Una de las imágenes más inclasificables y lamentables de las últimas horas, aparte del vomitivo deseo de Hermann Tertsch, lo ha lucido orgulloso el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, en su cuenta de twitter. Una imagen de IFEMA, con el orgulloso ejército español entonando el necesario himno español en una situación de crisis como esta. Menos mal que suenan estas notas. Seguro que el coronavirus las oye y se marcha por patas.

Almeida da los buenos días a Madrid, pero gira la espalda al juicio y al sentido común. Que el ejército toque el himno de España no es ningún problema, aunque la imagen es de un retrógrado que echa para atrás. Pero que lo hagan cuando estén desfilando por las academias o si quieren, que se lo pongan en bucle en los vestuario del ejército o cuando les visite el primer soldado de España. Pero no en un hospital. No reuniendo a mucha gente a escuchar las notas. No en medio de una situación de crisis. La imagen hace poner las manos en la cabeza. O hace desembuchar y llamar a las cosas por su nombre, como han hecho el presentador de RAC1, Òscar Andreu y muchos otros: