Las criptomonedas y las energías renovables pueden tener algo en común que revolucione el mercado de la luz, un invento "mundial" según sus impulsores catalanes, las empresas Factorenergia y Blockchain Digital Energy. La tecnología blockchain, que blinda los datos digitales, da a las comunidades de autoconsumo información sobre la luz que consume y la que le sobra en tiempo real y para que puedan comerciar con ella. 

"Es un avance mundial, la primera vez que se digitaliza la energía y se podrá tokenizar", ha señalado durante la presentación del acto en la Casa Seat de Barcelona Emili Rousaud, consejero delegado de Factorenergia. 

Las comunidades de autoconsumo colectivo, que crecen en Catalunya, permiten al consumidor ser un elemento activo en el comercio de la luz. Las placas solares, inversión compartida por los vecinos, reparten la luz de manera equitativa y se convierten en un activo para los consumidores, que pueden revenderla a la red cuando les sobra o escoger a qué hora poner la lavadora o hacer mayores gastos energéticos. 

En ese reparto, la tecnología 'blockchain' puede ser clave porque "da inmutabilidad a las lecturas de la luz, la información es inalterable y eso le da credibilidad para que confíen tanto los partícipes como la comercializadora", ha apuntado Lluís Mulero, business developer manager de Blockchain Digital Energy. Es una lectura de la luz a tiempo real que se genera a la vez para la empresa y para el usuario y que, como sucede con las criptomonedas, no se puede alterar por ninguna de las partes. Funciona como "un notario digital", ha concluido Mulero. 

La inversión conjunta que han estimado las dos empresas catalanas es de 6 millones después de cuatro años de desarrollo de esta tecnología que esperan poder llevar "a todo el mundo". "Esperamos contar con el interés de las grandes energéticas en un futuro", ha señalado Henry Daunert, consejero delegado de Blockchain Digital Energy. 

Control de los datos y factura cero

La tecnología, ya disponible para los clientes de la luz de Factorenergia que cuentan con instalaciones de autoconsumo colectivo, ya se ha implementado en tres usos diferentes: el residencial, el industrial y los edificios públicos. Los dirigentes han explicado los tres ejemplos con algunas cifras. 

Así, en Esplugues de Llobregat, 159 vecinos del barrio de la Mallola están utilizando la aplicación de blockchain para medir y comercializar con su energía  y, desde que se implantó, ha caído un 37,9% el consumo de energía y se han registrado 816 transacciones con blockchain. Ahora bien, el potencial de crecimiento incluso allí es aún importante, puesto que el 86,6% de la luz se ha exportado. "Si se comercializa con ella en la propia comunidad, la factura puede tender a cero", ha apuntado Mulero. 

En otro caso, en Rubí, el tiempo de luz solar que una escuela pública no utilizaba porque estaba cerrada (en verano, por ejemplo) ha podido reutilizarse en otro edificio público de la Generalitat, unos juzgados, gracias a la información recabada y sellada por la tecnología del blockchain. Una industria de Cornellà, por último, ha servido para verificar su uso industrial. 

El blockchain es una tecnología que, al inmortalizar los datos en tiempo real, consume mucha energía, pero desde Blockchain Digital Energy garantizan que esta también tiene un certificado de procedencia verde. 

"Es la primera vez en el mundo que se lleva a cabo un proceso de digitalización de la energía con tecnología blockchain. Aporta un valor que no somos capaces de imaginar y tiene un gran potencial. Empodera al consumidor para que sepa lo que consume y lo que produce y ya genera ahorros directos", ha apuntado Daunert. La tecnología hará, además, que sea más fácil llegar a una factura cero de la luz por las facilidades para optimizar su uso y comerciar con los excedentes.