Estefanía de Mónaco, la hermana menor del príncipe Alberto y una de las figuras más icónicas de la realeza europea, ha anunciado su retirada de la vida pública. La decisión, que ha sorprendido incluso a los más cercanos a la familia Grimaldi, no responde a presiones ni escándalos, sino a una determinación personal que refleja su evolución emocional y su madurez espiritual.
Durante décadas, Estefanía fue sinónimo de rebeldía aristocrática. En un mundo de protocolos rígidos y etiquetas inquebrantables, ella desafió todas las normas: posó para portadas de revistas, incursionó en la música con un éxito inesperado y hasta se integró al mundo circense como domadora. Fue la princesa que convirtió su dolor en una manifestación artística, y su libertad, en bandera.
Estefanía de Mónaco y su evolución física: del ícono de moda al rostro de la lucha solidaria
Los cambios en su apariencia física han sido tan comentados como su trayectoria. Quienes recuerdan a la joven Estefanía de los años 80, atlética, audaz y de estilo andrógino, se han visto desconcertados por su transformación actual. El tiempo, sin filtros ni artificios, ha hecho su trabajo sobre la princesa, y ella, lejos de esconderlo, lo ha abrazado con una honestidad conmovedora.
A sus 60 años, Estefanía se aleja de las cámaras sin escándalos ni lágrimas, pero con una confesión que sacudió a los medios: “Ya no le veo sentido a hablar de mí, además, nunca ha sido lo mío. Tengo 60 años, siento que he dado suficiente y, sobre todo, he dicho todo lo que tenía que decir”. Así lo expresó en una entrevista exclusiva con Point de Vue, donde aseguró que no busca más protagonismo. Una retirada digna, casi poética, que representa el final de una era para la realeza monegasca y el inicio de un nuevo capítulo más íntimo y comprometido.
Compromiso inquebrantable: Estefanía y su cruzada contra el VIH en Mónaco
Pero no se trata de una desaparición absoluta. Estefanía no abandona del todo la escena pública. Su lucha contra el VIH sigue siendo su prioridad. Desde hace más de 15 años lidera Fight Aids Mónaco, una organización que presta apoyo a personas que viven con el virus y promueve campañas de prevención en el Principado. Un compromiso que nació de una experiencia personal, cuando una amiga cercana fue rechazada por su entorno al ser diagnosticada con VIH.
Lejos de las galas reales, Estefanía ha optado por un activismo silencioso pero firme, con actos pequeños y significativos que poco tienen que ver con los lujos palaciegos. Este mes de junio, la princesa celebró el aniversario de la asociación acompañada de su hija menor, Camille Gottlieb, quien se perfila como su heredera en esta lucha social. "Para hablar de la lucha contra el sida en Mónaco y de las batallas que libramos, siempre estaré presente”, afirmó
“Es hora de jubilarme. Me lo merezco, ¿verdad?”, dijo con una sonrisa que resumía décadas de sacrificio, dolor y perseverancia. Su despedida no es un portazo, sino una transición serena hacia una vida con menos reflectores y más propósito. Aunque se aleja de los actos oficiales y de los compromisos institucionales, ha prometido mantenerse visible en lo que realmente importa: la defensa de los más vulnerables.