Las 2.750 toneladas de nitrato de amonio que en 2020 explotaron en el puerto de Beirut, Líbano, también arrasaron con su cultura. El Cinema Metròpolis, el corazón fílmico de los libaneses, quedó devastado por el incidente, al igual que el restaurante libanés Le Chief, considerado uno de los mejores eventos gastronómicos del país según el chef estadounidense Anthony Bourdain. Ambos símbolos fueron rescatados por mecenas que decidieron gastar pequeñas fortunas para sufragarlos, como la actriz Cate Blanchett o el actor Russell Crowe. En la reapertura del Cinema Metròpolis, la emoción desbordaba. La icónica sala llevaba 18 años proyectando ininterrumpidamente hasta que se vio obligada a bajar el telón en 2019 debido a la crisis económica que afrontaba el país. Lo que nadie se esperaba llegó un año después: la explosión del puerto de Beirut, catalogada como la detonación no nuclear más grande de la historia. El incidente destruyó las instalaciones y gran parte del barrio cercano, Mar Mikhael. La explosión, sin embargo, despertó un gran movimiento de recuperación, pero poco después las esperanzas de reapertura se desvanecieron con el estallido bélico entre Hezbollah e Israel. Por suerte, esta historia tiene final feliz. Con mucha ayuda de mecenas grandes y pequeños, las nuevas instalaciones destacan por su estilo industrial y moderno, rojo carmesí que ilumina con neón las noches de Beirut.
La cultura no sobrevive, renace', exclamó la actriz Cate Blanchett, una de las principales mecenas del Cinema Metropolis
“Este cine no será solo un lugar donde el cine libanés podrá brillar como una noche de estreno, sino que, en estos tiempos tan trágicos, desgarradores y confusos, este espacio en Mar Mikhael es una prueba de que la cultura no solo sobrevive: renace. Es lo que todos necesitábamos, llevando historias a la vida y uniendo a la comunidad”, exclamó Cate Blanchett, actriz en El curioso caso de Benjamin Button o Tár, durante la reapertura del Cinema Metropolis. En su ceremonia, Nisrine Wehbe, directora de la sala, rompió a llorar al leer los mensajes de ánimo de mecenas y colaboradores, de amigos y cineastas, algunos presentes en las mismas butacas. Quien también se unió al estreno fue la directora libanesa-canadiense Nadine Labaki, conocida por la película Caramel. “Sabemos que necesitamos un espacio como este más que nunca, dadas las circunstancias actuales. Este cine no es solo un teatro, ¡es un refugio para los sueños, las ideas y las aspiraciones! Es hermoso ver que, a pesar de todo, aún hay quienes se atreven a sembrar belleza, arte y cultura”, declaró, emocionada, con un micrófono tembloroso.
No hay más alternativa que la cultura
“¡Que os jodan, no somos resilientes, como si tuviéramos otra alternativa!”, exclama Amal al salir del Metròpolis en su reapertura tras la guerra. Su alternativa es seguir adelante, su alternativa es su cultura. “El Líbano es muy difícil de definir, pero yo lo haría a través de su cultura, de su música, de su arte... Ahora bien, si alguien te dice que puede contarte la historia del Líbano, te está mintiendo. Hay muchas historias y ninguna de ellas define al país del todo”, asegura. En su estreno, el Cinema Metròpolis, junto con el Cinema Montaigne del Institut français du Liban, acogió el pasado enero la 19.ª edición del festival de cine documental Écrans du Réel (en árabe, شاشات الواقع). Los libaneses han visto su cultura resurgir y ahora quieren imponerla como símbolo de resistencia. Por las calles de Beirut se leen grafitis de protesta que los jóvenes han plasmado. Cientos de carteles colgados que muestran los males de su sociedad: una especie de collage del presidente chino, Xi Jinping, sosteniendo en brazos a dos bebés con la cara de Donald Trump y Vladímir Putin, formando una trinidad blasfema. En otro, una legión con banderas bajo el título Marchar en línea o morir en el caos. Todo esto para anunciar un espacio de resistencia: MakOuk, una marca de diseño subversiva y alternativa.
Los libaneses han visto su cultura resurgir y ahora quieren imponerla como símbolo de resistencia
“Tenemos TDAH de fábrica”, ríe Hélèna mientras almuerza en el restaurante Le Chef con su amiga Nour, una joven estudiante de enfermería. Explica que una madrugada se despertó asustada por un gran estruendo. “Solo fue un trueno”, reconoce. Para ella, recuperar estos espacios no solo es afrontar que han vuelto a su normalidad, sino que han resucitado su cultura. En la misma mesa de Hélèna, se sentaría días después el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, en una visita relámpago a la capital libanesa, para probar sus brioches tradicionales, considerados patrimonio del barrio francés. No muy lejos del restaurante, una iglesia en la calle Armenia prepara su reapertura, aunque con retraso. El templo también fue afectado por la incertidumbre bélica, que ralentizó todos los procesos artísticos y de construcción. El guardia junto al pórtico comenta que aún deben traer los azulejos y tallas desde Roma. “Tienen que ser originales para preservar el patrimonio de este templo”, explica. Amal asegura que la resistencia está marcada a fuego en el ADN de todos los jóvenes de Beirut. “Además de ser generacional, esta rabia y fuerza nace desde el cine, la literatura y la música, especialmente Fairuz, la voz del Líbano”, confiesa Amal, quien además comparte un momento emotivo de cuando conoció a la cantante libanesa. Nuhad Haddad, más tarde conocida como Fairuz, nació el 21 de noviembre de 1935 en Jabal al Arz, una localidad de las montañas libanesas, en el seno de una modesta familia de religión sirio-ortodoxa. Pronto se convirtió en la voz más emblemática del Líbano y una de las artistas más influyentes del mundo árabe. Su música, que fusiona tradición y modernidad, ha servido como símbolo de unidad y esperanza para los libaneses, especialmente durante la guerra civil. Sus canciones, muchas de ellas compuestas por los hermanos Rahbani, han trascendido generaciones, evocando amor por Beirut. Fairuz no solo es una cantante, sino un ícono. “Ella es el nexo de todos los países árabes”, asegura Nour, junto a Hélèna. “Cuando Fairuz falte, el mundo árabe caerá con ella”, lamenta.