Pasó el mes de agosto sin pena ni gloria para las bolsas y esta semana se cerró en positivo pese a la mala despedida del pasado viernes. Lo realmente reseñable del pasado mes fue el movimiento al alza de los tipos de los bonos en los mercados secundarios, que tocaron su máximo anual con la referencia estadounidense en el 4,33%. Los bonos resumen las expectativas del día a día de los tipos de interés y digieren los datos macroeconómicos que se van conociendo. Un escenario de fortaleza económica y elevada inflación alienta la venta de bonos con la caída de sus precios y la elevación de las rentabilidades, mientras que debilidad económica y control inflacionista permiten que entre el dinero en la renta fija a sabiendas de que ya estamos moviéndonos en las rentabilidades más altas y que solo es posible esperar caídas. Pero estos máximos de agosto dan cuenta de que las incógnitas aún no se han despejado, aunque parece que vamos paso a paso por la buena senda.

Como indican desde Market Screener, los inversores siguen favoreciendo un escenario central basado en tres pilares: el final del ciclo de endurecimiento monetario seguido de una bajada de tipos a partir de 2024, un aterrizaje suave de la economía estadounidense y una inflación bajo control. De momento, los últimos datos macroeconómicos de Estados Unidos les están dando la razón: el índice de precios subyacente (PCE) se situó en el 3,7%, frente al 3,8% previsto, mientras que las nóminas no agrícolas se estabilizaron mes a mes en 187.000, frente a una estimación de 170.000, para una tasa de desempleo del 3,8%. Como consecuencia inmediata, el rendimiento del bono estadounidense a 10 años cayó bruscamente tras alcanzar sus máximos de 2023 en torno al 4,33%. Por desgracia, la suerte aún no está echada. Sin embargo, habrá que superar la zona del 4,00% antes de esperar una caída más pronunciada. 

En Europa, las cosas se encuentran más complicadas. Por el lado positivo, para el escenario de tipos más bajos, ayuda la desaceleración económica y unos datos manufactureros que siguen en niveles de recesión. Sin embargo, el control de la inflación resulta más complicado, sobre todo por la subida de la energía y la imparable carrera de crecimiento de los precios de los alimentos. El índice de precios al consumo (IPC) en la eurozona se ha estancado en agosto en el 5,3% interanual que ya marcó en julio, según los datos publicados el pasado jueves por Eurostat, cuando la expectativa era que retrocediera a un 5,1%. Por su parte, el IPC subyacente (excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco) ha desacelerado este mes de un 5,5% a un 5,3%. Aunque va en línea con lo esperado, esta desaceleración es muy lenta.

Por eso, los analistas ya están pensando en la próxima reunión del BCE el 14 de este mes de septiembre, en el que Christine Lagarde tendrá que decidir si mantendrá el precio del dinero en la eurozona en el 4,25% o tendrá que aplicar más medicina monetaria en forma de subidas. El consenso del mercado duda sobre la necesidad de la Reserva Federal estadounidense de elevar sus tasas (ahora en el 5,25%), mientras que tiene claro que el BCE sí lo hará, aunque duda que sea en esta cita cercana o espere aún a recoger más datos económicos.

Entramos en una semana que se espera tranquila para los mercados, con bajos volúmenes de contratación y donde, además, el lunes es festivo en Estados Unidos por el Día del Trabajo. Bolsas y mercados de bonos cierran, dejando sin referencias a las plazas europeas y asiáticas.

Sin embargo, el discurso de Christine Lagarde, los indicadores PMI de servicios del martes y el miércoles, el último Libro Beige de la Reserva Federal y las habituales peticiones semanales de subsidio de desempleo en EE. UU. del jueves marcarán el ritmo de la semana. También el jueves tenemos la revisión el PIB europeo del segundo trimestre que fue del +0,6% que, probablemente, se recalcule a la baja. Las publicaciones de empresas se limitan casi exclusivamente a las de mediana capitalización: BKW, Acceleron, Tod's, Neurones, D'Ieteren, Rubis y Stef son algunos de los nombres que figuran en las estanterías europeas.

De todas formas, si siguen de cerca el día a día de los mercados, verán que es fácil apreciar que estamos básicamente en un movimiento de zigzag con entradas rápidas en valores castigados que vuelven a corregir al día siguiente y viceversa. Movimientos sin tendencia que permiten a los más avispados ganarse un jornal.