El próximo 6 de mayo de 2023, el rey Carlos III hará una demostración de poder durante su ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster, dado que llevará una corona de 4 millones de euros: la Corona de San Eduardo. Esta magnífica joya real, la más representativa de la monarquía británica, está compuesta por 444 piedras preciosas y semipreciosas como aguamarinas, granates, rubíes, turmalinas, zafiros, topacios, amatistas y diamantes, engarzadas en oro de 22 quilates.
El diseño de esta corona es realmente espectacular. Del marco base de la corona salen dos estructuras que le aportan un poco más de altura a la joya y en el cruce de estas estructuras se encuentra un orbe y una cruz. La circunferencia principal de la corona está decorada con cruces y flores de lis que han sido colocadas de forma alternada. Todas las joyas de la corona están montadas sobre oro y esmalte blanco en forma de hojas de acanto. Originalmente, la Corona de San Eduardo se completa con un interior de terciopelo morado y una base de piel de armiño. Sin embargo, es probable que este último detalle sea removido de la corona, dado que Carlos III es un fiel defensor del derecho de los animales, de modo que podría ser reemplazada por algún tipo de fibra sintética y vegana.
La Corona de San Eduardo data de 1661, siendo la más antigua de la Casa Windsor, y pesa más de dos kilos. Además de Carlos III, esta joya también fue la elegida para coronar a su madre, Isabel II, Jorge VI, Jorge V, Guillermo III, Jaime II y Carlos II. Sin embargo, al igual que Isabel II, Carlos III solo llevará esta corona durante unos pocos minutos cuando el Arzobispo de Canterbury la coloque sobre su cabeza. Durante el resto de la ceremonia, el nuevo monarca británico llevará la Corona Imperial.
La Corona de San Eduardo abandonará la Torre de Londres para un acto memorable
Aunque esta corona suele representar a la monarquía británica, lo cierto es que los reyes de turno no suelen utilizarla casi nunca, dado que suele estar resguardada en la Torre de Londres, lugar donde se alojan todas las joyas reales. De hecho, que algunas de estas históricas joyas ‘abandonen’ la Torre de Londres es algo realmente inusual, puesto que solo suele ser utilizada para las ceremonias de coronación y la última fue hace 70 años. Sin embargo, en 2013 fue expuesta en la Abadía de Westminster para celebrar el Jubileo de Diamante de Isabel II, y en 2018 fue trasladada hasta el Palacio de Buckingham para grabar un documental sobre la coronación de la reina Isabel II.
En ese documental, la fallecida soberana confesó que la Corona de San Eduardo era realmente pesada y era complicado sostenerla, por lo que tuvo que practicar durante varios meses antes de su coronación. Además, en esa oportunidad también tuvieron que reducir el diámetro de la corona, dado que le quedaba grande. Ahora, la Corona de San Eduardo ha pasado por otra modificación similar, pero en este caso para agrandarla.