Se nombra mucho a la presión arterial alta y lo que puede suceder si no se controla, pero tener una presión arterial anormalmente baja puede ser igual de dañino si no se trata adecuadamente.

A diferencia de los síntomas de la presión arterial alta, los síntomas de la presión arterial baja son más directos y fácilmente reconocibles. El desarrollo de síntomas suele ser una señal de advertencia de un trastorno subyacente potencialmente grave. En todo caso y en términos generales, la presión arterial tendría que caer mucho antes de que se desarrollen los síntomas.

Síntomas

Los síntomas de la presión arterial baja pueden variar según la rapidez en la caída de la presión arterial. Si se desarrolla rápidamente, quien la sufre puede terminar desmayándose. Por el contrario, si se desarrolla gradualmente, es posible que se sienta cansado y débil, pero que no sea consciente de su condición.

Los síntomas de la presión arterial baja pueden incluir mareo, aturdimiento, visión borrosa, fatiga, debilidad, falta de concentración, palpitaciones, náuseas y desmayos.

La presión arterial baja suele ser más grave cuando reduce el flujo sanguíneo a órganos críticos, como el corazón o los pulmones, y este flujo sanguíneo menor continúa durante mucho tiempo. En cuestión de minutos, un suministro reducido de sangre al corazón o al cerebro puede provocar daños irreversibles. La presión arterial crónicamente baja también puede tener un efecto adverso en los riñones.

Si la caída es repentina y severa, se puede sufrir una sensación de “muerte inminente”. En casos más extraños, una caída dramática puede provocar un desmayo, shock, coma e, incluso, la muerte.

Causas

Aunque hay una serie de razones que pueden causar una fuerte caída de la presión arterial, una de las más comunes es tomar una dosis demasiado alta de medicamentos antihipertensivos.

Otras causas están relacionadas directa o indirectamente con condiciones que afectan el volumen sanguíneo o a la fuerza con la que la sangre se mueve a través de las arterias y las venas.

Los síntomas de hipotensión ocurren cuando el cuerpo es incapaz de compensar la pérdida de volumen de sangre debido a deshidratación, sangrado u otra causa. También ocurre debido a la reducción de la circulación sanguínea por insuficiencia cardíaca, enfermedad vascular periférica o dilatación inapropiada de los vasos sanguíneos.

El aumento de la frecuencia cardíaca envía más sangre a través de los vasos sanguíneos con el tiempo que si el corazón late más lentamente.

Con el tiempo, esta compensación tendría efectos nocivos. Privar a los brazos y las piernas de sangre puede provocar atrofia y desgaste muscular. El flujo de sangre a los intestinos también puede desviarse, lo que puede provocar daños en los tejidos y hemorragia gastrointestinal grave.

Además, una frecuencia cardíaca sostenida de más de 100 latidos por minuto podría comprometer el propio corazón, aumentando el riesgo de insuficiencia cardíaca y de muerte súbita.

Diagnóstico

La hipotensión se puede diagnosticar mediante el uso de un tensiómetro, que mide tanto la presión sistólica como la presión diastólica.

Aunque la hipotensión no tiene una definición exacta, se considera que 90/60 es el punto límite por el cual se puede diagnosticar razonablemente la hipotensión. De todos modos, esto no representa con exactitud lo que realmente significa presión arterial baja.

Tensiómetro / Unsplash
Tensiómetro / Unsplash

Tratamiento

El tratamiento de la hipotensión depende de las causas subyacentes. No es raro que las personas a las que se les recetan medicamentos para la presión arterial alta terminen con una presión arterial demasiado baja. En ese caso, un simple ajuste de la dosis bastará para corregir la condición.

Si la deshidratación contribuye al problema, sería necesario aumentar la ingesta de líquidos. Asimismo, añadir más sal a la dieta también puede ayudar a normalizar la presión arterial.

Las medias de compresión también pueden ayudar al forzar la acumulación de sangre en las piernas. Este es un tratamiento común para personas con insuficiencia cardíaca y otros trastornos circulatorios.

En algunos casos, se pueden recetar medicamentos para contrarrestar las anomalías fisiológicas que otras intervenciones no pueden. Estos incluyen la fludrocortisona, que aumenta el volumen de sangre, y la midodrina, que restringe los vasos sanguíneos y aumenta la presión arterial.