Una "bestialidad". Así define un agente de la Guardia Urbana de Barcelona el nuevo fichero de datos que la alcaldesa de la capital catalana, Ada Colau, ha sacado adelante para "gestionar procedimientos de información reservada a funcionarios" de la policía municipal de la ciudad.

El Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona (BOPB) del 23 de febrero recoge esta nueva acción municipal por la cual se ha aprobado esta iniciativa, que no ha gustado nada a los agentes del cuerpo de la Urbana. Y es que el nuevo fichero, denominado "Gestión de la Unidad de Deontología y Asuntos Internos de la Guardia Urbana", pide a los agentes datos como la tendencia sexual, la ideología, la religión, la tarjeta de crédito, las creencias de origen racial, las aficiones o el estilo de vida.

"Sólo hace falta que te pidan los códigos PIN de las tarjetas de crédito", se lamenta este agente de la Guardia Urbana a El Nacional, que añade que eso "es increíble" porque no pasaba "ni con los nazis, ni con los judíos". Eso sí. El BOPB asegura que no se prevé que estos datos se transfieran a nivel internacional, pero sí que serán comunicadas "a administraciones o entes públicos que lo requieran".

Más unidos que nunca

Eso, asegura el agente a este diario, "ha conseguido unir a los sindicatos en contra de ella". CC.OO., UGT y SAPOL (el sindicato de agentes de la policía local) han redactado una nota conjunta para "tranquilizar a todos los compañeros" y ponen de manifiesto que sus servicios jurídicos trabajan "para comprobar la legalidad del fichero deontológico" y piden a los agentes que llenen un documento para que el Ayuntamiento les tenga que facilitar todos los datos que tengan.

Ahora bien. Con este documento también pretenden exigir "la cancelación de los ficheros" y sus contenidos, así como trasladar su "oposición a que introduzcan nuevos datos" porque consideran que este requerimiento es una "presunta vulneración de los derechos fundamentales de las personas".

Precisamente por eso, los sindicatos ponen encima de la mesa que desde hace un tiempo "trabajamos unidos", una unión que, subrayan, "no gusta a la Administración", pero tampoco a otros sindicatos que esperan que "recapaciten y que vean que el interés sindical no tiene que estar por encima del interés de los compañeros".