Hay quien a la ciudad chipriota de altos edificios espejados y complejos hoteleros de lujo en primera línea de mar la llama Limassolgrado en lugar de Limassol, por la fuerte presencia de capital y ciudadanos rusos. Es aquí donde la potente firma fintech Freedom Finance, fundada en Kazahstan, tiene su sede europea y ha organizado este jueves el Foro Anual de Mercados Financieros (AFMF) con un claro objetivo: seducir a inversores de todo el mundo para compensar la salida de parte de capital y turismo ruso de la isla, debido a las sanciones, que cuando se aprobaron amenazaron la economía de un país ya bastante golpeado en los últimos años. 

Un estudio encargado por el Ministerio de Finanzas chipriota publicado en junio del año pasado y realizado por la investigadora Ioanna Skaliotou pronosticaba que las sanciones a Rusia acordadas por la Unión Europea y Estados Unidos provocarían un crecimiento un 1,3% menor del esperado en Chipre, pasando del 4% inicialmente esperado por el Ministerio al 2,7%. Sin embargo, los peores pronósticos no se cumplieron y Chipre creció un 4,9% al final del año pasado. 

Entre panel y panel del congreso, el exministro de Innovación y Política Digital hasta marzo de este año, Kyriacos Kokkinos, ahora consultor de negocios digitales, reconoce a ON ECONOMIA que "el impacto de las sanciones en la economía fue significativo, pero fue sobrecompensado por la apertura a otros mercados como Israel, con un resultado positivo para la economía". Llevando a su terreno la conversación sobre el futuro de la economía chipriota, Kokkinos apunta que "el sector tecnológico ha pasado de contribuir a la economía con un 6% del PIB hace tres años a un 14% actualmente" y que "es el segundo sector económico del país después del turismo" (que representa un 20% de su economía) y que emplea a 20.000 personas en una isla habitada por 1,2 millones de personas.   

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Foro Anual de Mercados Financieros de Limassol, organizado por Freedom Finance. 

Una anécdota, más allá de las cifras, sirve para entender la importancia del capital ruso en Chipre: en su tour por países del mundo, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski pidió al parlamento chipriota que eliminara los "privilegios" que estos ciudadanos tienen en Chipre, donde hasta hace poco conseguían operar con euros con la baja carga fiscal de Chipre (un 12,5% de impuestos de sociedades) y con las facilidades que le concedían beneficiosos acuerdos bilaterales. El mismo día que estallaba la guerra de Ucrania, los rusos vendían el capital de Russian Comercial Bank (RCB), con sede en Limassol, para esquivar las sanciones al convertirse el banco en plenamente chipriota

Con entre 20.000 y 40.000 rusos viviendo en la isla y unas inversiones de 155.000 millones de euros hacia Rusia y 180.000 millones desde aquel país (6 veces el PIB chipriota, que es de 23.000 millones), según fuentes oficiales citadas por El País, la isla busca seguir aligerando su dependencia del país presidido por Putin, diversificando las inversiones, el turismo y dinamizando la economía con otras industrias. 

De la golden visa a las sanciones

La eliminación de privilegios a los visados rusos, la restricción de operaciones de inversión de entidades de este país, la exclusión del sistema bancario SWIFT y la prohibición de aceptar depósitos de más de 100.000 euros de ciudadanos rusos ha propiciado una caída del turismo ruso en toda Europa y un freno al intercambio con Chipre, que encima ha visto cómo Rusia vetaba la importación de alimentación de la isla. 

De los 6.779 millonarios extranjeros que han recibido la golden visa en el país, se estima que el 42 % eran rusos. Hasta 2020, Chipre ofrecía la nacionalidad chipriota para inversores, de forma que se podían mover libremente por la Unión Europea, pero un escándalo de corrupción llevó al Gobierno a cancelar este privilegio que España aún mantiene (sin nacionalidad, pero con permiso de residencia). Ahora, los inversores solo reciben permiso de residencia, pero no les permite libremente por Europa, ya que Chipre no se encuentra en el espacio Schengen. 

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Foro de Inversores de Limassol. Fotografía: Freedom Finance

Pese a que el Gobierno chipriota ha reiterado su política de "tolerancia cero" a la hora de perdonar o flexibilizar las sanciones, en el sector financiero no están entusiasmados con ellas. En el primer panel del foro organizado por Freedom for Finance, Antonis Karaolis, abogado de EY, Andreas Gregoriades, consejero de compliance de KPMG y Constantinos Papanastasiou, miembro del consejo de la Asociación de Fondos de Inversores de Chipre (CIFA) estuvieron de acuerdo en que sancionar a todos los ciudadanos rusos no es justo y habría que mirar caso por caso. Entre la audiencia, surgieron voces que concordaban con este punto de vista, seguramente motivado no solo por los lazos económicos, sino también por los culturales y humanos que unen a ambos países. "Quienes imponen las sanciones no saben los efectos en nuestra economía", aseveró Gregoriades, mientras que Karaolis lo calificó como "muy problemático para los negocios" por la velocidad que requerían las sanciones y por el tiempo y esfuerzo dedicado al cumplimiento normativo o 'compliance', esfuerzo que ya venía multiplicándose antes de la guerra para espantar cualquier vínculo del país con la palabra "paraíso fiscal", que desde algunas ONG como Intermón Oxfam aún se utiliza para hablar de Chipre pese a que los organismos internacionales no la tienen en sus listas negras. España, por cierto, no dejó de considerar oficialmente a Chipre paraíso fiscal hasta febrero de este año.  

"Resiliencia" económica

Navegando entre esas aguas entre espantar el estigma de paraíso fiscal y venderse como un país atractivo para los inversores, el ministro de Finanzas chipriota, Makis Keravnos, destacó la "resiliencia" de la economía chipriota en un mensaje grabado en vídeo para la apertura del foro y, sin mencionar las sanciones a Rusia, destacó "el combate al terrorismo y al lavado de dinero", "el cumplimiento de las normativas" y "la transparencia" como compromisos del país para convertirlo en "un hub regional de información de negocios para entrar en la Unión Europea".

Más tarde, Timur Turlov, fundador y CEO de Freedom Finance, impulsor del evento, destacó que Chipre puede utilizar su tamaño como atractivo. "Los países pequeños ofrecen más agilidad a la hora de contactar con quienes toman las decisiones", aseveró, así como puso en valor "la formación e inteligencia" del pueblo chipriota y su compromiso con la innovación. En el mismo panel, el exministro Kokkinos destacó la necesidad de "cooperación" entre la academia y el sector privado para mejorar la actividad económica derivada de  la innovación y las startups, así como defendió la creación de una agencia nacional de inteligencia artificial para "no quedar atrás" en este ámbito. 

Los llamamientos a la inversión internacional y el intento por asomar la cabeza como buen puerto para la digitalización para reducir su dependencia de la economía rusa son la enésima reinvención de una isla-estado enclavada justo en medio de Oriente Medio y puerta de Europa por el mar, a 200 kilómetros de Beirut y 950 de Atenas. Antes, tuvo que recuperarse de la pandemia de covid-19 pese a su alta dependencia del turismo (y lo ha conseguido) y del corralito financiero después del rescate de 2013 de una economía al borde del impago por su exposición a la deuda griega y la sobredimensión de su sistema bancario, que era nueve veces mayor que su PIB. Ahora, está en un 300%, más cerca de los estándares europeos, y vuelve a la caza de capitales, sí, pero apostando a la vez por una industria propia que le permita dejar de ser un país de turismo y banca.