Andrea Quintero, periodista, badalonesa, charnega y esencialmente quinteriana, camina con una elegancia innata, tiene el sur en sus ojos, el compás en sus pasos. Nació a las orillas del Guadalquivir, en la Sevilla del 92. Jesús Quintero, su padre, comunicador y periodista, era y es el genio de los silencios, de las respuestas íntimas sin trampa ni cartón. Honesto, libre y provocador, esta semana ha hecho un año, el 3 de octubre, que Quintero dejó este mundo terrenal para ser eterno. Andrea Quintero, con motivo de la presentación del libro Memoria del silencio. El mundo desde la colina, editado por Planeta, y supervisado junto con su hermana Lola Quintero, nos ofrece una conversación sobre periodismo, censura y un mundo que solo los locos y los amantes de la vida podrán comprender.

Andrea Quintero, hija de Jesús Quintero foto Miquel Muñoz (13)
Foto: Miquel Muñoz

¿Quién es Andrea Quintero?
Yo pienso que es una pregunta bastante difícil. Soy mujer, soy hija, periodista y muchas cosas, pero principalmente estoy aquí por ser la hija de un genio de la comunicación y del periodismo. Han sido semanas muy intensas con muchos sentimientos que se encuentran en la colina de las emociones. Estoy muy orgullosa de la responsabilidad que tenemos con mi hermana Lola, estamos poniendo nuestro granito de arena para que mi padre esté todavía presente.

Todas las personas que hemos estudiado periodismo lo tenemos como un tótem. Llegar al nivel que llegó tu padre es casi imposible. ¿Te sientes más cerca de la figura paternal o del Loco de la colina, del Perro verde, del hombre que hizo de los silencios un arte? ¿Para ti fue una persona críptica?
Todo lo contrario, mi padre fue una persona totalmente transparente, lo que no quiere decir que fuera fácil de entender. Como todo genio, los genios se hacen de las contradicciones. Era muy valientemente transparente y se dejaba acceder mucho, no solo por sus hijas, lo hacía delante de toda España, no tenía miedo de sentirse y mostrarse vulnerable. No sé si me siento más cerca de mi padre o de Jesús Quintero, o del Loco de la colina, porque para mí todas estas figuras son varias caras de la misma moneda. Lo tengo muy presente, lo veo en mí y lo veo en las circunstancias de mi vida.

En Memoria del Silencio, tanto tu hermana y tú habéis puesto mucho corazón y mucho trabajo en la edición. Eso se ve reflejado en la selección de los personajes tan icónicos como Antonio Gala o la Pasionaria. Él entrevistó a personas muy importantes del siglo XX. ¿Qué nos han dejado su estilo y sus silencios?
Nos ha dejado lecciones muy valiosas, más todavía para cualquiera que sea periodista. Pero para cualquier persona es muy importante el ejemplo de la escucha, el ejemplo de tener una curiosidad real y querer sacar lo mejor de la persona que tenemos delante. Si todos hiciéramos eso, no solo en el contexto de una entrevista. Si saliéramos a la calle queriendo sacar lo mejor de la persona que tenemos delante, el mundo sería maravilloso. También nos ha dejado grandes consejos a través de sus reflexiones, el consejo de la rebeldía, de mantenerse fiel a uno mismo, de no renunciar a los sueños por muy utópicos que parezcan. Cuando vives así, disfrutas de la vida con mucha intensidad y mi padre siempre intentó contagiar eso.


Y tu padre vivió la vida con mucha intensidad.
Sí, tanto en lo bueno, como en lo malo.

Lo vemos en su biografía, pero también laboralmente. Ha tratado temas muy profundos que quizás muchos otros periodistas no se han atrevido a hacer, sobre todo temas como la libertad de prensa y de la libertad en general. En la página 68 del libro dice: "Hablo porque una buena parte de mi vida he tenido que hablar con miedo y en voz baja". ¿Se sintió silenciado por los poderes económicos o políticos a lo largo de su vida?
Sí, sintió que lo querían silenciar y eso solo le daba más fuerza. Le hacía entender como de necesario es alzar la voz cuando tienes la oportunidad y el privilegio de hacerlo. Él este privilegio se lo ganó durante muchos años trabajando muy duro y llegó un punto que ya estaba de vuelta, ya no estaba para que nadie lo silenciara. Por ejemplo, la mítica entrevista a José María García en Televisión Española fue censurada y se finalizó el programa en aquel momento porque él no tenía intención de permitir eso. Fue un gran privilegiado por poder permitirse renunciar a la televisión antes que tener que adaptarse, o vender sus valores periodísticos, o tener que callar y no hacer la pregunta que tenía que hacer.

