La solución a la crisis de accionariado de las tres familias propietarias del grupo Freixenet parece que tiene una única salida, o todo o nada. La rama del presidente del gigante del cava catalán, José Luis Bonet, que ostenta un 29% de las participaciones, ha decidido unirse a la revuelta liderada por el vicepresidente y director financiero, Enrique Hevia, que cuenta también con un 29% y que ya ha mostrado en reiteradas ocasiones su disconformidad con la gestión de la familia Ferrer Noguer, propietaria del 42% restante. La pérdida de rentabilidad de Freixenet, que ha pasado de superar un beneficio de 30 millones anuales antes de la crisis a cerrar el ejercicio 2012-2013 con 10,2 millones y el ejercicio 2014-2015 con un alarmante beneficio de 2,2 millones, ha hecho estallar el conflicto interno. Las tres familias tienen claro que la situación no puede continuar así y que la compra o venta de una de las dos partes es la única solución capaz de resolver el entramado, según han explicado a El Nacional fuentes próximas a la empresa. Una opción que en cualquiera de los casos y siempre y cuando no vaya a parar a manos de terceros, contaría con el beneplácito de los trabajadores de la empresa por su línea relativamente continuista. 

De esta manera, las dos familias que aglutinan un 58% presentaron durante el consejo de administración celebrado el lunes pasado, una propuesta conjunta de traspaso a un comprador único que en caso de materializarse, dejaría en inferioridad a la rama del consejero delegado de Freixenet, Pedro Ferrer. Sin embargo, la familia Ferrer tendría antes un derecho a tanteo sobre cualquier propuesta de compra para igualar una oferta que de momento, ha sido valorada entre 550 y 600 millones de euros. Por otra parte, Bonet y Hevia también se han puesto en contacto con entidades financieras, con lo que tampoco descartan la opción de compra del 42% de los Noguer, según ha podido saber El Nacional. 

Alemania, por partida doble

Aunque todavía no se ha formalizado el proceso de traspaso, las intenciones son claras y los pretendientes internacionales no se han hecho esperar. La multinacional alemana Henkell, propiedad de congelados Oetker, ya se ha posicionado como la principal interesada y su entrada podría revertir la situación en Alemania, donde Freixenet ha perdido un 20% de su facturación en el 2015 como respuesta de un intento fallido de subir los precios del cava en el país teutón. Mientras tanto, Alemania ha cerrado el 2015 como principal importador del sector de cava con 33 millones de botellas, un 8,29% más que en el 2014, según un informe económico presentado por el Consell Regulador del Cava, un par de semanas atrás. 

Menos ventas en España

El equilibrio de ventas en Catalunya y España es difícilmente sostenible, lo que Freixenet gana en una parte, lo pierde en la otra. El impacto de la crisis y la fuerte bajada de ventas en el conjunto de España, donde Freixenet ha facturado 150 millones menos que antes de la crisis, ha puesto en duda el modelo de gestión y el futuro de la compañía, que se encuentra bajo mínimos después de haber reducido un 5,5% su volumen de ventas hasta los 501 millones. En este sentido, la situación de la empresa catalana sí que va en concordancia con la del sector, que cerró las ventas del 2015 con 700.000 botellas de cava menos en España que el año pasado. Un hecho que no estuvo ausente de polémica debido al posible boicot contra el cava catalán, aunque el presidente del Consell Regulador del Cava y director de comunicación de Freixenet, Pedro Bonet, ya aclaró que "en el sector ya no hablamos de boicot". "Probablemente sigue habiendo y lo tenemos asumido, no consideramos que haya sido una nueva causa o un brote que haya influido", dijo.

Ahora bien, más allá de cualquier posible boicot, la salida a la encrucijada familiar del accionariado de Freixenet queda pendiente de resolución hasta el próximo consejo de administración de la empresa que se celebrará después de Semana Santa. O quizás, hasta bastante más allá.