La falta de tiempo siempre ha sido un obstáculo en nuestra rutina de vida. Con frecuencia, la acumulación de actividades, tareas y compromisos, ha mermado la disponibilidad de horas con la que contamos a lo largo de la jornada, generándonos tal nivel de frustración y agobio que termina afectando nuestra tranquilidad emocional. Ante esta circunstancia, cabe la pregunta: ¿Es posible gestionar el tiempo de forma tal que nos permita controlar el estrés?

Aunque no existe una fórmula precisa para gestionar el tiempo, podemos aplicar algunos hábitos y técnicas en nuestra vida diaria a fin de optimizar las labores y ser más efectivos en el trabajo, consiguiendo una mejora considerable en la salud emocional. Aquí te mostramos el camino.

La falta de tiempo cada vez es más común

  • Identifica las necesidades actuales

El punto de partida para conseguir una gestión óptima del tiempo es determinar cuáles son las necesidades que debemos atender actualmente. Es preciso identificar, con la ayuda de un listado, si estamos necesitados de tiempo libre, de mejorar la manera en que organizamos las tareas o de realizar aquellas actividades que ya las tenemos programadas. También, es posible que necesitemos ampliar el tiempo entre los compromisos asumidos, para no tener que estar al límite.

Al identificar nuestras propias necesidades, podremos determinar nuevos hábitos que nos ayuden a conseguir una adecuada optimización del tiempo, así como priorizar tareas o prescindir de aquellas que no consideramos importante. Aún cuando sean muchas las necesidades que vayamos identificando, es aconsejable considerarlas todas para, más adelante, empezar a tamizar la lista.

Manejar Tiempo
Manejar Tiempo
  • Analiza cada una de las actividades diarias

Una vez que tengamos la lista terminada, debemos analizar qué es lo que está impidiendo satisfacer esas necesidades. Para ello, resulta indispensable examinar cada una de las tareas y actividades que realizamos día a día, desde el momento en que nos levantamos hasta la hora en que nos acostamos, con el fin de identificar aquello que nos está consumiendo más tiempo.

El análisis debe ser integral. No basta con realizar una revisión ligera de nuestras actividades diarias, tendremos que revisar todas y cada una de las tareas habituales que ocupan nuestro tiempo a lo largo del día, así como aquellos compromisos que cumplimos casi como rutina. Solo así, vamos a visualizar aquel momento del día en que la productividad la tenemos a tope, así como aquel instante en el que procrastinamos.

  • Detecta los hábitos que nos roban tiempo

Identifica aquellas actividades que, lejos de aportar valor para el cumplimiento de nuestros objetivos diarios, lo único que hacen es robarnos el tiempo del que disponemos. ¿Con que frecuencia revisamos las redes sociales? ¿Y el correo electrónico? ¿hablamos mucho por WhatsApp?

A lo largo del día, todos terminamos realizando actividades que nos consumen recursos y no suman valor al cumplimiento de nuestros objetivos; esas son las acciones que atentan contra una adecuada gestión del tiempo. Las distracciones y la desorganización hacen que no podamos cumplir con nuestras labores importantes, generando frustración y elevando nuestro nivel de estrés.

  • Programa el trabajo diario

¿Qué cambios debemos realizar para optimizar las labores diarias? La programación del trabajo es muy simple; debemos empezar por dejar de lado aquellas actividades de las que podemos prescindir. Es probable que algunas de ellas podamos delegar para disponer de más tiempo, mientras que otras debamos dejarlas de lado porque, sencillamente, no nos aportan valor.

Es en esta etapa en la que, también, debemos priorizar aquellas tareas o actividades sobre otras que aportan menos valor para el cumplimiento de los objetivos trazados.