Desde el Gobierno, en voz del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, los datos de inflación de 2023, hasta el 3,1%, son "muy buenos", según declaró este viernes, “ya que sitúan la media anual en torno al 3,5%, la mitad que el año anterior, lo que constituye una ayuda para hogares y empresas y permite esperar una bajada de los tipos de interés”. Sin embargo, tan solo uno de cada seis productos (32, sobre un total de 198 analizados por el INE) redujo sus precios el pasado año, la mitad de ellos de consumo residual, y en el caso de los más demandados -alimentos y energía-, la reducción queda muy lejos de las subidas que han padecido en los años 2022 y 2021.
Queda muy patente en el caso de los otros aceites comestibles, principalmente el de girasol, cuyo precio fue en diciembre un 29,1% más bajo que en el mismo mes de 2022. Sin embargo, semejante descenso no compensa el incremento del 50,6% que este alimento sufrió en 2022 (fue el producto más inflacionista de los 198 productos analizados por el INE), que ya se encareció un 26,7% en 2021. Así, aunque la subida del aceite de girasol se achaca a la invasión de Ucrania (uno de los mayores productores de grano del mundo), la realidad es que la subida se inició mucho antes de la guerra. Cabe recordar que el aceite de oliva, con un aumento del 54,6%, es el producto más inflacionista de 2023, aunque acumulaba subidas del 35,2% en 2022 y el 26,7% en 2021.
Energía
Pero los productos energéticos son mucho más relevantes, pues gracias al peso que tienen en los presupuestos familiares, han contribuido a moderar la subida del IPC del pasado año al 3,5% anual -como resaltan desde el Gobierno-, compensando en parte a los 166 productos que se han encarecido el pasado 2023. La electricidad es un caso especialmente importante, pues el recibo de la luz se ha reducido un 17% entre el último diciembre y el de 2022. En ese año, también se registró un descenso del 30,8%, pero los fuertes descensos de estos dos últimos años, no sirven para paliar el incremento del 72% que registró en 2021. Además, cabe recordar que durante 2022, hubo meses en que el kilovatio se pagó por encima de los 300 euros, lo que explica en parte el fuerte descenso que se ha registrado en 2023.
El gas natural y el gas ciudad, el segundo producto cuyo precio más desciende en el año, son casos parecidos. El pasado año, el coste de estos productos se contrajo el 20,3%, pero venía de un incremento del 10,6% en 2022 y un 11,3% el año anterior, por lo que se sigue pagando más caro que antes de la pandemia. En paralelo, el precio de los gases derivados el petróleo (butano y propano) también han tenido un fuerte descenso del 18,5%, pero en esta modalidad, las subidas han sido mucho más abultadas en los dos ejercicios anteriores: el 10% en 2022 y el 33% en 2021.
Dentro de la energía, los combustibles líquidos (exceptuando gasolina y gasoil) han bajado un 12,8%, pero aun así, siguen muy por encima de los precios de 2020, tras desbocarse un 42% en 2022 y el 45% en 2021, colocándose como el producto más inflacionista de ese último año. Sin embargo, la gasolina se ha incrementado en el año un 10,3% y el diésel un 2,7%.
El transporte público, que ha estado fuertemente subvencionado desde 2022 y continuará durante 2024, se encuentra también entre los productos con mayores bajadas, contribuyendo de esta manera a contener un mayor incremento del IPC el pasado año. Así, el combinado de pasajeros cae un 15,4%, el de viajeros en autobús el 13,3% y el de metro y tranvía un 7,4%. En cambio, el transporte marítimo de viajeros, que perdió la subvención el pasado año, ha registrado una subida del 26%, y se coloca como el tercer producto más inflacionista.
Alimentos
Además del aceite de girasol, otros seis alimentos entran dentro del bloque de productos que acabaron el pasado año con precios inferiores a diciembre de 2022, aunque la reducción es bastante más modesta. De ellos, la leche desnatada tiene la mayor rebaja, el 2,1%, aunque subió un 37% en 2022 y el 5% el anterior. En versión entera, la reducción del precio ha sido solo de una décima, mientras subió un 37,3% y un 5,1% en los dos ejercicios anteriores.
Las harinas también están entre los alimentos que se han abaratado el pasado año, un 2%, pero arrastra subidas del 37% y del 5,6% en los dos ejercicios anteriores; un fenómeno que se repite con las pastas alimenticias, que bajan el 1,6%, insuficiente si se tiene en cuenta que los años anteriores se encarecieron el 19% y el 15%. El yogur también desciende, en consonancia con la leche, un 1,1%, pero subió en 2022 el 25,1%.