Barcelona, 19 de marzo de 1882, día de San José. El obispo de Barcelona, José María de Urquinaona y Bidot, coloca y bendice la primera piedra del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en un solar de un incipiente Eixample. De hecho, en el antiguo barrio del Poblet, un núcleo dependiente de Sant Martí de Provençals hasta la agregación de 1897. Tal día como hoy de hace 140 años se iniciaba lo que tenía que ser un templo neogótico sin excesivas pretensiones pero que, a causa del cambio de arquitecto, de Francesc de Paula del Villar a Antoni Gaudí, se acabó convirtiendo en una obra todavía ahora inacabada.

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Han pasado 140 años y la Sagrada Familia ha ido creciendo, poco a poco al principio, y de manera acelerada en las últimas décadas. Convertida en un icono de Barcelona reconocido mundialmente, la silueta de las torres primigenias -las de la fachada del Nacimiento-, son el símbolo que se asocia con la capital catalana, de la misma manera que la Torre Eiffel con París, o la Estatua de la Libertad con Nueva York. Y a nivel local ha dado nombre al barrio que lo acoge, aunque la relación entre el templo y los vecinos no ha sido precisamente una historia de tambores y trompetas.

'!Eso parecen las obras de la Sagrada Familia!'

Después de catorce decenios de obras, han sido muchas las generaciones de barceloneses que se han hecho la misma pregunta: '¿Cuándo se acabará?', y en la sabiduría popular, la frase '!eso parecen las obras de la Sagrada Familia!' equivale a un trabajo que no se acaba nunca y que se prolonga indefinidamente en el tiempo. Con todo, lo cierto es que la Sagrada Familia ha embocado ya su recta final, y aunque se ha descartado finalizarla en 2026 a causa del frenazo de la pandemia de la covid-19, una vez reanudado el ritmo de ingresos prepandemia no es desacertado considerar que los trabajos podrían estar finalizados en pocos años, quizás antes de llegar al 150 aniversario.

La Sagrada Familia en construcción, c. 1915 foto Sagrada Familia

La Sagrada Familia en construcción en una imagen de 1915, bajo la dirección de Gaudí. Se aprecia la fachada del Nacimiento por su parte interior / Sagrada Família

Planta Sagrada Familia Antoni Gaudí y Cornete El templo de la Sagrada Familia

Planta de la Sagrada Familia atribuida a Gaudí, en la parte inferior se ve como un puente supera la calle Mallorca y desemboca en una monumental escalinata

Con todo, si una cosa queda clara en esta fase final, es que el 'cuándo se acabe' ya no es lo más importante, y toma notoriedad el 'cómo se acabará', porque el escollo más importante a estas alturas, más allá de la recuperación de ingresos, es la resolución del acceso a la fachada de la Gloria, un proyecto que ha llevado al enfrentamiento entre el templo y los vecinos por la intención del primero de abrir una avenida que permita el acceso a través de una escalinata, hecho que supondría expropiar y derribar viviendas de vecinos. Un conflicto abierto donde la fecha de finalización es secundaria ante la necesidad de concretar cómo se culminará la obra.

La razón básica del problema es que el desnivel del terreno hace que la puerta principal de la fachada de la Gloria quede elevada unos metros sobre el nivel de la calle de Mallorca. La voluntad del Templo Expiatorio es conectarla con una escalinata que, según la Junta Constructora, responde al proyecto de Gaudí. En el proyecto más ambicioso, la escalinata -que de acuerdo con los cánones actuales, quizás tendría que ser una rampa adaptada, o incluso con ascensores- conectaría el templo con un puente sobre la calle Mallorca y una gran avenida hasta la calle de Aragó, lo cual quiere decir derribar exactamente dos islas del Eixample y desahuciar a miles de vecinos, una posibilidad con la que los vecinos hace décadas que conviven a la espera de una solución definitiva.

