Marruecos, tan lejos y tan cerca

- Tomás García Azcárate
- MADRID. Miércoles, 22 de octubre de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 4 minutos
La Comisión Europea (CE) ha propuesto modificar el acuerdo comercial de 2019 entre la Unión Europea y Marruecos sobre productos agrícolas que el Tribunal de Justicia de la UE anuló al considerar que el pueblo del Sáhara Occidental no le dio su consentimiento.
Como nos recuera Efeagro, “si bien la corte comunitaria anuló ese acuerdo sobre productos agrícolas en una sentencia el 4 de octubre de 2024, decidió mantenerlo en vigor durante doce meses más, una prórroga que vence en los próximos días. Ante el vencimiento de la prórroga, la CE ha propuesto la modificación del acuerdo”.
La propuesta
El Tribunal dijo que los productos tenían que ser etiquetados como del Sahara occidental y no de Marruecos y excluidos del campo del acuerdo preferencial. La propuesta propone mencionarlo como “región de origen”, un término que no se encuentra recogido específicamente en la terminología del comercio internacional, pero que no está prohibido.
Con esta mención, la Comisión, y su servicio jurídico, dicen que cumplen la exigencia del Tribunal. La pregunta entonces es quién emite este certificado.
La respuesta, la solución dirían unos (y la trampa dirían otros), es que este certificado sería emitido por el Reino de Marruecos. ¿Pero cuál sería la alternativa si la república saharaui no es reconocida por Marruecos y su “administración” no se ejerce sobre el territorio integrado al reino alauita? ¿Qué otra Administración sobre el terreno puede certificar el origen y la calidad de la mercancía?
Marruecos es una pieza importante, y estable, en una región mediterránea clave para Europa y para España
El Tribunal dice también que el acuerdo podría ser presumido conforme si no incluye ninguna nueva obligación y da beneficios concretos, verificados y controlados a su población. La Comisión propone invertir en proyectos claves para esta población, de gestión del agua, energéticos y de lucha contra la desertificación.
Al mismo tiempo, la Comisión propone extender de manera autónoma a estos territorios el campo de aplicación del acuerdo con Marruecos.
No soy jurista y soy incapaz de decir si la propuesta, ya aprobada por los Ministros a la hora de escribir este artículo y pendiente de la decisión del Parlamento Europeo, encaja con las sentencias del Tribunal. Ya le han dado el visto bueno los servicios jurídicos de la Comisión y del Consejo, pero me sospecho que lo tendrá que dar el propio Tribunal en su momento.
Pero hay hechos que conviene tener en mente.
Unos hechos económicos
El comercio internacional entre Marruecos y sus socios europeos ha experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años, consolidando al reino alauí como un socio estratégico clave tanto para la Unión Europea (UE) como, en particular, para España.
En 2024, el intercambio comercial total de bienes entre Marruecos y la Unión Europea alcanzó un valor de aproximadamente 60.600 millones de euros. De esta cifra, las exportaciones europeas hacia Marruecos sumaron unos 35.300 millones, mientras que las importaciones europeas procedentes del país magrebí fueron de 25.300 millones.
Marruecos continúa teniendo en la UE su principal socio comercial: cerca del 68% de sus exportaciones se dirigen a este bloque, mientras que aproximadamente el 54% de sus importaciones provienen de los países europeos. Esta relación se enmarca en el contexto del Acuerdo de Asociación Marruecos-UE y otros marcos de cooperación económica que han fortalecido los flujos comerciales en ambas direcciones.
Es hora de sentarse juntos en torno a una mesa y buscar soluciones que sean mutuamente aceptables o equilibradamente inaceptables
El sector agroalimentario representa una parte esencial del comercio bilateral. En 2024, el intercambio de productos agrícolas y alimentarios entre Marruecos y la Unión Europea ascendió a unos 7.000 millones de euros. Marruecos logró un superávit de 1.400 millones en esta área, evidenciando su papel como proveedor clave de alimentos frescos al mercado europeo.
Entre los productos más exportados es cierto que se encuentran las hortalizas —especialmente tomates—, con más de un millón de toneladas enviadas al mercado europeo. El valor de estas exportaciones hortofrutícolas superó los 1.700 millones.
España es, junto con Francia, uno de los principales socios comerciales de Marruecos dentro de la UE. En 2024, el comercio bilateral entre ambos países superó los 22.700 millones de euros. Las exportaciones españolas hacia Marruecos alcanzaron los 12.860 millones, mientras que las importaciones desde el país africano fueron de 9.830 millones, consolidando un saldo positivo para España.
Unos hechos políticos
Marruecos es una pieza importante, y estable, en una región mediterránea clave para Europa y para España. No estamos hablando solo del acuerdo pesquero, del control de la emigración ilegal y del tráfico de seres humanos. Estamos hablando de estabilidad política, de lucha contra el fundamentalismo islámico, de prevención de atentados como los que ya hemos sufrido.
No es casualidad que Marruecos sea uno de los primeros países al que visitan todo nuevo jefe de gobierno español y (entre otros) todo nuevo Ministro de Agricultura y de interior, independientemente del color político del gobierno de turno
La obligación del etiquetado específico de los productos del Sahara occidental, y no digamos su exclusión del acuerdo con Marruecos, sería un precedente claro para un tema de gran sensibilidad política en el que la Comisión lleva muchos años mirando para otro lado: los productos obtenidos en los territorios ocupados en contra de as leyes internacionales por Israel y que son etiquetados como israelitas.
Conclusión: un terreno minado
Las organizaciones agrarias españolas y europeas han mostrado su rechazo a la propuesta. En Fruit Attraction 2025, este fue uno de los temas abordados en conferencias, en pasillos y en los corrillos.
Me impresionó la adhesión a la causa palestina y la encendida defensa de los derechos de los saharauis hecha públicamente por varios prohombres del sector. La verdad es que da gusto ver como se humaniza la política y el sufrimiento de los pueblos es tomado en consideración por nuestros responsables.
Ironías aparte, con los vecinos hay que intentar llevarse bien, al menos lo mejor posible. En la feria, varios productores marroquís me explicaron que habían sustituido el cultivo del tomate por otros cultivos más rentables.
En esta batalla, no va a haber ganadores, solo perdedores, por mucho que (a ambos lados del mar común) haya gente que piensa que puede ganar por goleada. Es hora de sentarse juntos en torno a una mesa y de buscar soluciones (que las hay) que sean mutuamente aceptables o equilibradamente inaceptables.