Fue un gran privilegiado por poder permitirse renunciar a la televisión antes que callar y no hacer la pregunta que tenía que hacer

Renunció a su amor, que era la televisión... Recuerdo un episodio épico con Carlos Alsina en la Universidad de Málaga donde dijo que quería titular un libro llamado "A mis queridos hijos de puta".
Decía: "Mis queridos hijos de puta" y que se estaba pensando titolar "Mis queridos hijos de de la grandísima puta".

Todo porque decía que los poderes y la censura estaban operando en el periodismo más que nunca. En la página 128 dice: "el poder siempre hace las cosas a medias: te da la voz, pero se tapa los oídos". Cuando se veía silenciado, ¿cómo respondía? También decía que un periodista que diga la verdad es una falacia.
Dice exactamente: ¿cuál es tu excentricidad? Y dice: "creer que un periodista está aquí para decir la verdad". El genio le salía y hacía apreciaciones muy importantes con crítica y rabia. Creía que no se le estaba ofendiendo a él cuando se le callaba, sino a la inteligencia de los espectadores. Las cosas que no se dicen no dejan de existir, sino que no las podemos entender. Eso le indignaba como persona que aspira a una sociedad más justa y más igualitaria, libre. Él sabía que quien no tiene derecho a la información, quien no tiene derecho a entender la realidad en la que vive, es una persona menos libre.

Andrea Quintero, hija de Jesús Quintero foto Miquel Muñoz (1)
Foto: Miquel Muñoz

¿Se encontró con muchos enemigos?
Muchos, pero todo el mundo lo quería. Siempre ponía a la persona por delante y siempre encontraba puntos de unión. Sin perder nunca la crítica, tenía la habilidad de buscar el punto común y partir desde aquí. Yo no diría que tuviera enemigos que fueran contra él, no tenían rostro como tal; eran la injusticia, el poder. No se enfadaba con Carlos Alsina, se enfadaba con la idea que quería defender, con querer buscar justificaciones y no hacer el periodismo que estamos llamados a hacer.

Rocío Jurado es una de las figuras icónicas a las que entrevistó y la que predijo que tu madre estaba embarazada.
Estuvo en Nueva York y después iban a Copacabana. Y en una cena donde hay fotos divertidísimas, mi madre le explicó a Rocío que tenía un retraso y ella le dijo que tenía "carita".

¿Mantienes la relación con la familia Jurado-Carrasco?
Sí. Rocío Carrasco, su hija, es una persona muy cariñosa, nos ha apoyado mucho y estaba en la lista de entrevistas imposibles de mi padre. Todas las personas que han estado al lado de mi padre siempre tienen buenas palabras para nosotros, siempre podemos contar con ellos y eso da testimonio de la clase de persona que fue.

La depresión ha sido una constante en la vida de mi padre, formaba parte de su sensibilidad

En la entrevista con Rocío Jurado que sale en el libro hablan de la "telebasura"
Sí, él estaba muy fastidiado con la televisión que se está haciendo porque hay mucho jaleo, mucho ruido, menos contenido y menos verdad. Sirve más como una herramienta de alineación que como una herramienta para hacernos más críticos y más libres.

¿Preferimos el jaleo o el silencio? ¿Soportamos el silencio?
El jaleo. No podemos vivir con el silencio, no lo soportamos. El silencio nos confronta con nosotros mismos y no nos soportamos, estamos llenos de enfermedad y de angustia. Nos enfrentamos a un montón de información que no nos dice nada. Necesitamos tiempo para digerir y menos estímulos.

Tu padre se confrontó mucho con él mismo, se psicoanalizó durante años... ¿qué significaba el psicoanálisis?
Un camino hacia él mismo, una herramienta para entenderse y entender al otro. Él decía que del psicoanálisis había aprendido que: "la persona que tienes delante es otro tan desgraciado como tú". Desde este punto de vista es cuando podía extender un puente con el invitado, hacerle sentir de alguna manera, con toda su comunicación, que no solo la palabra, también el silencio, la presencia, y las preguntas que van al corazón, las preguntas que vienen del psicoanálisis a la hora, pues conseguía que la persona que tuviera delante quedara desnuda.


También le comportó mucho dolor, sobre todo cuando murió su hermano y cayó en una depresión.
Esta fue una de las primeras, la depresión ha sido una constante en la vida de mi padre. El psicoanálisis fue sanador, pero sobre todo fue una compañía y una manera de afrontar estas etapas, pero el no se podía desprender, porque la depresión forma parte de su sensibilidad, igual que tenía la capacidad de disfrutar y de amar tan intensamente, pues con el dolor era de la misma manera. Jesús Quintero no quería evitar estas situaciones, las aprovechaba para crecer, y en esta oscuridad encontrar alguna cosa nueva de él y rescatar su fuerza. Creía mucho en el poder transformador del dolor.

