Hace años que la Inteligencia Artificial está ya en nuestro día a día, en las recomendaciones de compras y algoritmos de internet, en la mejora de los motores de búsqueda como Google para darte un resultado personalizado, en los filtros de Instagram que embellecen y en centenares de tipos de análisis de datos. Pero la irrupción del Chat GPT, creado por Open AI, y la posibilidad de conversar con una máquina que aprende de lo que le dices y que genera contenidos a partir de sus 175.000 millones de parámetros ha acelerado este debate a ritmo trepidante. La clave es que este tipo de inteligencia artificial es generativa, la que "por primera vez, un ente no humano es capaz de generar contenido por sí solo", define Núria Oliver, doctorada en Ciencia Computacional, Machine Learning e Inteligencia Artificial, fundadora también de Fundación Ellis, de investigación en Inteligencia Artificial. Para no perder la carrera, muchas de las grandes tecnológicas han pisado el acelerador para presentar sus chats de Inteligencia Artificial. Y, una vez más, la pregunta que planea sobre esta realidad es: ¿Cómo va a afectar a nuestro trabajo? ¿Cuántos trabajos se perderán y cuántos otros se generarán? 

La respuesta, por muchos estudios que se hayan hecho al respecto, es difícil de cuantificar. McKinsey calculaba en 2017, en un estudio aún hoy referente sobre la materia, que un 60% de los trabajos tendrían más de un 30% de actividades automatizadas y un 50% de profesiones podrían llegar a estar totalmente automatizadas de cara a 2030. En consecuencia, preveía unos 400 millones de puestos de trabajo se podrían perder y, en su lugar, se crearán 75 millones de puestos de trabajo que aún no existen. El saldo es negativo y coincide con la afirmación de Jordi Damià, ingeniero de Telecomunicaciones, CEO de Setesca, consultor de Tecnologías de la Información y profesor de EADA. "Destruirá un montón de lugares de trabajo y no creará tantos como destruirá. Es imposible. Además, puede destruir puestos que están en lo más alto de la pirámide, ya no se trata de tareas de poco valor añadido. Sí que surgirán nuevas oportunidades, pero el proceso de readaptación puede durar muchos años", aporta. 

Mientras Google, Microsoft, Alibaba y otras grandes tecnológicas aceleran en sus chats de IA, Stability AI ha recaudado recientemente 100 millones de dólares con su aplicación para crear imágenes y Jasper 125 con la suya para crear copies publicitarios y de marketing. Google, además, ha creado otra herramienta capaz de generar música a partir de conceptos. En los últimos tiempos, han surgido más de 150 empresas que operan en este ámbito.  El miedo ya atenaza y apunta esta vez a los trabajos más creativos: ¿Cuáles serán las primeras profesiones en caer? ¿En qué puedo reconvertirme? 

Existe una falta de consenso al respecto de los empleos más amenazados, y hay quien piensa que, al menos en un inicio, "estas herramientas serán más bien un acompañamiento al trabajador humano", en palabras de Carles Ventura Royo, investigador y profesor de la UOC en Inteligencia Artificial. Cree que están más cerca de desaparecer trabajadores como el de camarero o cajero de supermercado, "en los que lo peor que puede pasar es una pequeña pérdida económica", y pone como ejemplo los sensores que tiene Amazon en sus tiendas, que te cobran automáticamente lo que te llevas cuando sales de recoger tus productos.

Jordi Damià discrepa y recuerda que "ya hay denuncias de programadores que se han quejado de que les han copiado el trabajo herramientas que saben programar" y apunta directamente a trabajos de oficina. "Las personas que se dediquen a la creación de contenidos y a la toma de decisiones tendrán que aumentar su valor añadido porque si no se quedarán fuera y se verán superados por la Inteligencia Artifical", reflexiona, y apunta a los líderes como señalados. "Cuado como director de empresa haga una propuesta, los colaboradores contrastarán con la Inteligencia Artificial y si la suya dista mucho de la mía seré yo quien quede en entredicho", prevé.  "Ilustradores, periodistas, diseñadores, expertos en SEO, creadores y gestores de contenidos, de márketing, del área legal, trabajadores de recursos humanos que firmen o revisen contratos y hagan análisis de personal, personal administrativo, secretariado, consultores..." son las víctimas que ve más vulnerables. 

A diferencia de lo que opina Ventura Royo, cree que trabajos "que tengan que ver con la interacción humana, como médicos, enfermeros, camareros, albañiles o jardineros" seguirán existiendo al menos a corto plazo, pues no ve que por ahora puedan ser sustituidos por robots. En lo que coinciden Ventura Royo, Damià y Oliver es en que los trabajos relacionados con los cuidados y el ámbito social "deberían" ganar peso en la sociedad, pues son los que se presumen más insustituíbles por robots o inteligencias artificiales. 

Oliver, por su parte, prefiere hablar de "readaptación" que de lugares de trabajo amenazados y destaca que esta será la primera de las revoluciones tecnológicas, conocida como La Cuarta Revolución Industrial, "que impactará directamente a empleos de cuello blanco y no de cuello azul", tomando prestados términos del inglés. "Periodistas, abogados, médicos, consultores..." son algunos de sus señalados, en coincidencia con Damià. Con respecto a la posibilidad de que desaparezcan trabajos presenciales, Oliver señala a que "la sociedad tendrá que preguntarse si quiere una sociedad sin personas en los comercios y en las calles". En este sentido, a la hora de contraponer el la voluntad de las empresas con la de las personas, Oliver recuerda que "las revoluciones industriales van de la mano de revoluciones sociales" y apunta a una posible conflictividad por los cambios tecnológicos. 