"La Sagrada Família ha succionado todo el barrio"

El problema de la escalinata es sólo la parte más visible de todo lo que ha representado la existencia del templo para los vecinos. "La Sagrada Família ha succionado todo el barrio", afirma contundente Gabriel Mercadal, tesorero de la Associació de Veïns i Veïnes Sagrada Família y encargado de temas de urbanismo, vivienda y movilidad de la entidad, además de afectado como vecino de las posibles expropiaciones. En declaraciones en elNacional.cat, Mercadal plantea que la convivencia del templo con los vecinos se pudo "encajar" hasta los años ochenta del siglo XX, pero a raíz de la visita del papa Juan Pablo II en 1982 y los cambios que comportaron los Juegos Olímpicos una década más tarde, la presencia "brutal" del turismo no paró de aumentar.

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La Sagrada Familia comporta un aumento muy importante de los visitantes en el barrio, generando procesos de gentrificación / Sergi Alcàzar

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Antes de la pandemia la Sagrada Familia era visitada por más de 4 millones de personas el año / Sergi Alcàzar

Convertirse en un lugar de peregrinaje -turístico, no religioso- de carácter mundial ha tenido efectos negativos en el barrio, como "el aumento del precio de los pisos o la aparición de pisos turísticos a manta hasta que se regularizaron", y también la "desaparición del comercio de proximidad", sustituido por negocios de souvenirs y de restauración. Además, el aumento de los alquileres ha hecho que "los jóvenes del barrio se marchen y a cambio vengan jóvenes de fuera que sí que pueden pagar los alquileres", es decir, nómadas digitales italianos, franceses y británicos que pueden trabajar en cualquier lugar del mundo y con buenos honorarios. En resumen, un diagnóstico claro de gentrificación que Mercadal resume en una frase demoledora: "El barrio ha dejado de ser barrio".

"El templo incide en el barrio en todos los aspectos", sostiene al representante vecinal, que recuerda que hasta el parón por la pandemia visitaban a la Sagrada Familia 4,6 millones de turistas, "sin contar los que vienen pero no entran". "El templo tiene que intentar encajar en el barrio", continúa, y por eso recuerda que en marzo de 2019 se creó un grupo de trabajo, con representación de las entidades, el templo, pero también arquitectos y representantes del transporte público y el turismo, con un programa concentrado en cuatro puntos: "Respetar las viviendas; regular el turismo; no tocar equipamientos y espacios verdes y finalmente, ver cómo se acaba el templo". Desgraciadamente, el grupo de trabajo no se ha vuelto a reunir e incluso los vecinos han pedido paralizar las obras.

Los planes del templo

Por su parte, fuentes de la Junta Constructora de la Sagrada Familia contactadas por elNacional.cat recuerdan que el carácter del templo como expiatorio -es decir, que se financia con dinero dado voluntariamente con el propósito de expiar pecados, aunque también se incluyen los ingresos de las visitas-, es lo que ha marcado el ritmo de construcción: "Siempre hemos dependido de los recursos que ha habido en cada momento", lo cual comporta que ahora mismo no haya una fecha clara de su finalización: "Dependemos de donativos y visitantes". De hecho, los próximos hitos son finalizar la Torre de San Lucas "en principio a finales de año" y seguir elevando la Torre de Jesús, que pronto superará los 121 metros.

Con todo, con respecto al problema más espinoso, el de la culminación de la fachada de la Gloria, desde la Sagrada Familia se limitan a recordar que "todavía no tiene fecha de inicio", pero que ya hay "licencia de obra para las cuatro torres y las capillas". Y con respecto a la escalinata, una sobria declaración de intenciones: "Se harán encuentros con el Ayuntamiento para encontrar la mejor solución para acabar el proyecto de Gaudí". Una afirmación que contrasta con la visión de Mercadal, que apunta que el templo "tiene una visión faraónica y tanto le da lo que pase con los vecinos". Además, lamenta que todo ello ha generado una cierta división en el barrio "entre vecinos afectados y no afectados".

