¿En catalán, hay que decir 'Ebre' o 'Ebro'? Para el escritor, político e historiador de Gandesa, Anton Monner, lo correcto es decir 'Ebro', por lo menos en la comarca de la Terra Alta, porque es la denominación que se ha utilizado siempre. Monner, que acaba de publicar la obra Vocabulari de la Terra Alta, un volumen enciclopédico que recoge diez mil palabras a partir de las cuales radiografía la historia, la economía y la sociedad de la comarca, es un gran defensor de la preservación de las palabras, y es por eso que defiende la denominación del río como 'Ebro'.

"Todavía decimos Ebro. Lo han dicho nuestros padres, nuestros abuelos y es como aparece en todos los libros escritos desde el siglo XIX hasta el siglo XIV", asegura Monner, para añadir que la primera vez que apareció la palabra 'Ebre' fue el año 1937, cuando lo utilizó "Francesc Carreras Candi en La navegació al riu Ebre". Para Monner, fue entonces cuando "el Institut d'Estudis Catalans creyó que este es el topónimo correcto, pero no lo es". El escritor defiende que 'Ebro', como otros topónimos como Caro, Tormo, Irto y Cardó, "son preibéricos y tendrían que ser normalizados totalmente".

Para Monner, el gran valor de su obra es la preservación de las palabras, el habla y los argots que se van perdiendo a medida que se pierden antiguos oficios, tradiciones y costumbres y, sobre todo, a medida que la sociedad terraltina se aparta del entorno rural y natural que la alimentaba, por eso ha aprovechado este libro para reivindicar algunos dialectalismos y castellanismos propios que no reconocen los diccionarios y las instituciones lingüísticas oficiales y para recoger todos aquellos que le son propios en la comarca. La obra recoge muchas palabras características de las Terres de l'Ebre, en general, y otros que sólo algunos municipios de la Terra Alta conservan de la herencia de sus repobladores.

Vocabulari de la Terra Alta, ilustrado por Àngels Cid, cuenta con un prólogo de Esteve Clua, filólogo y profesor de la Universitat Pompeu Fabra, que destaca el interés que la obra de Anton Monner puede despertar a lingüistas y dialectólogos, teniendo en cuenta que esta recopilación del gandesano va mucho más allá. La huella del Monner enamorado de la historia se encuentra en cada entrada del volumen, cada palabra lleva una fuerte carga sociológica y en cada palabra hay una intención clara para explicar "quiénes son y quiénes han sido los terraltinos". "Es mucho más que una obra lexicográfica", ha reconocido el autor. "Es una enciclopedia de la Terra Alta dirigida a todos aquellos que la quieran conocer", ha añadido.

Palabras salvadas del olvido

De hecho, esta obra "ha salvado del olvido centenares de palabras" que ni siquiera se encuentran en otros diccionarios. Así lo remarca el escritor y filólogo Albert Manent en un prefacio póstumo que, por la amistad y la estima que los unía, Monner ha querido incluir en su último libro. Hay que tener en cuenta que fue una petición de Manent cuando empezaba a gestar Vocabulari de la Terra Alta. Empujado por su curiosidad, Monner había pasado la vida recopilando palabras que "le llamaban la atención", aleatoriamente. "Cuando alguien decía una palabra diferente, la escribía en un papelito y la guardaba", ha narrado el autor de Gandesa. Es a partir de 1992 que la recopilación empieza coger forma, cuando Manent propone a Monner que, como se había hecho en Vila-seca (Tarragonès), hiciera una recopilación de los nombres de las herramientas –aïnes o ferraments en la Terra Alta– y de oficios antiguos para conservar todo aquel léxico y aquel argot que empezaba a esta en peligro de extinción.

A raíz de largas entrevistas con campesinos, toneleros, carreteros, esquiladores, herreros, cazadores, pescadores, historiadores, poetas, sacerdotes, escritores y estudiosos de ámbitos muy diversos, Anton Monner decidió que su obra tenía que ir más allá. Más de treinta años de trabajo han aglomerado diez mil palabras cargadas de vida terraltina y el autor, en muchas de ellas, no se ha escondido de homenajear a todos sus "informadores".

Ahora Monner confía en que Vocabulari de la Terra Alta sea un punto de partida para que "otros estudiosos" continúen con la investigación y corrijan y analicen la obra que él ha iniciado. "He acabado el libro y desde cuándo lo cerré, hace unos tres meses, ya tengo cincuenta palabras nuevas porque cada día van apareciendo", ha apuntado. Para facilitar este trabajo futuro, ha incorporado un índice de estas diez mil palabras, aglutinadas por materias y temáticas.

La intención del escritor gandesano no es señalar ni delimitar las palabras más autóctonas de la comarca. De hecho, entre los doce municipios de la Terra Alta se comparten palabras, fonética y semántica de la misma manera que se utilizan otras totalmente contrapuestas. Lo que ha intentado Monner es fijar el punto de atención en el origen y la huella histórica que cargan aquellas palabras que les son comunes y aquellas que no lo son tanto.

Reivindicación de 'antes', 'asta' y 'este'

En cambio, el autor sí ha querido reivindicar muchas palabras que han quedado apartadas de los diccionarios oficiales, (como son "antes" –antes–, "asta" –hasta–, "faenada" –cantidad de trabajo–, "este" –este–) pero que en la Terra Alta siguen utilizando desde la edad media hasta la actualidad y "que son tan catalanas, que no lo pueden ser más", ha defendido el historiador de Gandesa. Monner ha insistido en que, muchas veces, se quiere etiquetar estas palabras, "de forma equivocada", como si fueran castellanismos. Para el escritor, no es lo mismo aquellos muchos que se han aprendido del castellano y se han instaurado en su versión castellana en la comarca (como pueden ser "lavadora, destornillador, desparpajo, farola, lento, salero, tebeo, etc.), que las palabras que no se aceptaron en el proceso de normalización del catalán.

Como 'Ebro' y gracias a más de doscientas fuentes consultadas, en Vocabulari de la Terra Alta, Anton Monner invita a descubrir "las aïnes y atuells" de los profesionales, adjetivos propios, animales, bailes, setas, tortas, dichos y refranes, frutos y árboles, juegos infantiles, enfermedades, pájaros, palabras de oficios, topónimos y antropónimos, vegetales, hierbas, vientos, bromas y las peculiaridades de las derivaciones verbales terraltinas.