Una "facendera" es un tipo de trabajo comunitario que moviliza a todo un pueblo con el mismo objetivo. La palabra –que viene del asturleonés– describe para Oscar García Sierra (León, 1994) la tristeza de un pueblo minero de León, hundido por el desmantelamiento de su industria, y los intentos de sus habitantes para sobrevivirlo. A caballo entre las historias y secretos locales y la conversación entre dos jóvenes en una fiesta en Madrid, Facendera (Anagrama) retrata la fealdad de la España vacía y el desencanto de una generación de jóvenes obligados a enfrentarse a un futuro incierto.

Con el poemario Houston, yo soy el problema (Espasa Poesía, 2016) en los hombros, García Sierra se estrena en el terreno de la novela con fuerza y explorando un escenario normalmente fuera del foco y lleno de autenticidad. Facendera es una ventana a una realidad sucia y cruda y quizás por eso resulta tan atrayente. Es la de los coches tuneados como forma de ocio, la del paro rampante, la de los combates ilegales entre gallos en la trastienda de la frutería, la de los cartones de vino barato y la de un pueblo entero enganchado a los ansiolíticos.

óscar garcia sierra anagrama
El autor Oscar García Sierra. / Anagrama

Las mil y una noches en León

Aunque lo que se explica a la novela es de estricta actualidad, Facendera está construida como un relato formado por otro relatos, que van encajando entre ellos como si se tratara de muñecas rusas. Se los explica el protagonista del libro, un joven leonés, a la chica con quien aspira a empezar una relación en una fiesta en Madrid después de una mudanza, tratando de construir una imagen ficticia de quien es. En este puzzle aparecen personajes como la "hija del de los piensos", que malvive transportando cemento al pueblo y que utiliza las relaciones como trampolín para conseguir ansiolíticos o "ladrillos", como se les llama en el libro. O el "hijo de la farmacéutica", que fía su existencia a su coche tuneado y a los concursos de los domingos para ver quien puede hacer sonar más fuerte el bakalao. O "el último minero", que era demasiado joven para prejubilarse cuando cerraron la mina y que ahora sobrevive traficando con antidepresivos sin receta desde el piso de protección oficial de su madre.

Todos son los protagonistas de una constelación de relatos orales, algunos reales, de otros inventados y de otros que quedan entre la frontera de la verdad y la mentira y que forman parte del imaginario del pueblo. Un imaginario impregnado por la clausura de las minas de carbón y de la central térmica, donde ahora algunos de los personajes se cuelan para robar la maquinaria que todavía queda. Es la crónica de lo que queda en un pueblo cuando se ha marchado su razón de ser: el desencanto de los adultos que lo han vivido diferente y pleno y el de los jóvenes que no quieren buscar trabajo "porque les daba miedo que lo que se decía fuera verdad y que realmente no hubiera". 

facendera

En la novela, hay tanta gente en paro que los viejos del pueblo tienen que madrugar para encontrar sitio en la barra del bar del pueblo. "A media mañana llegaban hombres más jóvenes que todavía tenían la esperanza de encontrar trabajo. Y por la tarde, después de comer, era el turno de las viejas, que se tomaban el café mientras hacían una partida". Quizás es el derrotismo, quizás es la evidencia que nada en el pueblo tiene futuro o quizás es por la conciencia que tienen sus habitantes jóvenes de que nada les espera que convierten a Facendera también en una crónica generacional del desencanto millennial: de vivir sin mucha esperanza de nada mejor y con una visión decadente de lo que los rodea.

O quizás es porque el libro es un relato especialmente brillante de la ansiedad, que invade a los protagonistas a cada momento y de los cuales parece que no se lo suban librar; del dolor de estómago permanente, del hábito de "sentarse en el inodoro con la tapa bajada y sin quitarse los pantalones" para coger aire; de la parálisis que hace que el protagonista sea incapaz de matricularse al siguiente curso de la universidad. Y, en definitiva, de una infinidad de gestos inconscientes y de incomodidades, como rascar la etiqueta de las botellas de cerveza, que la revelan a cada momento.

Fabulación amorosa

A la vez, Facendera juega con la veracidad de las historias que se explican de forma oral entre los habitantes del pueblo y que el protagonista modifica para fabricarse un pasado amoroso que impresione a la chica que le gusta, durante la fiesta en Madrid en que se conocen. "No todo era mentira, obviamente. Era totalmente cierto que mi madre estaba deprimida y que al abrazarla notaba sus costillas en la barriga", admite. Pero se inventa que tuvo una relación con una chica del pueblo, cuándo en realidad fue uno de sus amigos.

Narrador, en Facendera: "Las mentiras que nos explicamos a nosotros mismos tienen las piernas muy cortas y los brazos muy largos"

Cuando la relación sigue, se convertirá en esclavo de sus propias fabulaciones y se acabará arrepintiendo. La voluntad de parecer alguien complejo y experimentado y esquivar la verdad lo acabará apartando de alguna manera, sobre todo cuando la chica lo acompañe al pueblo para ver la demolición de la central térmica y la fiesta que se celebrará en su honor. "La historia de nuestra relación se debía volver demasiado confusa. Ya no estaba seguro de qué había pasado y qué no", dice el narrador. "Las mentiras que nos explicamos a nosotros mismos tienen las piernas muy cortas y los brazos muy largos", añade.

Facendera, finalmente, también destaca por el uso de la lengua. García Sierra escogió utilizar trazas constantes de leonés, el hablar autóctono de algunas zonas de Asturias, León y Zamora, y en el libro incluso aparecen explicadas de forma explícita algunas de sus características. El autor explica que en realidad se habla muy diferente entre los diferente pueblos de su misma provincia o incluso dentro de los mismos pueblos de la zona. Los usos lingüísticos locales sirven para trasladar más al lector al universo del pueblo y lo acercan un poco más a su realidad. A pesar de la reciente publicación, varias editoriales extranjeras ya están interesadas en traducir la novela.