Una alternativa saludable es la elaboración casera de estas cremas de frutos secos

crema de cacahuete
 

Cremas de frutos secos

Las cremas de frutos secos pueden ser un recurso útil para untar el pan del bocadillo de los niños. Sin embargo, hay que leer con detenimiento la lista de ingredientes y la composición nutricional de estos productos de elaboración industrial para comprender que resultan más un dulce que una verdadera crema de frutos secos.

  • En la crema de avellanas, la más conocida y empleada, la cantidad de frutos secos que se añade para su elaboración es inferior a la de azúcar (primer ingrediente) y aceites vegetales (segundo ingrediente). En la marca que más avellanas contiene, éstas suponen tan sólo el 13% del total de ingredientes (en otras marcas, apenas el 3%). Además conviene conocer la calidad de las grasas de adición. Si se añaden grasas vegetales de coco y de palma, o grasas hidrogenadas, el producto se enriquece en grasas saturadas. El consumo frecuente y en cantidad de éstas se asocia a aumentos del colesterol plasmático, algo negativo para la salud infantil. Si en su lugar se emplearan más avellanas, ricas en grasas insaturadas, el producto sería más saludable. Tras leer los ingredientes, se puede comprobar lo poco que tiene que ver la composición real de los productos con el orden de ingredientes con el que se publicitaba una conocida marca en su día: «leche, cacao, avellanas y azúcar».

  • La crema de cacahuete, denominada de forma errónea por muchos consumidores como mantequilla de cacahuete, es otra opción para almuerzos y meriendas energéticas y nutritivas. La diferencia entre la elaborada de manera artesanal y la industrial es en general notable, por lo que interesa de nuevo leer los ingredientes. La más natural y saludable se elabora con cacahuetes pelados, tostados y molidos con anterioridad, que se mezclan con aceite de cacahuete (o tan sólo con agua) hasta obtener una pasta cremosa y grasienta. Se caracteriza por el puro sabor a cacahuete y por ser un alimento concentrado de energía, grasas y proteínas, necesario para suplir estos nutrientes en los niños más activos.

  • Con las semillas de sésamo machacadas y mezcladas con aceite de sésamo se obtiene el auténtico tahini o pasta de sésamo. La riqueza en ácidos grasos insaturados de las semillas, unida a su contenido en sesamol, un componente antioxidante, explican las virtudes nutricionales de esta pasta. Un tentempié muy sabroso que gustará a los más pequeños es el pan tostado untado con miel y «pintado» de tahini, lo justo para paladear, porque es un alimento muy concentrado tanto en nutrientes y energía como en sabor. El sésamo es potencialmente muy alergénico, un aspecto que puede ser negativo para los niños más hipersensibles y quienes tienen alguna alergia alimentaria diagnosticada.
    Como sucede en las versiones industriales de estos productos, la parte más negativa es la adición de grasas vegetales poco saludables (ricas en grasas saturadas o grasas trans). Estos componentes desvirtúan el interesante valor nutricional del producto en origen bien elaborado. Además, algunas marcas llevan aditivos espesantes y, si no se conoce el tipo, su consumo no sería seguro en caso de intolerancias (al gluten o a la lactosa) o alergias alimentarias.

Una alternativa saludable es la elaboración casera de estas cremas de frutos secos, como la de avellana. El resultado será un alimento con un sabor más auténtico y del que se conocen con detalle todos los ingredientes.