Diez minutos de ovación son los que el público que asistió este martes al Gran Teatre del Liceu dedicó a la extraordinaria versión en concierto de West Side Story. Un final apoteósico para una representación con la que el templo lírico barcelonés pone punto final a su temporada. Una aclamación que no sorprende si tenemos en cuenta que se trata de una obra creada por uno de los más grandes compositores populares del siglo XX: Leonard Bernstein. A partir de una partitura que combina ritmos latinos, jazz, canciones de amor de gran belleza melódica..., en esta versión sinfónica representada durante dos noches en la capital catalana —la de ayer martes y la que se repetirá mañana jueves— ha contado con la dirección, desde el podio, de Gustavo Dudamel. A su lado, un reparto vocal magistral, con las figuras destacadas de Juan Diego Flórez como Tony y Nadine Sierra como María.

Un clásico atemporal
En la previa a la función, Dudamel destacó el carácter atemporal de la obra de Leonard Bernstein, capaz de conectar con el público en cualquier contexto histórico, especialmente en lo relativo a las tensiones derivadas de la inmigración y la identidad cultural. La versión escogida ha sido la orquestación ampliada de 1984, firmada por el propio Bernstein, quien a menudo prefería esta mirada sinfónica para dar mayor riqueza a su partitura. En la versión presentada en Barcelona, la orquesta del Liceu brilló amplificando todos los matices de la composición. Han sido 47 músicos sobre el escenario, transformando el Liceu en aquella ciudad de Nueva York de los años 50 ideada por Bernstein, que vivía su particular reformulación del mito de Romeo y Julieta de William Shakespeare, aquí adaptada a mediados del siglo XX con dos bandas de jóvenes enfrentadas: los Sharks, inmigrantes puertorriqueños, y los Jets, estadounidenses de origen anglosajón.
Final apoteósico de la temporada en el Liceu!@GustavoDudamel nos ha brindado una versión sinfónica de 'West Side Story' para el recuerdo.
— Gran Teatro del Liceo (@Liceu_cat) July 29, 2025
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Han sido 47 músicos sobre las mesas, haciendo del Liceo aquella ciudad de Nueva York de los años 50 ideada por Bernstein que vivía su particular reformulación del mito de Romeu i Julieta de William Shakespeare, pero aquí adaptada a mediados del siglo XX
Mención especial merecen los intérpretes vocales. El tenor peruano Juan Diego Flórez, considerado por muchos expertos del género operístico como el mejor tenor ligero del momento, firmó una actuación más que notable dando vida al protagonista masculino: un Tony siempre desafiante por la elegante expresividad que exige el personaje. A su lado, la soprano estadounidense Nadine Sierra. Entre ambos se generó sobre el escenario una complicidad que impregnó de emoción al auditorio. Pero, hablando estrictamente de ella, los elogios que se escuchaban en el patio de butacas estaban más que justificados: fue una exhibición vocal y dramática desplegada con una naturalidad excelsa. No menos elogiables fueron las interpretaciones de Isabel Leonard (Anita), Jarrett Ott (Riff) y Milan Perisic (Bernardo). Largos minutos de ovación les dedicó el público del Gran Teatre del Liceu. Si hubieran sido quince o veinte, también habrían estado más que merecidos.