La resaca de la Champions se vive de formas diferentes en Catalunya y España. El Barça no pasaba del empate a Nápoles y le llueven las críticas por todas partes, pero el dolor de cabeza parece menos molesto después de lo que pasó en ell Bernabéu con la derrota del Real Madrid a manos de Guardiola, héroe dentro y fuera del césped. El silbato del árbitro del partido fue el detonante de una serie de acontecimientos que reconfortan el alma culé y catalana, como escuchar al técnico de Santpedor hablando en catalán en el estadio blanco... o alargar la hora de ir a la cama para poder disfrutar del show lacrimógeno de su bufón mediático más excitado: Tomás Roncero. La derrota hizo daño, y Tomás no lo podía esconder en 'El Chiringuito'

Roncero MEGA

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Ramos roja EFE

Ramos roja EFE

El 'hooligan' periodístico más famoso del madridismo tardó muy poco en demostrar su decepción, porque según dijo el Madrid no es el que era. "Ojalá no me gustará el fútbol. Me habría perdido 13 copas de Europa, pero estaría feliz viendo documentales y películas de Pipi Långstrump". Para película, la suya, recordando el primer partido de la máxima competición que vio en directo, de la mano de su padre. Era el año 81, época de "los cojones y los garcía". Ganaron por dos a cero, porque "la Copa de Europa es el Bernabéu". Un recuerdo familiar y merengue feliz, pero que le rompe por dentro. Y es que Roncero pagó 90 euros por la entrada de su hijo Marcos... y volvió a casa habiendo sido testigo de una noche negra. Tomás se emocionaba y lloraba como una magdalena. No podía continuar, no se entendía lo que decía entre gemidos. Sólo que el Real "ya no asusta". Buena parte de la audiencia y de las redes no se commovieron en absoluto con el teatro de Roncero. Más bien lo contrario. Las carcajadas todavía perduran.

Roncero llora MEGA

Tomás Roncero llora El Chiringuito de Mega

Roncero llora 2 MEGA

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No sabemos que pasará el domingo en el clásico del fútbol, pero la bofetada a la prepotencia blanca siempre es un buen preludio. De todos modos, menos lágrimas de cocodrilo y más respeto por los rivales en el día a día. Quizás entonces todavía despertaría la empatía de los espectadores.