La exposición "La máscara no miente nunca", que puedes visitar del 15 de diciembre al 1 de mayo en el CCCB, repasa los usos políticos de la máscara en la modernidad y aborda las políticas de control sobre el rostro, las resistencias culturales a la identificación y la defensa del anonimato.

Ciertamente, el mundo no se puede entender sin máscaras y enmascarados, y todavía menos en el momento actual, en el que una pandemia obliga la población a vivir detrás de ellas.

 El mundo no se puede entender sin máscaras y enmascarados

Mascarilla   pexels

La pandemia de la Covid-19 ha obligado a todo el mundo a ponerse mascarillas

"Las máscaras sirven para comunicarnos con lo que es invisible, pero también poseen un componente subversivo y clandestino. Detrás de la máscara, al amparo de lo que no se ve, nuestra identidad queda en secreto y somos capaces de hacer realidad los deseos más prohibidos con una cierta seguridad. La máscara no es pasado, como tampoco miente", dice Servando Rocha, comisario de la exposición y activista cultural.

A raíz de la publicación del ensayo 'Algunas cosas oscuras y peligrosas. El libro de la máscara y los enmascarados', de Servando Rocha, la exposición plantea una historia subterránea del último siglo y medio bajo el signo de una máscara desacralizada, que se infiltra dentro del paisaje político como instrumento al servicio de perversos ejercicios de poder o como herramienta para la construcción identitaria en el activismo político y las luchas sociales.

A su vez, Jordi Costa, cocomisario de la muestra, señala que “tendemos a relacionar la máscara con el concepto de peligro, clandestinidad y oscuridad, pero ésta tiene muchos significados distintos”. Y compara el uso de la máscara en el actual contexto pandémico que obliga a la ciudadanía a protegerse de la covid-19 con una máscara. “Ahora es el rostro desnudo lo que nos inquieta. Casi como si, en tiempos prepandémicos, de noche nos encontráramos a alguien enmascarado”, comenta.

Por su parte, Costa subraya el "poder" que tiene la máscara en el comportamiento de las personas. “Cuando te pones una mascarilla sale tu parte más pulsional. Te ves capaz de hacer cosas que sin máscara no harías”, hecho que queda patente en la exposición "La máscara nunca miente".

Desde el Ku Klux Klan hasta las Pussy Riot, en la exposición se extiende un repertorio heterogéneo de rostros enmascarados tras los cuales se esconde no sólo una identidad, sino también el origen de algunos fenómenos que definen nuestro presente. Es el caso, por ejemplo, de las fake news, la conspiranoia o los mecanismos de control biopolítico.

 

Máscara del Neolítico (Hirbat Duma)/CCCBMáscara del Neolítico / CCCB

La exposición está estructurada en siete ámbitos enlazados por curiosas recurrencias temáticas e iconográficas, hecho que se combina con una amplia selección de recursos documentales y audiovisuales. Así pues, la amplia gama de prestaciones tecnológicas disponibles permite explicar los diferentes significados de la máscara (capuchas de protestas feministas, máscaras de luchadores mexicanos...) y la singularidad de los diversos contextos en que la ocultación del rostro ha adoptado un cariz político (objetos masónicos, panfletos activistas...).

 

ProtestaMáscarasNYProtesta por las calles de Nueva York/ Imagen promocional de la exposición, CCCB (Larry Fink)

En la exposición "La máscara nunca miente", que puedes visitar del 15 de diciembre al 1 de mayo en el CCCB, se pueden encontrar piezas de artistas como Félicien Rops, Lavinia Schulz, Leonora Carrington, Kati Horna, Marcel Janco, David Lloyd y Lourdes Grobet, entre otros, conviven en el espacio de la muestra con nuevas producciones artísticas hechas expresamente a cargo de Nico Roig, Martí Riera y Onliyú, José Lázaro, Joaquín Santiago, Fernando González Viñas, Dostopos, May Pulgarín , Las Migras de Abya Yala, Domestic Data Streamers, Antoni Hervás, Beatriz Sánchez y Gitano del Futuro.

 

 

Imagen principal: Imagen promocional de la exposición, un luchador de lucha libre levanta una máscara/CCCB