Unos 8 millones de usuarios españoles podrían dejar en las próximas horas de contar con Telegram después de la orden judicial emitida por el juez Santiago Pedraz, que ha ordenado bloquear la aplicación cautelarmente mientras dure la investigación por la publicación de vídeos y fotografías vulnerando los derechos de autor, tal y como han denunciado los grandes grupos de televisión Movistar Plus, Atresmedia y Mediaset. El juez asegura en el auto que la empresa no ha sido colaborativa en las peticiones de información de la justicia y ha ordenado bloquearla con un ultimátum de que debe hacerlo en las próximas tres horas. ¿Pero por qué tanta gente usa Telegram? ¿De dónde surge la empresa, su éxito y cuál es su tamaño actual? 

Aunque en comparación con Whatsapp, líder mundial en mensajería y propiedad de Meta, Telegram es una empresa de menor porte, su crecimiento en los últimos años la ha llevado a tener 900 millones de usuarios en el mundo (aún lejos de los 2.000 de Whatsapp) y su fundador, el ruso Pavel Durov, anunció hace unas semanas que sopesan sacarla a Bolsa. Tras años endeudándose y sin monetizar el servicio, Durov anunció recientemente que este será su primer año de rentabilidad, aunque no detalló las cifras de negocio de una empresa que ahora mismo vive sobre todo de las inversiones y que pretende monetizarse con servicios premium y ofreciendo la posibilidad de publicar anuncios a anunciantes que puedan gastar a partir de 1 millón de euros. Todo ello para lograr un músculo que permitió a los Durov, según explicaron, rechazaron una oferta de más de 27.000 millones de euros por la compañía

El origen de la empresa se remonta al año 2007, cuando los hermanos nacidos en Rusia Nikolai y Pavel Durov lanzaron VK o VKontakte, una red social muy usada en Rusia y Bielorrusia con una interfaz similar a Facebook. Nikolai Durov, que hoy tiene 43 años, estudió ciencias y es matemático y programador, mientras que el menor, Pavel, es doctorado en Filología inglesa. Como sucedió con Mark Zuckerberg en Estados Unidos, los hermanos Durov experimentaron con las redes sociales en la universidad, con la creación de VK, que pretendía ser solo de estudiantes y acabó creciendo.

Los hermanos Durov y sus problemas con Putin

A finales de 2007, VK tenía 3 millones de usuarios, pero tuvo problemas similares en Rusia a Telegram porque se erigió en una autopista de distribución ilegal de piratería y distribuidores ilegales de música. La negativa de Durov, en el año 2014, a ceder datos de manifestantes ucranianos al régimen de Putin desembocó en su dimisión como CEO de la compañía, según él mismo por presiones del Gobierno, después de otros problemas con la policía por permitir a los opositores comunicarse en la red. Pavel Durov se exilió entonces en Dubai, desde donde dirige la empresa. Desde 2021 tiene también ciudadanía francesa. 

Paralelamente a VK, y ante la creciente preocupación por la privacidad y el uso de los datos de las grandes tecnológicas tanto a nivel comercial como por el acceso de os gobiernos en todo el mundo, desarrollaron en 2013 Telegram, una red social de mensajería que permitía enviar mensajes encriptados, o sea, con seguridad para emisor y destinatario ante intervenciones externas. Y esta, enseguida, tuvo un alcance más global. 

Esa privacidad, ante el miedo al control y vigilancia, hizo que Telegram se hiciera muy popular en un inicio sobre todo entre activistas, hackers y ciberpiratas, que veían en el canal, que permite mensajes privados y grupos, una forma más segura de comunicarse. Uno de los momentos en los que Telegram se hizo más famoso en España fue durante las protestas del Tsunami Democràtic, en el año 2019, de nuevo para preservar a activistas de posibles intrusiones.  

Con el tiempo, Telegram ha ganado popularidad como canal de comunicación en los más amplios sectores tanto a nivel oficial como subterráneo: medios de comunicación, partidos políticos, comunicados de prensa de ministerios, convocatorias masivas de fiestas y canales divulgativos con imágenes y vídeos virales, que son los que han propiciado la actuación judicial. 

No es la primera vez que la protección de Telegram a sus usuarios le acarrea problemas con la justicia. El año pasado, la justicia brasileña ordenó el cierre, que duró dos días pero no se hizo efectivo, por permitir campañas de odio y no compartir datos sobre usuarios neonazis. Como en España, la falta de colaboración de Telegram, que no respondió a los mensajes de la justicia brasileña, fue clave para ordenar la suspensión. Dictaduras como Irán, China o Corea del Norte han bloqueado Telegram por motivos obvios.