En un contexto económico marcado por la disrupción tecnológica y la reconfiguración geopolítica, JP Morgan ha desplegado su hoja de ruta para los inversores en su informe Perspectivas de inversión global para 2026: promesas y presiones. El análisis, de carácter exhaustivo, identifica tres tendencias interdependientes que definirán el panorama financiero en los próximos años: la revolución de la inteligencia artificial, la fragmentación de la globalización y la persistencia estructural de la inflación. La gestora alerta de que la pasividad o el menosprecio hacia estas fuerzas supone un riesgo superior a la propia volatilidad de los mercados.

El banco de inversión no tiene dudas: la IA no es una moda efímera, sino un cambio de paradigma con un profundo anclaje en los fundamentos económicos. Su informe subraya que esta tecnología está transformando industrias, impulsando la eficiencia y reconfigurando los mercados laborales a una escala no vista desde la revolución digital. Esta oleada de innovación está alimentando un ciclo virtuoso de inversión, con una previsión de que las compañías tecnológicas norteamericanas destinen más de medio billón de dólares al sector el próximo año.

Esta cifra no es solo una señal de confianza; según JP Morgan, la inversión en IA contribuirá más al crecimiento del PIB de Estados Unidos que el gasto de los consumidores, un indicador que refleja el peso que esta tecnología está alcanzando en la economía real. A pesar de los comparativos con las burbujas puntocom, la firma insiste en que el optimismo actual "se apoya en fundamentos sólidos y no en un exceso especulativo". El verdadero peligro, advierten, no es una corrección del mercado, sino "estar poco expuestos al impacto radical de esta tecnología transformadora".

La recomendación es, pues, una exposición estratégica y decidida al sector. No obstante, el informe actúa también como advertencia. Identifica los riesgos del exceso de entusiasmo en áreas específicas que aún se encuentran en fase embrionaria, como la IA agentiva, que son sistemas diseñados para operar con un alto grado de autonomía y que presentan retos complejos tanto tecnológicos como éticos. Este exceso también podría darse en aplicaciones industriales verticales, soluciones muy especializadas para sectores concretos que pueden no escalar como se espera, o en el software horizontal habilitado por IA, un campo que enfrentará una competencia cada vez más feroz.

La nueva geografía de las oportunidades

El retroceso de la globalización hegemónica es un hecho asumido. JP Morgan habla de un "panorama global fragmentado" donde las regiones están redefiniendo sus papeles. Esta dinámica exige a los inversores una mirada más matizada y una distribución estratégica de los activos, teniendo en cuenta los cambios en la dinámica de la seguridad, el comercio y las divisas. La visión unificada del mundo cede paso a un análisis bloque a bloque. Para Europa, el banco destaca el impulso que supondrán el ambicioso estímulo fiscal alemán y el incremento sostenido del gasto europeo en defensa, dos factores que podrían mejorar las perspectivas de crecimiento del continente. Además, señala que las empresas privadas europeas representan un vivero de oportunidades que a menudo pasa desapercibido para los inversores globales, ofreciendo rentables posibilidades de valoración.

En América Latina, por su parte, se perfila como una región capaz de aprovechar el ciclo de subida de tipos de interés de los grandes bancos centrales, el cual ofrece perspectivas esperanzadoras para sus divisas y su crecimiento económico. Su posición como proveedor indispensable en las cadenas de suministro globales y su papel clave en la transición energética, con reservas críticas de minerales, la convierten en un actor geoeconómico fundamental. Estos factores, unidos al potencial futuro de su industria y la integración de la inteligencia artificial, dibujan un horizonte prometedor.

En el escenario asiático, J.P. Morgan pone el acento en los rendimientos que están ofreciendo sectores como la innovación tecnológica en China, especialmente en campos como la propia IA, las plataformas de consumo y la industria de los vehículos eléctricos. Paralelamente, resalta las notables oportunidades que presenta la India, con su dinámica economía interna, y el sólido sector tecnológico y exportador de Taiwán, que continúa siendo pieza clave en la cadena de valor global. El informe es contundente en cuanto a la naturaleza de la inflación, a la que atribuye un carácter estructural desde el fuerte aumento de los precios de 2022. Esta persistencia obliga a una revisión profunda de las estrategias de gestión de carteras.

JP Morgan afirma que, si bien los bonos siguen siendo un pilar esencial, los inversores deben mirar más allá de la renta fija tradicional para hacer frente a esta realidad. La recomendación concreta exige complementar la inversión en deuda con activos que tradicionalmente han funcionado como cobertura ante la subida de precios. Así, se propone la incorporación de materias primas, que se benefician del entorno inflacionista, y de activos reales, como infraestructuras o inmuebles, cuya valoración tiende a ajustarse a los cambios en el nivel general de precios. Además, se sugiere la inclusión de fondos de cobertura no correlacionados con los mercados tradicionales, los cuales pueden ofrecer rendimientos y diversificación en escenarios de mayor volatilidad y presión inflacionaria, proporcionando una protección adicional a la cartera en un contexto económico aún lleno de incertidumbres.