Si Barcelona es la ciudad de las obras eternas, el proyecto de la Biblioteca Pública del Estado -anteriomente, Biblioteca Provincial- juega en la misma liga que la Sagrada Familia, la estación de la Sagrera o el tronco central de la L9 del Metro. Se trata de un viejo proyecto, ya soñado por el ministro Jorge Semprún el lejano 1989, que, finalmente, parece encarrilado definitivamente. Así lo ha anunciado, con bombo y platillos, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, que este viernes ha puesto fecha al inicio de la demolición del ala anexa a la estación de Fraça, concretamente el 14 de septiembre, es decir, la próxima semana, no la otra.

Ha sido un largo camino que nada más ahora llega al principio del fin después de que el proyecto quedara paralizado una vez se descartó el emplazamiento inicial, el Mercat del Born, cuando al inicio de las obras para convertir el edificio en la sede de la biblioteca afloraron los restos de la ciudad destruida para construir la Ciutadella, que comportó la reconversión del proyecto en el actual Born Centre de Cultura i Memòria. Todo eso pasaba al principio de siglo, y ha habido que esperar hasta el 2022 para poder concretar de una vez por todas la ejecución del proyecto, que, si todo va bien, estará terminado el 2027, eso sí, todavía sin tener claro el nombre que tendrá.

El nombre todavía está pendiente

Más allá de la denominación oficial del nuevo equipamiento, que históricamente ha sido el de Biblioteca Provincial de Barcelona pero que ahora el Ministerio de Cultura prefiere llamar Biblioteca Pública del Estado en Barcelona mientras que el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, se refiere como "Biblioteca central urbana", el ministro Iceta ha destacado su voluntad de que tenga "un nombre propio y no uno genérico", es decir, el de algún personaje importante relacionado con la lengua y la literatura y ha emplazado a las tres administraciones que participan en el proyecto, gobierno español, Govern y Ayuntamiento de Barcelona a consensuar un nombre del gusto de todos.

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El edificio del fondo será derribado a partir del 14 de septiembre / ACN

En todo caso, ahora mismo lo que ya hay claro es el inicio del derribo del anexo en dos semanas, que permitirá hacerse una idea de la longitud de 180 metros de longitud del nuevo edificio, que se ubicará entre la avenida Marquès de l'Argentera y el paseo Circumval·lació, ocupando el espacio del parking de la estación de França, y el edificio a demoler, situado al fondo. "Es una asignatura pendiente desde hace mucho tiempo", ha señalado Iceta, que se ha alargado por "cambios de ubicación y de usos y momentos en que las administraciones no han trabajado tanto coordinadamente como hasta ahora" y se ha referido al nuevo equipamiento como "la inversión mayor en una biblioteca publica en 125 años".

Financiación estatal, gestión de la Generalitat

La futura biblioteca, con un coste estimado de 55 millones de euros y una superficie útil de 16.168,89 metros cuadrados, será financiada por el Estado, pero gestionada por la Generalitat, que la podrá conectar a la red de bibliotecas del país. En este sentido, la consellera de Cultura, Natàlia Garriga, ha recordado que la Generalitat "nunca ha perdido la oportunidad de reivindicar la obligación del Estado" de construir este equipamiento y ha reivindicado el Gobierno como "heredero de la Mancomunitat de Catalunya" como grandes impulsores de las bibliotecas públicas. "Ahora no hay pasos atrás", ha añadido, para celebrar que finalmente la biblioteca empiece a ser una posibilidad.

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Varias proyecciones de la futura Biblioteca Pública del Estado en Barcelona / Nitidus Arquitectes

Con respecto al edificio, se trata de una construcción en tres bloques, que irán ganando altura a medida que se adentran en dirección a la Barceloneta. Inmerso en el proyecto de futuro de la Ciutadella del Coneixement -de hecho, estará junto al parque- se ha mantenido el proyecto de Nitidus Arquitectes SLP, lo mismo que se tenía que iniciar en 2012 para terminarse en 2015. Diez años después, el arquitecto Josep Maria Miró ha defendido que una característica del futuro edificio será la "flexibilidad", porque "nadie sabe cómo serán las bibliotecas dentro de 10 años". Quizás no habrá que esperar tanto y, si esta vez es la buena, ya se podrá comprobar su versatilidad en 2027.