Barcelona ha sufrido el tercer verano más trágico de Europa, segundos cálculos de un equipo liderado por científicos del Imperial College London y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. De acuerdo con las estimaciones publicadas este miércoles, 24.400 personas han muerto en más de 850 ciudades europeas este verano a causa de las altas temperaturas. Pero podría haber habido unas 7.900 menos si el clima no se hubiera calentado por la quema de combustibles fósiles, lo que significa que la crisis climática está detrás del 68% de las muertes (16.500).

En este contexto, el cambio climático ha sido la causa responsable de 2.841 (el 72%) de las 3.893 muertes estimadas por calor en el Estado español entre junio y en agosto. La ciudad más castigada ha sido la capital catalana, donde han muerto 786 personas por el calor, de las cuales 630 son atribuibles a la crisis climática. Es decir, que ocho de cada diez muertes (80%) tienen que ver con la crisis climática. Estas cifras convierten a Barcelona en la tercera ciudad europea con más muertes adicionales por el calor causado por el cambio climático, con la misma cifra que Atenas, y solo superada por Roma (835) y Milán (1.156). El estudio ha destacado la muerte de Montse Aguilar, la basurera que murió el pasado 28 de junio en plena ola de calor.

El alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, ha recordado que las ciudades se enfrentan "diariamente a la realidad de la crisis climática", sobre todo si tenemos en cuenta los siguientes datos que trae el estudio: las ciudades pueden registrar por término medio entre cuatro y seis grados más de temperatura que las áreas rurales, y el 70% de los europeos viven en ciudades (una cifra que superará el 80% hacia 2050). "Las zonas urbanas son a primera línea y las comunidades vulnerables son las que pagan el precio más alto", ha añadido Collboni, que ha hecho un llamamiento para que se impulse el camino hacia la neutralidad climática "a escala local". "Como ciudad orgullosa de llevar la etiqueta de misión de la UE, estamos profundamente comprometidos", ha remarcado. Finalmente, ha insistido en la idea de que "ha llegado el momento de actuar para alcanzar los ambiciosos objetivos climáticos de la UE y establecer una sólida colaboración entre ciudades".

Hace solo dos semanas que destacábamos la siguiente noticia: Barcelona ha roto el récord de noches tórridas este verano, lo que puede ayudar a entender la información de este miércoles. Según el Servicio Meteorológico de Catalunya (Meteocat), la estación meteorológica del Raval ha contado 36 noches en las que la temperatura no ha bajado en ningún momento de los 25 grados, una cifra que no se había registrado nunca desde que hay registros. Para más inri, 88 de las 92 noches en el Raval han sido tropicales (nunca por debajo de los 20 grados), lo que iguala el récord de 2022. Y la cosa no se acaba aquí: en el conjunto del país se ha pasado de los 35 grados en dos de cada tres días, y en 17 días se ha llegado a los 40 grados. Fue el 16 de agosto cuando el Observatori Fabra de la capital catalana registró la temperatura más alta nunca registrada.

En el resto de los Països Catalans, destaca el caso de València, con 173 muertes adicionales por el calor provocado por el cambio climático. A mucha distancia, tenemos Palma (40), Elx (40), Alacant (39), Castelló de la Plana (33), Perpinyà (25), Lleida (20), Tarragona (20), Mataró (18) i Reus (17).

Los autores del estudio han considerado que el exceso de mortalidad se debe a un incremento medio de las temperaturas de 2,2 grados este verano, con picos de 3,6 grados, que son atribuidos a la crisis climática provocada por la quema de combustibles fósiles y la deforestación. "Puede ser que no parezca mucho, pero nuestro estudio demuestra que variaciones en el calor veraniego de tan solo unos pocos grados pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas", ha declarado la investigadora Clair Barnes, del Imperial College de Londres.

Alerta para las personas mayores

Vale a decir que los datos, probablemente, se queden cortos. El estudio señala el calor extremo como una especie de "asesino silencioso", ya que la mayoría de muertes relacionadas con el calor no se notifican. "Con frecuencia, las personas mueren a causa de enfermedades preexistentes —como problemas cardiacos, respiratorios o renales— que se agravan con las altas temperaturas, y el papel del calor no suele tenerse en cuenta en los certificados de defunción". Las personas de 65 años o más han representado el 85% del exceso de mortalidad ligada al calor, lo que pone de relieve que "los veranos más calurosos serán cada vez más mortales para la población europea envejecida". Actualmente, los mayores de 80 años representan el 6% de la población europea, y las estimaciones prevén que se llegará al 15% en el año 2100.

Los investigadores lo tienen claro: "Un cambio rápido hacia las energías renovables y el abandono de los combustibles fósiles es la forma más eficaz de evitar veranos más cálidos y letales." "Las políticas de adaptación al calor son importantes, como introducir horarios laborales flexibles, ajustar el calendario escolar, aumentar las zonas verdes urbanas y el uso del aire acondicionado, así como mejorar la infraestructura de salud pública", ha apuntado a Malcom Mistry, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Sin embargo, el alcance de estas decisiones es limitado, y "la dura realidad es que, a menos que reduzcamos urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero, las intervenciones mencionadas tendrán un papel limitado a la hora de mitigar los riesgos del calentamiento global de origen humano, no solo sobre la salud, sino también en otros sectores como la agricultura".