“Izena duen guztia, ba da (todo lo que tiene nombre existe), reza la canción de raíces populares, compuesta por Aranzazu Calleja e interpretada en euskera por Maite Arroitajauregi (aka Mursego), que cierra el metraje de Irati. No es casual, porque una de las voluntades más firmes del segundo largo de Paul Urkijo Alijo es reivindicar la mitología y las leyendas populares, y la transmisión oral o escrita de todas aquellas historias y todos aquellos personajes que han dado identidad, carácter y idiosincrasia a los pueblos. A su pueblo.

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Irati, mitología y leyendas populares vascas en pantalla grande

Situada en el siglo VIII, esta sensorial película de aventuras de inspiración clásica nos señala al cristianismo como una fuerza devastadora, enfrentada al islamismo y que ahoga cualquier creencia pagana. En aquel rincón de la península mandaban la naturaleza, el bosque, los montes, y presencias como Mari, diosa principal de la mitología vasca precristiana, que personaliza a la Madre Tierra y se esconde en el interior de una cueva. Es especialmente relevante que una de las obsesiones de Mari sea, justamente, la de no ser olvidada. Todo lo que tiene nombre existe. Y la nueva religión imperante destruye todo lo que se aparta de la cruz. También su recuerdo.

En este contexto, Irati comienza con un pasaje de la Batalla de Roncesvalles y nos presenta a un protagonista arraigado en la historia, y no tanto en la leyenda: Eneko Enekez, quien sería el primer rey del joven reino de Pamplona, y que en el film regresa al hogar para reclamar el título de Señor del Valle. Le juega en contra el peso del cristianismo contra la herejía del pacto que su propio padre llevó a cabo con la diosa Mari para derrotar al ejército de Carlomagno. Y también la alianza de su madre con los infieles sarracenos.

Un juego de tronos en toda regla para Eneko, un héroe frágil y contradictorio, profundamente humano, que deberá recuperar el cadáver perdido de su padre para apartar cualquier duda sobre su liderazgo

Un juego de tronos en toda regla para Eneko, un héroe frágil y contradictorio, profundamente humano, que deberá recuperar el cadáver perdido de su padre para apartar cualquier duda sobre su liderazgo. Para ello, contará con la ayuda de una misteriosa muchacha que vive en el bosque, encargada de guiarle por caminos y cuevas, evitando peligros y desafíos.

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Irati, el invierno llega a Roncesvalles

‘Euskalibur’: espada y brujería

Basado en el cómic El Ciclo de Irati, de Jon Muñoz Otaegi y Juan Luis Landa, mezclando hechos históricos y leyendas ancestrales, el largometraje de Paul Urkijo sorprende por varias razones: para empezar, por la firme, valiente e insólita apuesta por la pura aventura de capa y espada, fe que mueve montañas, cíclopes gigantes y brujería desatada. Aunque inspirada en el folclore autóctono, pura coherencia de un cineasta que debutó en la misma línea con Errementari (2017), podemos hablar también de referentes cinematográficos. Y es relativamente fácil pensar en un abanico de títulos que pueden conectar espiritualmente con Irati: de Legend o Conan, el Bárbaro a Excalibur (de hecho, como confesaba recientemente el cineasta, durante el rodaje, el equipo bautizó el film como Euskalibur) o, incluso, El Señor de los Anillos.

El largometraje de Paul Urkijo sorprende por varias razones: para empezar, por la firme, valiente e insólita apuesta por la pura aventura de capa y espada, fe que mueve montañas, cíclopes gigantes y brujería desatada

Irati

Y resulta relativamente complejo el aventurarse con un género como este, que pide falta absoluta de prejuicios en un entorno que probablemente lo mirará todo con cierta desconfianza, y que necesitaría de una seria inversión económica que, por supuesto, aquí brilla por su ausencia. Sin el dinero que reproducir la Edad Media en pantalla reclamaría en un país normal, Irati disfruta de un extraordinario trabajo de producción y fotografía, un deslumbrante aprovechamiento del paisaje alavés y de la luz, efectos especiales más que resultones y toneladas de talento visual y inventiva narrativa.

Irati disfruta de un extraordinario trabajo de producción y fotografía, un deslumbrante aprovechamiento del paisaje alavés y de la luz, efectos especiales más que resultones y toneladas de talento visual y inventiva narrativa

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Irati: Conan tal vez nació en Pamplona

Aparte de la solvencia de las (pocas) escenas de acción y batallas, es particularmente relevante el poderoso mensaje feminista y ecologista del relato. Ellas, la joven Irati (a la que da vida la debutante Edurne Azkarate, todo un hallazgo), la diosa Mari (interpretada por Itziar Ituño, la popular Lisboa de La Casa de Papel, que aquí se marca un Edward Norton y, como él hacía en El Reino de los Cielos, aparece sin enseñar nunca la cara) y la propia madre naturaleza, marcan la pauta. Y los villanos son los profanadores de los bosques, hombres sin escrúpulos que hacen sangrar a los árboles, crueles asesinos al servicio del cristianismo más fanático.

Irati es atrevida, sensorial y mágica, poética, radical y profundamente respetuosa con la esencia vasca, con sus raíces y con la naturaleza. Toda una rareza, pura brujería hecha cine

Ganadora de los Premios de Público (tan exigente como enloquecido del género) del Festival de Sitges y de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, Irati es atrevida, sensorial y mágica, poética, radical y profundamente respetuosa con la esencia vasca, con sus raíces y con la naturaleza. Toda una rareza, pura brujería hecha cine.

IRATI castellà