"Una porta tancada és una finestra oberta" ("Una puerta cerrada es una ventana abierta"), es la primera frase que se escucha a la intro de Pulse, el último EP de Grabu (Arnau Grabolosa), joven productor de Santa Pau, que está poniendo banda sonora a nuestro verano con su electrónica de atardecer, orgánica y emotiva. Un talento cotizado —además de artista solidario: su historia al frente del festival Mussol (que puedes leer más abajo) es conmovedora— que, además de su emergente carrera en solitario, es uno de los músicos más solicitados del panorama actual: tuvo que decir que no a tocar en directo con Mushka para unirse a la banda de Guillem Gisbert. (y, paralelamente, también acompaña a Triquell, Maig, Yung Rajola...). Tot el mundo ama a Grabu. "La verdad es que esta frase no tiene mucho sentido… Se la dije a mi sobrino sin pensar demasiado, pero me gustó tanto aquella interacción que pensé que merecía quedarse en el disco. Supongo que lo que quería decir es que cuando se cierra una puerta no es un drama, siempre habrá otras oportunidades y experiencias. Soy muy partidario de pensar que si en un sitio te han dicho que no, es que no es ni el momento ni el lugar para ti. Como filosofía de vida a mí me ha ido muy bien para sacar adelante todo lo que hago". Afortunadamente, estas noches de julio y agosto, estés donde estés disfrutando de tus vacaciones, es el momento y el lugar para hacer sonar una propuesta que cautivará a todos aquellos que tengáis a The Blaze, Moderat o French 79 en vuestra galería de favoritos de Spotify.

Tus inicios en solitario suenan a jazz. ¿Cómo llegas a la electrónica?
La verdad es que de forma muy progresiva. Siempre había escuchado a otros artistas más "acústicos", por decirlo de alguna manera (definitivamente no era el más jazzero de todos), pero poco a poco fui descubriendo que lo que realmente me gustaba era la música electrónica, siempre partiendo de una raíz muy orgánica; de la figura del músico (que es lo que soy) y no del DJ. Me fui enamorando de artistas como Stromae, FKJ —pude verlo en Barcelona y fue muy inspirador, la creatividad que tiene a la hora de crear e interpretar en directo es única y me dejó absolutamente maravillado—, The Blaze —que son los que más han marcado esta nueva etapa de la que ha surgido Pulse—, o James Blake (y sus respectivos directos).
¿Y de artistas catalanes, has encontrado referentes en el mundo de la electrónica que te hayan marcado?
b1n0, con quienes produjimos mi primer disco blast. Y con ellos, Clara Peya o Marina Herlop, que me inspiran muchísimo. Hay muchos más. Me gusta mucho referenciarme con artistas con los que tengo relación y conozco, incluso con algunos considero que hay amistad y cierta recurrencia a la hora de vernos. La oportunidad de compartir espacio, escena y música con ellos es y será siempre un placer.
En la música electrónica no hay normas ni academicismo. No hay libros. No se rige por leyes que dictaminen qué está bien o mal
¿Qué has encontrado en la música electrónica, qué terrenos, ya no solo sonoros sino emocionales, te permite explorar?
Creo que lo que diferencia la música electrónica del jazz o la música clásica (concretamente estos dos estilos) es que en la música electrónica no hay normas ni existe el academicismo. No hay libros. No se rige por leyes que te digan qué está bien o qué está mal. Estudié muchos años en el Conservatorio de Girona (tengo el Grado Profesional en guitarra clásica) y siempre me encontraba profesores que me decían que lo que hacía no estaba bien y que debía hacerlo de una forma concreta. Eso hacía que todos copiáramos patrones y acabáramos tocando y componiendo lo mismo, con los mismos recursos, dinámicas, etc. En las pocas clases de instrumento que hice en jazz o música moderna, me encontré exactamente en la misma situación, sobre todo en lo que respecta a la improvisación. La música electrónica me permite ser yo, ser libre y, sobre todo, no me limita a hacer absolutamente nada de lo que quiero hacer. Y como consecuencia, emocionalmente puedo ser mucho más concreto, y eso es muy liberador. La parte de exploración sónica me parece fascinante, se abre un mundo infinito donde me siento muy cómodo.
Porque encuentro que hay una parte muy emotiva en tu propuesta. ¿La emoción es lo más importante?
Creo que sin emoción no hay música. Para mí, la música no es solo una forma de expresión artística, sino una necesidad vital. Este proyecto es el espacio donde puedo liberar todo aquello que no sé —o no puedo— poner en palabras. Es una forma de canalizar sentimientos complejos, vivencias personales y momentos de vulnerabilidad que, de otra manera, no podría expresar. Así que sí, es importante. Te diría que imprescindible.