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La fachada de la Gloria cae sobre la calle Mallorca. La Junta Constructora quiere hacer una escalinata para acceder que implicaría derribar viviendas / Jordi Palmer

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El edificio justo enfrente, en la calle Mallorca, 410, con pancartas en contra de los expropiaciones y a favor de conservar las viviendas / Jordi Palmer

De hecho, existe una entidad específica, la Associació de veïns afectats per la construcció del temple de la Sagrada Família, que defiende los intereses específicos de los vecinos del área supuestamente expropiable, en concreto el edificio de la calle Mallorca 410, un edificio levantado por la constructora Nuñez y Navarro en los años setenta que sería la primera en ir al suelo. Mercadal apunta que en la actualidad hay contactos entre la asociación que representa y la de los afectados y con el Ayuntamiento, "para acercar posiciones" a partir de dos o tres posibles alternativas, pero no con el templo, y confía en que pronto haya resultados positivos.

'Fake news' sobre el edificio de la calle Mallorca

Además, Mercadal niega la leyenda urbana según la cual el constructor inmobiliario Josep Lluís Núñez levantó el edificio sabiendo que estaba en zona afectada o incluso que los vecinos compraron los pisos también sabiendo que lo podían derribar: "Eso son fake news". Según el representante de la entidad vecinal, en el año 1975 Núñez "construyó y vendió los pisos legalmente", y los vecinos "cuando compraron lo hicieron legalmente porque la casa no estaba afectada". De hecho, fue justo después, con el PGM de 1976 cuando la zona quedó afectada.

En todo caso, sobre las posibles alternativas que hay para solucionar el acceso por la puerta de la Gloria, hay posibilidades que no implican derribar ningún edificio, y otros que sólo comportarían el derribo de este primer inmueble, pero de ninguno más, rechazando llegar hasta la calle de València y mucho menos, hasta la calle de Aragó. Entre estas posibilidades hay la de construir un nuevo edificio en la manzana del lado, en una finca situada en la calle Mallorca 424-432 que actualmente es "propiedad del templo", según Mercadal. Una posibilidad pediría levantar nuevas viviendas allí "en igualdad de condiciones" para trasladar a los vecinos afectados.

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Los 140 años de vida de la Sagrada Familia han sido sinónimo de obras continuadas. Ahora ya se está a la fase final / Sergi Alcàzar

Fachada de la Sagrada Família y torre de la Virgen María- Montse Giralt

La Torre de la Virgen ha sido la última en culminarse, fue inaugurada el pasado 8 de diciembre con la iluminación de la estrella que la corona / Montse Giralt

Ahora bien, esta posibilidad sólo es una de las que hay sobre la mesa y no hay nada cerrado ni acordado, lo cual quiere decir que si nunca se llegara a aprobar, a la finalización de la Sagrada Familia habría que sumar el tiempo necesario para levantar el nuevo edificio antes de derribar el que hay justo enfrente de la iglesia. "Y pagado por el templo", señala Mercadal. Hay que tener presente que en todo caso para la asociación de afectados "no tiene que haber escalinata ni nada", y también que, una vez acaben las obras de la Sagrada Familia, la basílica tendrá menos gastos, los dedicados a mantenimiento y rehabilitación, pero seguirá teniendo ingresos.

Así pues, ¿cómo acabará todo?

"Nosotros entendemos que la fachada importante es la del Nacimiento, la de Gaudí", insiste Mercadal, y por lo tanto es la que tiene que tener más notoriedad. "Entendemos que la fachada de la Gloria tenga una cierta visibilidad, pero sin abrir una gran avenida faraónica". Así, mientras la Junta Constructora ya ha dejado claro que no renuncia a la escalinata, desde las entidades vecinales se recuerda de que el templo "es un actor más, no el único actor". Por eso remacha que ahora el debate no es cuándo se acabe, sino cómo. "Tanto se nos da cuando se acabe, el problema es cómo se acabará".

En resumen, a 140 años de la colocación de la primera piedra, todo parece indicar que la basílica de la Sagrada Familia se acerca a su fase final de finalización, con el proyecto de terminar los próximos años las cuatro torres de los evangelistas y la de Jesús, que será la construcción más alta de la ciudad. También se culminará la obra vertical de la fachada de la Gloria. Ahora bien, el debate se sigue situando en cómo se acabará el acceso a la puerta de la Gloria, un escollo que, en todo caso, no se debería alargar indefinidamente. Con 140 años los barceloneses ya hemos tenido más que de sobra.