La princesa Irene de Grecia, “la tía Pecu”, está muy grave. El Alzhéimer avanza rápido. La consume. Apenas reconoce rostros. Apenas habla. Su vida se apaga despacio, día a día. Una situación que mantiene a la reina Sofía hundida.
Este verano, la emérita no quería viajar a Mallorca. No quería pisar Marivent. Prefería quedarse en Madrid, al lado de su hermana. Irene ha sido su confidente, su apoyo constante y su compañía silenciosa en los peores momentos.
Iñaki Urdangarin, al corriente de las evoluciones de Irene de Grecia
Al final, Sofía aceptó volar a Baleares solo porque su hijo, Felipe VI, se lo pidió. Llegó el domingo por la tarde. Asistió a la recepción oficial del lunes. Y, nada más terminar, pidió volver. No había ganas de veranos perfectos ni fotos oficiales. Quería estar junto a la cama de su hermana.
El estado de Irene es delicado. Muy delicado. Médicos y enfermeras se turnan las 24 horas en Zarzuela. El ambiente es de vigilancia permanente. Cada gesto, cada tratamiento, cada cambio es supervisado al minuto. El empeoramiento es visible.
Urdangarin no es parte activa de la familia real desde hace años. Pero el lazo con Sofía nunca se rompió. Ni siquiera en prisión. Ella le visitó. Le ofreció consuelo. Le habló de fe y perdón. Iñaki nunca lo olvidó. Y en esta línea, no ha perdido el interés por la que fuera su suegra y todo lo que tiene que ver con ella. También por la tía Pecu, con la que compartió muchos momentos mientras todavía formaba parte del círculo real.
Los hijos de Iñaki le mantienen al día
Iñaki Urdangarin no se enteró del estado de Irene por la prensa. Tampoco por un comunicado oficial. La noticia le llegó en voz baja, a través de quienes más quiere: sus hijos. Fueron Juan, Pablo, Miguel e Irene quienes se lo contaron. Y quienes le mantienen al día.
Le cuentan cómo Sofía pasa las horas al lado de su hermana. Cómo rechaza actos sociales para quedarse allí. Cómo su salud emocional también empieza a resentirse. Incluso le han hablado de una caída reciente de la reina, un susto que, por fortuna, no fue grave.
La infanta Cristina actúa como puente. Es ella quien transmite a los hijos los detalles. Ellos, a su vez, se los relatan a su padre. Así, Iñaki conoce lo que ocurre, paso a paso, aunque esté lejos. También sabe que Sofía ha tomado una decisión radical: quiere mudarse a Grecia para cuidar a Irene hasta el final. Y quedarse allí, en silencio, cuando llegue el momento. Un retiro voluntario, lejos de España y de la vida pública.