Este proyecto es el espacio donde puedo liberar todo aquello que no sé —o no puedo— poner en palabras. Es una forma de canalizar sentimientos complejos, vivencias personales y momentos de vulnerabilidad que, de otra manera, no podría expresar
¿Qué emociones son las que mueven al Grabu persona y productor?
No sé qué emociones me mueven, pero sí sé qué temas o personas me mueven. Tal vez me repito, porque ya lo he dicho muchas veces, pero para mí la familia es lo más importante de todo. Ellos y ellas son las personas que me mantienen estable, que me hacen estar en un espacio seguro y sé con certeza que si alguna vez necesito cualquier cosa, ellos siempre estarán allí. Mi trabajo también me remueve emociones. Me hace pensar en lo afortunado que soy de vivir lo que vivo (aunque también lo sufro mucho) y en lo feliz que soy haciendo lo que me gusta. También me remueven los amigos, las experiencias vitales, la naturaleza… un poco todo, ¡vaya!
Trabajas en un montón de proyectos distintos. Imagino que, por un lado, eso debe ser muy enriquecedor, como creador, ¿no?
Totalmente. Siempre me llevo muchísimas cosas de los proyectos en los que trabajo, y lo aplico a mi música. Trabajar con mucha gente distinta me ayuda a ser mejor músico, mejor artista y, sobre todo, mejor persona. Tengo la gran suerte de poder trabajar con gente fantástica. Nos lo pasamos genial y creo que eso también se nota en el escenario cuando tocamos. Definitivamente, hay una conexión que va más allá de la parte profesional. Es muy importante cuidar todos esos vínculos, no solo porque sean personas maravillosas, sino porque también pasas mucho tiempo con ellas, muchas veces mucho más que con tu familia.
Por otro lado, tener esta faceta ‘monetaria’ cubierta, ¿te da libertad para hacer lo que quieras en tu proyecto personal?
Sí. Creo que lo que hace que mi proyecto sea tan orgánico y espontáneo es justamente el hecho de que no tengo ninguna presión detrás. Si no me sale hacer nuevas canciones, simplemente no las hago. Yo pongo las fechas y los ritmos del proyecto, y eso es fantástico. Este año Grabu es especialmente rentable, pero nunca me lo he tomado desde ese punto de vista, ya que para mí es un proyecto que está en un plano más secundario y humilde. Me parece bien que sea así, la verdad. También es verdad que poder dedicarme solo a Grabu ahora mismo no es posible por el calendario de compromisos que tengo con otros proyectos. Me gusta concebir mi proyecto artístico como un “todo”: Grabu es mi proyecto personal, sí, pero cuando estoy tocando con Llum hay una parte también de Grabu allí, y lo mismo pasa con Guillem Gisbert, Triquell, Maig, etc. Incluso cuando hago una producción de directo, o produzco otra canción para otro artista, o salgo en un programa de televisión, etc.
Tuviste que decir que no a tocar con Mushka para decir que sí a Guillem Gisbert.
Son dos proyectos increíbles y dos personas a las que admiro muchísimo. Me decanté por Guillem por los años que lleva sobre el escenario, por su música y por la tranquilidad que me transmite. Irma es una persona que, repito, admiro mucho y también me gusta muchísimo lo que hace. Realmente fue muy complicado, pero en estas situaciones me repito la suerte y el privilegio que he tenido al poder elegir estar en dos proyectos así.
¿Girar con Guillem Gisbert te eleva a la categoría de los mejores profesores europeos?
Girar con Guillem es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, a muchos niveles. Primero de todo, la oportunidad de hacer una gira de este calibre es otra historia. Los escenarios que hemos pisado, el público que ha venido a vernos, los artistas con los que hemos compartido cartel, etc. Pero, sobre todo, me quedo justamente con la parte en la que no estamos en el escenario. Todos los trayectos en furgoneta, tren o avión, estar hasta tarde en las recepciones de los hoteles hablando con todo el equipo, las bromas internas que tenemos, el buen rollo que hay con todos… Nos quedan unos pocos conciertos antes de parar y lo voy a echar mucho de menos, pero sé que me llevo unos compañeros de viaje geniales, sobre todo Glòria, Martí y Jordi, pero también todo el equipo técnico: Roger, Sergi, Àlex… (¡espero no dejarme a nadie, pero somos muchos!). En resumen, cuando no estamos haciendo conciertos seguimos viéndonos. Y yo me quedo sobre todo con eso. La vida puede dar muchísimas vueltas, pero esta gira ya habrá pasado y eso ya no me lo podrá quitar nadie.

La vida puede dar muchísimas vueltas, pero la gira con Guillem Gisbert ya habrá pasado y eso ya no me lo podrá quitar nadie
Eres extremadamente joven, pero extremadamente activo. Más allá de toda tu labor como músico y productor, también organizas el Festival Mussol, una experiencia preciosa. ¿Cómo nace la idea? ¿Cuál es el objetivo del festival?
La idea nace a raíz de unos problemas de salud que tuve cuando empecé la ESO, hasta ahora. Me han operado cinco veces de la cabeza, la última de un tumor cerebral. En una de esas estancias postoperatorias en el Hospital Sant Joan de Déu (hospital infantil), era Navidad. Para mi sorpresa, vi a muchos jóvenes haciendo de voluntarios en lugar de estar en casa con sus familias. Me quedé fascinado y una vez recuperado, quise ayudar con lo que humildemente puedo: la música. El festival ha ido creciendo y este año ya celebramos la 6.ª edición, con un cartel increíble. Estoy muy contento con la acogida y la evolución que hemos hecho como equipo. Tengo unos amigos maravillosos con los que trabajamos conjuntamente para que todo esto se haga realidad. En especial, Joel Campo y Pep Saula (road manager y bajista de Sexenni, respectivamente) son las dos personas que están conmigo más intensamente preparando todo este tinglado, y es muy emocionante todo. Supongo que leerán esta entrevista, así que aprovecho para decirles que los quiero mucho.
¿En qué estás trabajando? ¿Tendremos temas nuevos pronto?
De momento aún no quiero decir nada, pero sí, estoy trabajando en nuevas canciones y quién sabe cuándo saldrán. Me lo tomo con calma, tal vez aún falta tiempo o quizás salgan en otoño, ¡quién sabe! Tengo ganas de seguir construyendo el imaginario de Grabu y, sobre todo, seguir en la línea de Pulse.