Chat GPT, por su parte, reconoce que "es difícil predecir con precisión cuántos puestos de trabajo serán destruidos por la Inteligencia Artificial (IA) y cuáles serán los primeros afectados". "Sin embargo, es ampliamente reconocido que la IA y la automatización pueden tener un impacto significativo en ciertos sectores y trabajos que son intensivos en tareas repetitivas y mecanizables", reconoce. Entre los primeros afectados, apunta a: "trabajos administrativos y de oficina, como procesamiento de datos y transcripción, trabajos en la línea de producción, como ensamblaje y soldadura, trabajos relacionados con la logística, como la clasificación de mercancías y la gestión de almacenes, trabajos en el sector de servicios, como reparto de comida y mensajería y  trabajos en el sector financiero, como la contabilidad y la gestión de inversiones".

Nuevos desafíos

Para Oliver, una de las cosas que cambiará con el crecimiento de la Inteligencia Artificial en las empresas es "la idea de tener una sola carrera laboral, seguramente habrá que ir readaptándose temporalmente". Además, defiende que "el debate sobre la renta básica universal y la inteligencia artificial están muy vinculados", aunque cree que "el componente psicológico de la necesidad de sentirse útil" dificulta que esta sea "una solución inmediata o un debate trivial". 

Uno de los sectores donde la Inteligencia Artificial puede destruir empleo, aunque suene contradictorio, es el de los recursos humanos, que pueden serlo cada vez menos, debido a la capacidad de analizar datos y cribar que ofrecen las computadoras. Ventura Royo, de la UOC, no cree que a corto plazo sea una profesión que vaya a desaparecer, "siempre será necesario una persona para la decisión final, aunque puede ser muy útil para una primera criba y hacer que eso disminuya la cantidad de profesionales". 

Y es justamente en este sector donde surgen algunos interrogantes éticos que atravesarán todo el futuro de la Inteligencia Artificial. Lo apunta Oliver, que advierte del gran riesgo de sesgo y discriminación que puede suponer que una Inteligencia Artifcial se dedique a la selección de personal. "Puede haber aprendido que la mayoría de los programadores son hombres blancos y automáticamente descartar a candidatos y candidatas que no sean ni hombres ni blancos", alerta Oliver, que en este sentido destaca que "la dimensión ética" de la Inteligencia Artificial y aplaude la regulación de la Unión Europea para penalizar aquellos usos o expresiones de la Inteligencia Artificial que vulneren los derechos humanos. "No solo en los recursos humanos. Se pueden dar sesgos de género, étnicos y geográficos a medida que la Inteligencia Artificial se use más por determinados perfiles y en determinados lugares, que serán los que más nutrirán de datos y de información del entorno a estas herramientas", advierte Oliver. 

Para Oliver, surgirán de la mano de la nueva revolución tecnológica cinco pilares que pueden a la vez crear nuevas oportunidades de trabajo. El primero es el tecnológico, detrás del cual habrá grandes necesidades de ingenieros, programadores y diseñadores que creen y desarrollen herramientas de Inteligencia Artificial. El segundo, el pilar legal y regulatorio, también puede ir de la mano de oportunidades laborales en el sector del derecho, donde habrá que ir adaptando las leyes y aplicaciones a las situaciones que genere. El tercero, el ético, también requerirá de nuevas profesiones como el chieff ethical officer, que pueda ir puliendo los sesgos, discriminaciones o actitudes impropias que pueda adoptar una inteligencia artificial basada en el aprendizaje. El cuarto pilar es el social y educativo, que también tendrá que readaptarse como el quinto, que es el económico-laboral y atraviesa los anteriores.

Chat GPT ofrece respuestas parecidas a Oliver en lo que respecta a las nuevas oportunidades de trabajo y destaca: "desarrolladores de IA, especialistas en datos que se especializan en la recopilación, limpieza, análisis y visualización de grandes cantidades de datos para alimentar a los sitemaa de IA, consultores de IA que ayuden a las empresas a maximizar su valor, investigadores, especialistas en privacidad y seguridad y especialistas en ética y regulaciones de la IA". 

A los desafíos sociales y laborales cabe añadir el ambiental, ya que a día de hoy, "la Inteligencia Artificial no es sostenible" por la gran cantidad de necesidades computacionales que genera, apunta Oliver, y este, aunque es un campo emergente, será otro caballo de batalla en un futuro próximo, si bien la Inteligencia Artificial también tiene usos medioambientales a la hora de prever fenómenos climáticos, recopilar datos de la tierra e incluso mapear aquellos lugares donde un dron puede sembrar u otras tecnologías puedan actuar positivamente. 

Sobre este tema, Chat GPT, sin aportar cifras, expresa: "Por un lado, el entrenamiento de modelos de IA requiere una gran cantidad de energía y recursos, lo que puede tener un impacto negativo en el medio ambiente. Además, la fabricación de dispositivos electrónicos, como computadoras y smartphones, también contribuye a la huella de carbono. Por otro lado, la IA también puede ser utilizada para abordar desafíos medioambientales, como la optimización de la eficiencia energética, la monitorización de la contaminación y la identificación de patrones en datos climáticos. En resumen, la sostenibilidad de la IA depende de cómo se utiliza y de cómo se aborda su impacto medioambiental. Es importante considerar cuidadosamente los costos ambientales asociados con el desarrollo y la implementación de la tecnología, y buscar soluciones sostenibles para minimizar su impacto negativo".