El Índice de Precios de la Vivienda (IPV) del Instituto Nacional de Estadística (INE) afirma que el coste de la vivienda libre experimentó un incremento interanual del 12,8% en el tercer trimestre del año. Esta cifra representa la subida más pronunciada desde el inicio de la serie histórica, en el primer trimestre de 2007, cuando alcanzó un 13,1%. La burbuja inmobiliaria de aquellos años, sin embargo, tenía un contexto de crédito fácil y optimismo desbordado. La actual escalada, en cambio, se desarrolla en un escenario de inflación persistente, encarecimiento de los créditos hipotecarios y estancamiento salarial.
Con este nuevo salto, el mercado inmobiliario acumula ya 46 trimestres consecutivos de subidas interanuales, una trayectoria ascendente de más de once años que parecía ininterrumpida. No obstante, los últimos datos revelan una dinámica interna preocupante. La brecha entre la vivienda nueva y la de segunda mano se está resquebrajando hasta niveles sin precedentes. Mientras el precio de la vivienda nueva creció un 9,7%, el de la vivienda usada se disparó un 13,4%. Esta última es, precisamente, la tasa más alta de toda la serie histórica, desde 2007. El mercado de reventa, que abarca la mayor parte de la oferta disponible para la mayoría de los compradores, se calienta a un ritmo muy superior.
Por primera vez en este ciclo, todas las comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas registran incrementos interanuales de dos dígitos en el precio de la vivienda libre. No hay refugios en la península. El epicentro de la presión ascendente se sitúa en la Región de Murcia, con un alza del 15%, seguida de Aragón (14,6%), las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (14,5% cada una), Castilla y León (14,4%), la Comunidad de Madrid (14,2%) y La Rioja (14,1%). Estos territorios experimentan una potente combinación de factores: demanda concentrada en capitales con oferta limitada, posible atractivo para inversores en busca de rentabilidad y, en algunos casos, el efecto de la llegada de nuevos residentes con poder adquisitivo medio-alto.
Por el otro lado de la mesa, las zonas con los incrementos relativamente más moderados son Navarra (10,9%), Cataluña (11,3%), y el País Vasco y Castilla-La Mancha (con un 11,6% cada una). Una lectura superficial de los datos trimestrales podría inducir a un optimismo prematuro. Respecto al trimestre anterior (julio-septiembre sobre abril-junio), el precio de la vivienda libre aumentó un 2,9%, una desaceleración de 1,1 puntos respecto al trimestre anterior y la tasa más moderada desde finales de 2024.
Aunque sea el séptimo trimestre consecutivo de subida, esta frenada relativa refleja, según los analistas, múltiples factores: el impacto plenamente interiorizado de los tipos de interés altos en las hipotecas y la capacidad de compra de los hogares. La división, de nuevo, es clave: la vivienda usada avanzó un 3,3% trimestral, mientras que la nueva solo lo hizo un 0,6%.
El panorama que dibujan los datos del INE proyecta una sombra larga sobre el tejido social y económico. La escalada continuada de los precios no solo pospone indefinidamente la liberación de los jóvenes del hogar familiar o la consolidación de proyectos familiares, sino que también incrementa las desigualdades territoriales y generacionales. Cada punto porcentual de subida aleja más el objetivo de la propiedad para miles de hogares y alimenta la inseguridad residencial en el sector del alquiler, que actúa como válvula de escape y que, a su vez, también sufre tensiones alcistas.