El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reiteró este domingo que ve "un 50% de probabilidad" de alcanzar un acuerdo arancelario con la UE pocos minutos antes de reunirse con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Trump se refirió a una supuesta "falta de equidad" por parte de Bruselas como el escollo para cerrar el acuerdo.
Trump hizo estas declaraciones en el complejo de golf de Turnberry, propiedad de su familia, en el oeste de Escocia, donde se reúne con Von de Leyen. Esta última se mostró más confiada, al señalar que sería "el mayor acuerdo del mundo".
En el turno de preguntas de la prensa, Trump confesó que estaba de mal humor, y aclaró que no era por el golf, que jugó esta mañana: "El golf siempre es bonito, nunca puede ser malo", manifestó. En cambio, pareció indicar que era porque para su país "el comercio con la Unión Europea ha sido duro", debido a la percepción de que Bruselas aplica un gravamen excesivo a las exportaciones estadounidenses. "Si no llegamos a un pacto, habrá aranceles", afirmó el líder republicano, en alusión a su amenaza de aplicar unilateralmente tarifas fijas del 30% a la importaciones comunitarias a partir del 1 de agosto.
Von der Leyen, por su parte, remarcó que EEUU y la UE "son las mayores economías del mundo", con un volumen comercial de 1,7 billones de dólares, y reconoció que se trata de "reequilibrar" la relación bilateral dado que Estados Unidos tiene un déficit comercial con los 27 socios europeos.
Trump también rechazó que su administración esté dispuesta a ofrecer menos de un 15% de aranceles al bloque comunitario, que es el porcentaje que, según fuentes de la negociación, se estaría pactando como solución de compromiso para evitar una guerra comercial por ambas partes a partir de agosto.
Aunque la intención es colaborativa, Von der Leyen llega a la cita respaldada por un paquete de contramedidas de represalia por valor de 93.000 millones de euros, que se aplicarían de forma escalonada si no hay entendimiento.
Bruselas ha indicado que su prioridad es la estabilidad frente a una escalada arancelaria que considera que aumentaría la incertidumbre y perjudicaría a las empresas. Si no se alcanzara el acuerdo, la respuesta europea sería escalonada, con un primer paquete de represalias que entraría en vigor el 7 de agosto y un segundo paquete que no se aplicaría hasta septiembre o, incluso, hasta a principios de 2026. Así reaccionarían a los aranceles al acero y al aluminio, pero también a la automoción y a otros sectores.
Precisamente, Wall Steet Journal ha informado en los últimos días que la política comercial de Trump, incluso antes de cumplir las amenazas, está pasado factura a las empresas norteamericanas. Han reducido los márgenes de ganancias, según se desprende de los resultados presentados en los últimos días correspondientes al segundo trimestre de este año.