Corría el año 2016 y las palabras "nómada" y "digital" apenas se habían dado la mano todavía. Ninguna pandemia mundial había impulsado el teletrabajo ni nos había llevado a replantearnos tan intensamente nuestro día a día en la oficina. Pero Anna, La Travelista en el blog que es a la vez la empresa que le da de comer, ya se había cansado de su rutina en la oficina de una multinacional y se decidió a dar el paso de ser tal vez una de las primeras nómadas digitales de España. Seis años después, vive en Pafos, ciudad de Chipre, como puente entre dos continentes. "Paso la mitad del año en Asia y la mitad en Europa y así no tengo un invierno real", cuenta en entrevista por videollamada. 

Primero, Anna, original de Barcelona, se fue de viaje a Chiang Mai, Tailandia, donde "ya había nómadas digitales, sobre todo de los Estados Unidos, y gente que vivía de escribir en blogs". Dejó su trabajo en una multinacional con un billete solo de ida y se dedicó a viajar por Asia, aprovechando sus ahorros y apostándolo todo a un blog de viajes que le salió bien. Después de la pandemia, empezó a dedicarse también a asesorar en posicionamiento SEO a las empresas para que aparezcan mejor en las búsquedas de Google y en su blog, además de temas de viajes, se pueden leer todo tipo de artículos sobre ser nómada digital. "Nadie durante la pandemia buscaba artículos sobre viajes y busqué otra vía de ingresos para no depender del blog", explica. 

En 2018, decidió mudarse a Chipre y trasladó allí la sede de su empresa, con una buena fiscalidad del 12,5% de impuesto sobre beneficios y un 19,5% de Seguridad Social. En Chipre, además, solo le pedían dos meses en el país para ser residente. No habla griego más allá de lo básico porque "todo el mundo habla inglés" en la isla y reconoce que es un estilo de vida que facilita más conocer a otros nómadas digitales que conectar con los locales.

Encuentro en el 'brunch'

"Tenemos un grupo de Whatsapp de 370 personas con gente de varios países, sobre todo Alemania pero también mucha gente de Reino Unido, suecos, daneses, rusos, y quedamos para tomar brunchs", cuenta. Españoles, poquitos, tan solo cuatro. En otro grupo de nómadas digitales, el de Larnaca, hay 840 personas. El espacio de co-working que frecuenta, aunque prefiere trabajar en cafeterías, pasó de ser una oficina a ocupar tres edificios. En una encuesta reciente entre nómadas digitales de Chipre en Facebook, vieron que la mayoría trabajan en Marketing, para Amazon, programadores, emprendedores y empleados remotos para diferentes empresas. 

"Otro de los motivos por los que me mudé a Chipre, además de las ventajas, la geografía y que me gusta la isla, es que ya conocía a gente y tenía amigos. Eso da cierta estabilidad emocional. En el futuro, no sé hasta cuándo voy a vivir viajando, pero es una de las partes bonitas de ser nómada digital, que no tienes que decidirlo en función de tu trabajo", cuenta. 

Anna reconoce que "a veces, la libertad abruma", pero a ella le compensa vivir así y no se siente sola. Su pareja también es nómada digital, cosa que ayuda, aunque también "hay quienes tienen parejas a distancia o quienes no tienen pareja".  Trabaja cada día de 9 a 17h, pero ser nómada digital la permite ciertas licencias como la de trabajar los fines de semana y librar entre semana, porque hay menos masificación en los lugares y los comercios están abiertos. 

Ser nómada digital, aunque ahora mismo es su opción y le gusta, no es algo totalmente idílico ni para todo el mundo. "Que yo apueste por ello no signifique que no me parezca genial que otros tengan otro estilo de vida. Y en cuanto al estrés, también lo sientes, porque tienes que pagar las facturas". Uno de los momentos delicados que pasó fue durante la pandemia, cuando bajó el tráfico a su blog y decidió diversificar su negocio para ser menos dependiente.  

35 millones en todo el mundo

Según un estudio de MBO Partners, existen aproximadamente 35 millones de nómadas digitales en el mundo y se espera que lleguen a 100 millones en 2035. Según su estudio, un 69% son hombres y un 31% son de Estados Unidos. España ocupa el tercer lugar entre los países elegidos, por detrás de Estados Unidos y Tailandia, la media de edad es algo superior a la que se podría presuponer, 40 años, y un 62% lo elige por la flexibilidad y poder elegir desde dónde trabajar. El sector creativo y de diseño es el que más nómadas digitales emplea, por encima del márketing.  

Para Anna, no es acertado, como está sucediendo en movimientos vecinales en Barcelona y en otras ciudades del mundo con nómadas digitales, apuntarles por la subida del precio del alquiler o de la despersonalización que se produce con la apertura de negocios que rompen con la tradición y adoptan estéticas cosmopolitas universales, nombres en inglés y precios por encima del bar de toda la vida. "Son los propietarios quienes suben los alquileres por lo que rigen la oferta y la demanda. Además, no conozco a nadie que si el alquiler vale 500 euros quiera pagar más porque procede de un país donde gana mejor", argumenta. Su visión, de todos modos, contrasta con voces del sector y expertos que suelen apuntar al 'expat' o nómada digital como un cliente preferente por su mayor disponibilidad a pagar un precio mayor. En Chipre, ella paga 600 euros al mes por un piso con piscina comunitaria. 

Chipre como polo digital

Chipre, el país que ha elegido, se está aún recuperando de la crisis financiera que le llevó al rescate en el año 2013, y tiene una economía muy basada en el turismo y en un sistema financiero que mueve muchos más millones que su propio PIB. Aunque las sanciones a ciudadanos rusos (muchos multimillonarios residen en Chipre) afectaron a su sistema financiero por la aportación de los millones rusos a su economía, es Reino Unido, con más de 35.000 personas en un estado con 1,2 millones, el país que más migrantes aporta, por delante de la vecina Grecia (23.000), Georgia (15.201), Rusia (13.000) y Siria (11.500). En total, con cifras de 2020, vivían 190.000 extranjeros en el país, un 15% de su población. 

El gobierno chipriota precisamente hace tiempo que busca convertir el país en un polo de negocios digital, aprovechando el enclave estratégico entre Asia y Europa, y ha conseguido que su cuota sobre el PIB pase del 6 al 14% en pocos años, aun lejos del peso que tiene el turismo, que es del 20%. En ese contexto, la presencia de nómadas digitales y talento de todo el mundo, atraído también por un beneficioso sistema de impuestos que hasta hace poco España cualificaba aún como paraíso fiscal, puede ser beneficioso. 

España, que también es un país que atrae nómadas digitales, creó el año pasado un visado para facilitar y regularizar su estancia aunque estén contratados en el extranjero. Pero, como sucede en otras ciudades europeas como Lisboa, donde se calcula que viven 16.000 nómadas digitales, en Barcelona o las islas Canarias ya hay vecinos que empiezan a protestar por este nueva capa de gentrificación por la diferencia de sueldos y su efecto en los precios. En un mundo donde la economía digital va ganando cada vez más peso, los nómadas digitales tienden a aumentar.