Situar al presidente en funciones, Mariano Rajoy, a menos de un metro de una estelada puede parecer imposible a día de hoy con el proceso en el orden del día y el Parlament tirando adelante –en contra de la voluntad del ejecutivo– las conclusiones del proceso constituyente, entre muchas otras cosas.

Pero en 1997, Rajoy –cuándo era ministro de Administraciones públicas– fue invitado a los actos de la escuela de verano de la Juventud Nacionalista de Catalunya (JNC) y asistió. Y, además, no iba solo.

En el otro lado del entonces secretario general de Convergència, Pere Esteve, y bajo una gran estelada donde se puede leer claramente 'Catalunya soberana', también había quien fue presidente de Extremadura durante 24 años, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que últimamente no ha hecho más que amenazar Catalunya si acaba desobedeciendo y marchándose de España.

Este marzo, por ejemplo, Ibarra avisó de que "España está preparada para golpes de estado desde fuera del sistema", aunque aseguró que no desde dentro, pero sí que se atrevió a vaticinar que la desconexión tendría "graves consecuencias", así como a rechazar cualquier propuesta de consulta que no votara –también– el resto del Estado.

El encuentro de 1997 con estos curiosos invitados tenía como objetivo hablar sobre las relaciones Catalunya-Espanya en el siglo XXI. Casi 20 años después, el debate continúa abierto, pero con una diferencia clara: Catalunya ya se ha cansado de esperar que España se digne a permitir consultar a los catalanes –otra vez, entre muchas otras cosas– y Rajoy no se acercaría ni loco a un acto que exhibiera una estelada gigante.