Londres, 15 de enero de 1559. Hace 462 años. Isabel Tudor i Boleyn; hija del rey Enrique VIII y de su segunda esposa Anna Boleyn (más conocida como Anna Bolena) era coronada 47ª reina de Inglaterra, y quinta de la dinastía Tudor. Isabel, que llegó al trono prácticamente desde la clandestinidad y en una etapa de gran convulsión social, política y religiosa; se convertiría en una personalidad clave de la historia de Inglaterra. La "reina pelirroja", dotada de una inteligencia política extraordinaria, sería la gran arquitecta de un proyecto que transformaría Inglaterra para siempre: pasaría de ser un país pobre y marginal a ser una potencia temida; y, en el transcurso de los tres siglos posteriores, a construir el imperio más extenso de la historia de la humanidad.

Enrique VIII y Anna Boleyn. Fuente Museo Tyssen Bornemisza y National Portrait Gallery

Enrique VIII y Anna Boleyn / Fuente: Museo Tyssen-Bornemisza y National Portrait Gallery

¿Quién era Isabel?

Cuando Anna Boleyn fue condenada y ejecutada por los pretendidos cargos de adulterio, incesto y alta traición (19/05/1536); Isabel sólo tenía dos años y medio. Después de la decapitación de su madre fue oficialmente declarada hija ilegítima y apartada de la línea sucesoria al trono. Durante nueve años (hasta la reconciliadora Acta de Sucesión de l544) la futura "reina pelirroja" vivió oculta; al abrigo de las intrigas y de los crímenes que se produjeron a la corte de Londres. Desde su refugio vio el final del reinado de su padre (1547); y desde una posición muy secundaria los de sus hermanastros Eduardo VI (1547-1553) —hijo del rey Enrique y de su tercera esposa Jane Seymour; y María I (1553-1557) —hija del rey Enrique y de su primera esposa Caterina de Aragón.

La independencia de Inglaterra

Con la muerte María I, nieta de los Reyes Católicos y católica integrista —ocurrida prematuramente, inesperadamente y sin descendencia—; los derechos de Isabel se revalorizaron. Isabel venía de una corta pero aterradora estancia a la prisión; falsamente acusada de traición por agentes castellanos situados en Londres, interesados en eliminar cualquier sombra que comprometiera el proyecto de unión dinástica de las monarquías hispánica e inglesa en las personas de Felipe II y de María I. Aquella experiencia marcaría todo su largo reinado: entendió que la construcción de una Inglaterra poderosa y plenamente independiente pasaba por sacarse de encima de la poderosa monarquía hispánica, que en aquel momento era la primera potencia continental y mundial.

Mapa de Inglaterra (1640). Fuente Cartoteca de Catalunya

Mapa de Inglaterra (1640) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

Isabel, la primera gran capitana

Isabel puso en práctica un plan que consistía en situar la marina inglesa en el centro de la vida inglesa —de la política, de la económica y de la militar—. Promovió la construcción de una potente flota naval —formada por naves militares y por naves mercantes armadas— que se convirtió en la nueva dominadora del Atlántico norte, desplazando a los daneses, los franceses, y los hispánicos. Para esta empresa, la reina Isabel contaría con una generación única y excepcional de hombres del mar. Para citar solo dos ejemplos, diremos que Francis Drake fue el segundo en circunvalar la tierra, y el primero en poner los pies en la actual California. I Samuel Argall, fue el primero a atravesar en línea recta el Atlántico norte, evitando las Azores portuguesas y las Bahamas neerlandesas.

Las compañías mercantiles

La conquista de aquellas rutas no habría representado ningún éxito si Isabel no hubiera implicado a la sociedad inglesa en aquellas empresas. En este punto, la "reina pelirroja" le dio un impulso formidable a la vieja tradición inglesa del comercio marítimo: durante su reinado se crearon la Venice Company (1583), la Levant Company (1592) y la East India Company (1600); que resultarían decisivas en el proceso de eclosión económica del país. Aquellos emporios comerciales llegaron a tener docenas de naves, centenares de accionistas, miles de empleados; y colonias propias. El sistema colonial inglés, a diferencia del hispánico, beneficiaría el estamento mercantil (se puede decir que el conjunto de la sociedad); y sentaría las bases de la mercantilización y de la industrialización del país.

Representación de la Batalla de la Armada Invencible. Font Worshipful Society of Apothecaries of London

Representación de la Batalla de la Armada Invencible / Fuente: Worshipful Society of Apothecaries of London

La Armada Invencible

La reina Isabel vivió la verdadera prueba de fuego de su proyecto con el ataque de la Armada Invencible. El 8 de agosto de 1588 la "Grande y Felicísima Armada" tripulada por 20.000 hombres se dirigía a invadir Inglaterra. A pesar de la evidente superioridad hispánica, la "reina pelirroja" ordenó que las naves inglesas —militares y mercantes— le salieran al encuentro. Y delante de las costas de Plymouth y de Portland se produjo la "tormenta perfecta": el almirante Guzman Sotomayor —que no tan sólo no tenía ningún conocimiento de náutica, sino que además se mareaba a bordo—, firmaría la derrota más humillando de la historia naval española. El desastre de la Invencible pondría punto y final a la ambición hispánica sobre el Atlántico norte, y consolidaría el proyecto de Isabel, la gran capitana de Inglaterra.

Imagen principal: Elisabet en la ceremonia de ennoblecimiento de Francis Drake (1580) / Fuente: Enciclopedia Británica