Kneecap actuó ayer en la sala Apolo dentro del ciclo Primavera a la Ciutat, traca final para los más valientes, resistentes y resilientes de un festival que, ahora sí, ha cerrado las puertas de una edición histórica, tanto por el número de asistentes como por el hito de haber tenido un cartel encabezado exclusivamente por mujeres, el trío de supernenas formado por Charli XCX, Sabrina Carpenter y Chappell Roan.
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Protestar no es terrorismo
Faltaban pocos minutos para que comenzara el concierto —la primera visita de Kneecap a Barcelona— cuando, mientras sonaba por megafonía The Rockafeller Skank de Fatboy Slim, desde uno de los balcones de la sala Apolo, dos tipos enmascarados con el inconfundible y ya icónico pasamontañas con la bandera irlandesa con el que DJ Próvaí siempre sale a escena colgaban una pancarta escrita en gaélico irlandés en la que se proclamaba que protestar no es terrorismo. Pocos instantes después, hacían lo mismo en el otro lado de la sala, esta vez con una pancarta con el mismo mensaje escrito en catalán.
La acción no es gratuita. Más allá de que el trío del oeste de Belfast —el barrio católico de la ciudad norirlandesa— es una de las bandas más políticamente comprometidas del momento, Mo Chara, uno de los integrantes de esta célula de rap contestatario que completan también el MC Móglaí Bap y el ya mencionado y misterioso DJ Próvaí, debe comparecer el 18 de junio ante el Tribunal de Westminster acusado de un delito de terrorismo por haber exhibido durante un concierto celebrado en Londres el pasado 21 de noviembre de 2024 una bandera en apoyo a Hezbolá, organización prohibida en el Reino Unido.



La mezcla en la pista era curiosa: irlandeses que se reían con todos los chistes que Kneecap lanzaba con su acento indescifrable; miembros de la CUP buscando el faro republicano que los conduzca a Ítaca; guiris que se apuntan a todo, y modernillos de Barcelona siempre atentos a la banda del momento
La pantalla situada al fondo del escenario alertaba de que en Gaza se está produciendo un genocidio con miles de muertos, muchos de ellos, muchísimos de ellos, civiles. “Free, free Palestine”, coreaba el público, mientras ondeaban banderas palestinas, irlandesas y esteladas. “Los irlandeses llevamos más de 400 años colonizados, pero siempre hemos estado en el lado correcto de la Historia.” La mezcla en la pista era curiosa: irlandeses que se reían con todos los chistes que Kneecap lanzaba con su acento indescifrable; miembros de la CUP buscando el faro republicano que los conduzca a Ítaca; guiris que se apuntan a todo, y modernillos de Barcelona siempre atentos a la banda del momento. Todos ellos compartiendo ese aire de resaca dibujado en la cara y piernas agotadas después de haber corrido la maratón del Primavera. “Bona nit, Barcelona. Bona nit, Catalunya”, dijo —ahora sí en catalán— Móglaí Bap. Y los gritos que se oían, ya menos intensos y en minoría, eran de “in-inde-independència”. No os preocupéis, gente. Nuestro día llegará. Y lo volveremos a hacer.
La revolución se hace divirtiéndonos
No hay nada que irrite más al opresor que tener que vernos divirtiéndonos. Nada lo saca más de quicio que comprobar que, pese a sus amenazas, seguimos defendiendo nuestro derecho a la fiesta. Porque la revolución no nos interesa si no podemos bailar. Y corear los temas de Kneecap —una banda convertida en fenómeno por ser un grupo de rap surgido del barrio católico de Belfast— es parte de esa fiesta. Un grupo que canta muchas de sus letras en gaélico irlandés, recuperando el interés entre los jóvenes por una lengua que parecía condenada a desaparecer. Un grupo de rap surgido del barrio católico de Belfast que canta letras tan políticamente comprometidas como cargadas de humor corrosivo, gritando el nihilismo de la juventud norirlandesa (a un lado y otro del muro que los separa).
No hay nada que fastidie más al opresor que tenga que ver cómo nos . No hay nada que lo saque más de quicio que tener que contemplar que a pesar de sus amenazas, seguimos defendiendo nuestro derecho a la fiesta. Porque la revolución no nos interesa si no podemos bailar. Y corear temas de Kneecap
Un grupo de rap surgido del barrio católico de Belfast que canta muchas de sus letras en gaélico irlandés, tan comprometidas políticamente como clamando con toneladas de humor corrosivo el nihilismo de la juventud norirlandesa (a un lado y otro del muro que los separa) que, además, ha sido inspiración de un biopic (protagonizado por ellos mismos) de título homónimo, una peli más que notable en algún punto entre The Commitments y Trainspotting, y con el apadrinaje y coprotagonismo de Michael Fassbender.



Por todo eso lo están petando. Por eso y porque tienen un carisma que no se lo acaban y un puñado de canciones, que ahora recuerdan a Beastie Boys, ahora suenan al hip hop que huele a fish and chips chamuscado de The Streets, con el poder acelerando y euforizante de las mejores polvaredas blancas.
No, protestar no es terrorismo. Como tampoco es terrorismo divertirnos contemplando cómo explota en la sala Apolo una bomba llena de ira denominada Kneecap
La revolución no nos interesa si no podemos bailar y reírnos del opresor (y también de nuestros héroes nacionales). Por eso esta noche de domingo a lunes (gracias señor que hoy es fiesta en Barcelona), aunque estuviéramos rotos y a pedazos nos hemos colado en medio del pit y hemos entonado a viva voz nuevos himnos republicanos como 3CAG, Guilty Conscience, THE RECAP, C.E.A.R.T.A, Get Your Brits Out o H.O.O.D. No, protestar no es terrorismo. Como tampoco es terrorismo divertirnos contemplando cómo explota en la sala Apolo una bomba llena de ira denominada Kneecap.