En tiempo de mascarillas, caen las máscaras. La del Gobierno, que ha levantado el confinamiento total y ha enviado al trabajo a millones de trabajadores sin haber conseguido que el coronavirus siga cobrándose centenares de vidas día tras día. ¿Qué prima más, la tragedia humana o la económica? No busquen demasiado, la respuesta la tenemos delante de las narices. Madrid ha escogido entre el banco y el crematorio, entre el corazón y el bolsillo.

Pedro Sánchez EFE

Pedro Sánchez EFE

Jordi Basté no se lo quiere creer. Su célebre "¡no puede ser!' es hoy un clamor de indignación contra la mezquindad de unos dirigentes que vuelven a poner en riesgo las vidas humanas por las cuentas. El mensaje que nos envían, diáfano: "no podrá acompañar a sus muertos, dejándolos solos, pero ¡enhorabuena! A cambio podrá ir a trabajar". El locutor de RAC1 se hace cruces. Sánchez y compañía no han entendido nada, ni siquiera fijándose en Italia, el espejo que les tendría que guiar en este complicado y funesto camino. Aquí priorizan banderas, arengas e himnos en vez de la ciencia y el sentido común. Todo para intentar, de forma temeraria, maquillar datos, saldos y balances. Su acidez es brutal: "espero comerme este delantal, pero si dentro de 15 días vemos un aumento de muertos en España, tranquilos: estaremos salvando la economía".

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Jordi Basté RAC1

Después oiremos aquellas críticas de sabelotodos desde Madrid contra Boris Johnson, Trump y sus adláteres. La realidad, sin embargo, es que son lo mismo. Y el problema lo entiende hasta los niños y niñas de primaria: reavivarán la catástrofe humana, y no quedará economía por salvar.