La teoría del caos establece que pequeños cambios en las condiciones iniciales pueden crear grandes diferencias en el resultado final de prácticamente cualquier circunstancia, incluida la psicología de una persona. Esto hace que muchas las consecuencias de determinados sucesos no sean predecibles ni afecten por igual a todas las personas. 

El efecto mariposa

La gran pregunta de la teoría del caos es la siguiente: ¿es posible que el leve aleteo de una mariposa termine causando un huracán? “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, dice un proverbio chino.

Lo cierto es que cada una de nuestras decisiones y actos están interrelacionados entre sí, lo que hace que las consecuencias puedan ser impredecibles. El origen del conocido como efecto mariposa está en las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz. En un sistema no determinista, pequeños cambios iniciales pueden derivar en un efecto destacable, debido al llamado efecto de amplificación. 

Así se puede explicar el retraso de un avión o la trayectoria de una gota de agua. Es de esta forma cómo la teoría del caos explica algo tan complejo como el Universo o las condiciones climatológicas, pero también la forma de actuar de una persona. Un pequeñísimo cambio en un punto, puede hacer que todo cambie. 

El origen

El primer descubridor del caos fue Jacques Hadamard quien, en 1998,  publicó un estudio sobre el movimiento caótico de una partícula libre que se desliza sin fricción sobre una superficie de curvatura negativa constante. Hadamard demostró que todas las trayectorias de las partículas son inestables, ya que todas divergen entre sí.

Pero fue Henri Poincaré, un matemático, físico y teórico francés (1854-1912) quien, a principios del siglo XX, demostró que, incluso los sistemas aparentemente insignificantes, podían producir comportamientos muy complejos. Sin embargo, pasarían años hasta que la ciencia dimensionara en su totalidad las consecuencias de este descubrimiento, que traspasa con mucho el sistema físico: el efecto mariposa. 

Una mariposa aleteando / Unsplash
Una mariposa aleteando / Unsplash

Caos, no desorden

Es importante comprender que el caos no supone falta de orden, sino que la realidad no se ajusta a un modelo lineal y que lo caótico no va más allá de unos límites porque, aunque las posibilidades son múltiples, los resultados son limitados. Además, existen predisposiciones, llamados atractores, a que los fenómenos se sucedan de una forma determinada. 

Esta teoría es aplicable a las ciencias naturales y también a muchas disciplinas, entre ellas, a la psicología, donde algunos investigadores de la psicología clínica y cognitiva han analizado cómo puede variar el comportamiento humano desde esta perspectiva.

La teoría del caos puede ser utilizada para explicar la diversidad de actitudes, pensamientos, emociones o creencias y por eso cada tratamiento tiene que ser evaluado según las pequeñas circunstancias de cada persona que se enfrenta al suceso en sí y la misma receta no vale para todo el mundo. De hecho, hay una amplia variedad de circunstancias que pueden moldear el pensamiento y la conducta y esta teoría puede servir para explicar por qué algunos tratamientos no son útiles en determinados casos. O por qué las personas no reaccionan igual ante un mismo estímulo.