El sector financiero español vive pendiente del reloj de la mayor operación corporativa de la década: la OPA del BBVA sobre el Banc Sabadell el pasado mes de mayo. Esta operación, valorada inicialmente en más de 12.000 millones de euros, no es solo una transacción económica; es un movimiento estratégico que busca crear el mayor banco doméstico de España, con una cuota de mercado cercana al 22% y una base de clientes masiva. 

La Comisión Nacional del Mercado de Valores ha confirmado que, debido a la presencia de accionistas del Sabadell con residencia en Estados Unidos, la operación se rige por la normativa de la SEC (la comisión de valores estadounidense), que es más restrictiva que la española. Este detalle técnico, confirmado por Carlos Torres en una entrevista en Onda Cero, es crucial por las siguientes razones:

-Para mejorar la oferta. El BBVA tiene hasta 10 días hábiles antes del 7 de octubre (fecha prevista de cierre) para anunciar una mejora en el precio o las condiciones. Esto sitúa la ventana irrevocable para un posible golpe de efecto en torno al 23 o 24 de septiembre.

-Para renunciar al umbral del 50%. La condición de aceptación mínima solo puede ser eliminada hasta el quinto día hábil previo al cierre. Esto fuerza al BBVA a decidir si rebaja esta exigencias alrededor del 30 de septiembre o el 1 de octubre, si quiere asegurar la operación incluso sin alcanzar la mayoría absoluta.

Este doble calendario obliga al BBVA a jugar sus cartas maestras con semanas de antelación, un factor que añade una capa extra de complejidad táctica. La estrategia pública del BBVA, encabezada por el presidente de la entidad, ha sido de una firmeza absoluta. La oferta es "muy atractiva" y no hay intención de mejorarla. Sin embargo, el mercado no se lo cree del todo. La cotización de Sabadell se ha mantenido de forma persistente entre un 6% y un 9% por encima del precio ofertado por el BBVA, una brecha que solo se explica por la apuesta especulativa de los inversores de que habrá una mejora.

Torres atribuye esta discrepancia a "juegos de mercado" y citó directamente las declaraciones del CEO del Banc Sabadell, César González-Bueno, quien en unas conferencias en Nueva York alimentó esa expectativa al señalar que "era de sentido común" pensar que la oferta no era la final. Este cruce de declaraciones revela una guerra de narrativas donde el Sabadell busca presionar al comprador para elevar el precio, mientras el BBVA intenta apaciguar las expectativas. El desenlace de las próximas semanas puede seguir varios caminos:

-Escenario base (sin mejora): El BBVA mantiene su postura y no mejora la oferta. Si el plazo del 24 de septiembre expira sin novedad, se enviaría una señal clara al mercado. Según el propio Torres, en ese momento la especulación se disiparía y el precio de Sabadell convergería con el de la OPA, facilitando su aceptación final.

-Escenario de mejora de la oferta. El BBVA podría sorprender con un incremento de precio en los últimos días hábiles de septiembre, una jugada destinada a arrastrar a los accionistas remisos y asegurar holgadamente el umbral del 50%, pero que supondría un coste adicional de miles de millones.

-Escenario de renuncia al umbral. El BBVA podría decidir no mejorar el precio, pero sí eliminar la condición del 50% justo antes del 1 de octubre. Esto le permitiría tomar el control del Sabadell incluso con una aceptación minoritaria, aunque sería visto como un resultado menos rotundo.

La OPA del BBVA por el Sabadell ha entrado en su fase más técnica y decisiva. Más allá de los números, la operación es un complejo pulso estratégico donde el calendario legal, la psicología de mercado y la comunicación pública se entrelazan. La última semana de septiembre no será solo una fecha en el calendario; será el momento de la verdad donde el BBVA deberá mostrar sus cartas definitivas y definir el futuro del sector bancario español para la próxima década. La comunidad inversora aguarda el siguiente movimiento.