Las empresas españolas han paralizado o retrasado sus planes de inversión en 2023. La causa es múltiple: la moderación del crecimiento económico y la incertidumbre sobre sus proyecciones en 2024, la subida de los costes financieros, las pérdidas en algunos sectores de actividad y el retraso en la ejecución de los fondos europeos. Estos temores se acrecentaron en la recta final de 2023, de manera que en el último trimestre del año se registró un desplome de la inversión empresarial del 4,8%, cuando en el tercero estaba creciendo a una tasa del 2% y después empezar el año con un avance del 7,5% en el primer trimestre, según los datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, en su conjunto, la inversión que hacen las empresas en maquinaria y bienes de equipo cayó el 1,8% en 2023 (medida en contabilidad nacional) y se situó 8,7 puntos por debajo de la registrada en 2019, antes de la crisis provocada por la covid, mientras que el consumo público está 11 puntos por encima.

El director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo, que presidió el INE entre 2011 y 2018, explica que la inversión de las empresas restó una décima al crecimiento del PIB en 2023, que fue del 2,5%, en tanto que recortó tres décimas el avance de la economía en el cuarto trimestre, que fue del 0,6%, una tendencia que de continuar en el tiempo supondría "un drenaje importante para el crecimiento", asegura en declaraciones a Efe. De acuerdo con su análisis, "la inversión no deja de ser el indicador en el cual se identifican las dificultades que tienen las empresas en el contexto económico actual (...) y que anticipa la incertidumbre", asegura Izquierdo.

Por su parte, el director de Coyuntura Económica de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), Raymond Torres, añade el factor psicológico de la "memoria traumática" generada por la crisis financiera que ha vuelto a las empresas mucho más cautelosas, un comportamiento ya observado en otros países afectados por fuertes burbujas financieras, como sería el caso de Japón. A su juicio, ni el retraso en la ejecución de los fondos Next Generation ni el entorno de tipos de interés creciente explican por sí solos el fenómeno, dado que la inversión empresarial sí ha aumentado en economías como la de Alemania e Italia, que han registrado crecimientos inferiores al de España. 

Torres hace hincapié en la fortaleza de la economía española, pero recuerda que un crecimiento sostenido en el tiempo requiere de la inversión para mantener la competitividad y mejorar la productividad, otro de sus puntos débiles. Señala que para 2024 las previsiones mejoran por la expectativa de que en algún momento empiecen a bajar los tipos de interés y que los fondos europeos terminen por llegar a las empresas en mayor medida de lo que lo han hecho hasta el momento. Mientras que para Gregorio Izquierdo, el retraso en la ejecución de los fondos europeos que no llegan a las empresas "con la intensidad y la agilidad necesaria" es una de las bazas que han retraído las inversiones. 

La opinión de los expertos es que la inversión es el único componente del producto interior bruto (PIB) que aún está lejos de recuperar el nivel prepandemia, un retraso que viene dado porque las empresas han preferido desendeudarse en un año de fuerte subida de los tipos de interés y por la falta de tracción de los fondos europeos y se ha revelado como el talón de Aquiles de una economía robusta que crece apoyada en la buena evolución del mercado de trabajo, el consumo y el turismo.