Que levante la mano quien sabía que Ildefons Cerdà tenía una hija. ¿No? La cosa se complica más si la hija en cuestión era ilegítima y una artista musical que recorrió toda Europa sembrando éxito. Ahora la filóloga e historiadora Maria Carme Roca (Barcelona, 1955) vuelve a las repisas de novedades editoriales con Les illes interiors (Columna), una novela que explora en la "fascinante y desconocida vida" de Clotilde Cerdà. Roca se adentra en el siglo XIX para explorar la historia que se esconde tras la niña prodigio que con su virtuosidad con el arpa ascendió con el nombre artístico de Esmeralda Cervantes. De hecho, se convirtió en una defensora de las libertades y del feminismo y, precisamente, por su activismo, la historiadora afirma que "fue proscrita". En otras palabras: "Si hubiera nacido hombre, sería considerada uno de nuestros genios de la música", ha explicado en declaraciones a la ACN.

Entre realidad y ficción, Maria Carme Roca nos introduce en la vida del artista y pedagoga, una figura que tiene unos jardines en homenaje a Barcelona situados en la calle de la Marina. Más allá de eso, de Clotilde Cerdà poco más se sabe. La autora descubrió a este personaje el año 2016 y se sintió impactada por la que ella misma describe como "una mujer apasionada, contradictoria, pero siempre veraz y humana". En su etapa como niña prodigio, fue aclamada por su talento en los auditorios más importantes y recibida por altos dignatarios y cortes reales. Una persona que no se conformó solo en su faceta artística, sino que quiso ir más allá de la actividad concertista y transformar conciencias. Descubrió la masonería y se alineó abiertamente con ella. Un hecho que, en un siglo XIX con una fe cristiana imperante, le comportó muchos problemas, como el hecho de que perdiera el apoyo de la Reina Isabel II. Además, Clotilde Cerdà fue una firme defensora de la emancipación de la mujer y de la redefinición de los roles de género

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Foto: Ariadna Comas / ACN

La hija ilegítima del urbanista más relevante de Barcelona

Ildefons Cerdà no era el padre biológico, un hecho que el urbanista no supo hasta que su hija ya brillaba encima de los escenarios más importantes. En este sentido, Roca reflexiona sobre este hecho. "Era un hombre inteligente, seguro que él lo sospechaba". Ante la confesión, su relación paterna se rompió, aunque decidió no retirarle los apellidos, "seguramente porque quedaba bien ser un hombre de familia en la época". Ahora bien, el arquitecto lo tuvo muy presente durante el resto de su vida y, se sospecha —sin certeza— que escondió un mensaje en su último testamento. Un mensaje que Roca revela en una novela llena de más interrogantes, como el hecho de quién era su padre biológico, qué se hizo del hijo que adoptó o qué motivo hay tras el hecho de que no haya ninguna grabación suya como concertista.