La huella de sus palabras ha sido tan intensa que yo todavía cuando le pregunto encuentro una respuesta; echo de menos comentar cosas y tener su visión

Tu padre estuvo al lado siempre de las personas marginales, de las personas que nadie quería escuchar, de los "nadie", que decía Galeano. ¿Por qué le movía acercarse a estas personas?
Era una persona extraordinariamente empática. Él se sintió el extraño, el loco muchas veces, no cuando empezó a tener éxito, o aparentemente cuando no tenía éxito. Al final, las compañías pueden resultar muy superficiales. Creo que él se sentía identificado con las contracorrientes, de ser consciente de la importancia de la sabiduría sencilla y lo que nos conecta a todos. Había mucho motivos por los cuales conectaba con la gente de los márgenes.

¿Qué le diría Jesús Quintero a la juventud?
En todos los capítulos hay consejos para la juventud. Él el consejo que tenía siempre para sus iguales, ya que mi padre fue joven toda la vida era: no perder la rebeldía, no perder el espíritu crítico, las ganas de divertirse sencillamente sin grandes aspiraciones, de disfrutar de las mieles que nos ofrece el mundo y pegarse a cada sentimiento y exprimirlos.


¿Como fue despedirte de él? Sé que estuvisteis con tu hermana a su lado, lo visteis morir. ¿Qué pasó cuando no había más palabras?
Ha sido por supuesto la experiencia más dura de mi vida, estar a su lado al final fue totalmente inspirador. La lección de vida que dio durante la última etapa de su vida fue brutal. Decían que se había ido dando una lección de sabiduría, de aceptación. Mi padre era un firme enamorado de la vida, no así del paso del tiempo, porque decía que él se sentía joven. Pero a desaparecer le tenía el miedo, y lo perdió. Ha sido muy difícil, yo no siento que me haya despedido y nunca lo haré. Es verdad que lo echo muy de menos porque no me puede responder, pero ha dejado tanto dicho... La huella de sus palabras ha sido tan intensa que yo todavía cuando le pregunto encuentro una respuesta. Echo de menos comentar cosas y tener su visión. Tanto Lola como yo nos sentimos muy llenas de nuestro padre.

Mucha gente decía que estaba "loco de verdad", ojalá todos los locos fueran igual que él. Pensaba mucho en el amor y me gustaría comentar un poco esta visión, porque tú eres muy quinteriana amando|estimando.
Sí, yo siempre le decía: "la única persona que ha sufrido más que tú por amor soy yo". Para mi padre el amor era fundamental en la vida, el amor a la vida. Mi padre se tenía que querer como quieren los gatos y él también quería así. Quería con incondicionalidad, aceptando al otro cómo es, con sus defectos y sus virtudes, pero intensamente. El signo más importante de estima es respetar la libertad del otro y él siempre nos amó de esta manera, y nosotros aprendimos a amar de esta manera también.

Andrea Quintero, hija de Jesús Quintero foto Miquel Muñoz (2)
Foto: Miquel Muñoz

Siempre decía "mis amores charnegos" refiriéndose a ti y a tu hermana. Siendo el andaluz más universal, ha tenido dos hijas catalanas. ¿Cómo es eso? ¿Le gustaba Catalunya?
Él se sentía muy orgulloso de sus hijas charnegas, siempre decía que el arte entra por el sur y el juicio entra por el norte. Pensaba que el charnego es una combinación mágica, yo lo pienso también, siempre me presento así, me encanta tener las dos tierras. Él, como amante de la cultura, la lengua catalana le encantaba y siempre nos hacía hablar en catalán. A veces intentaba cantar la canción del avi Siset, todo le generaba mucha curiosidad. Mi padre era un amante de todos los pueblos de España y más de aquellos como Catalunya que tienen una identidad propia. Es verdad que Andalucía también la tiene, pero el andalucismo es diferente al catalanismo en muchos puntos. Él siempre era uno persona dispuesta a escuchar y este tema no era una excepción.

¿Tenía algún referente cultural de aquí?
Serrat, Lluís Llach, una figura tan extraña como Salvador Dalí, a quien nunca consiguió entrevistar. Muchos referentes.

Ha dejado buena semilla y dejará su legado en alta estima.
El libro es la mejor manera de conocer a mi padre. Creo que es una buena inspiración y sirve para seguir haciéndonos preguntas.