La industria farmacéutica es una de las grandes potencias de Catalunya y de España, pero vive un momento de retos e incertidumbres. El sector se juega mucho con las reformas legislativas que se vislumbran en el ámbito español y europeo y con el impacto de las medidas arancelarias anunciadas por Estados Unidos. Por ello, reclama que las leyes acompañen, ayuden a la innovación y preserven la supervivencia de una industria intensiva en I+D: “Nos jugamos los próximos 20 años”.
Este fue el clamor del sector en el décimo FOCUS ON, titulado El próximo reto del sistema de salud catalán: las amenazas a las que se enfrenta la industria farmacéutica en Catalunya, celebrado por ON ECONOMIA conjuntamente con Demócrata, en el que participaron Fina Lladós, presidenta de Farmaindustria, Míriam Nogueras, portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso de los Diputados, Robert Fabregat, director general de Biocat, Isabel Amat, Global Head of Innovation, Sustainability & Portfolio de Reig Jofre, y Tino Martí, secretario técnico del Comité de Evaluación, Innovación, Reforma Operativa y Sostenibilidad del Sistema de Salud (CAIROS).
La presidenta de la patronal de la industria farmacéutica española puso énfasis en la importancia de que el anteproyecto de ley de medicamentos y productos sanitarios, aprobado en abril por el Consejo de Ministros, pero que todavía no ha pasado los trámites parlamentarios, acompañe a la industria. “Nos jugamos los próximos 20 años, porque no se había reformado en 20 años y las leyes no se renuevan cada 5 años”, dijo Fina Lladós, y detalló todo lo que está en juego, entre lo que situó “que siga habiendo tejido industrial catalán y también en el Estado para tener autonomía estratégica”.

Isabel Amat añadió que “necesitamos que tengan la industria farmacéutica en la agenda” y que se defienda ante las amenazas externas. “Aquí tenemos ingredientes muy importantes de investigación, start-ups, emprendimiento, una industria farmacéutica comprometida, y que tiene unas capacidades industriales también que pueden favorecer que Catalunya tenga un rol en Europa en esta autonomía estratégica industrial”, añadió la directiva de la farmacéutica Reig Jofre.
En la vertiente más política, Míriam Nogueras reclamó “confianza del sector político hacia el mundo empresarial, industrial, de innovación, de investigación, porque una de las cosas que nos hemos dado cuenta es que se legisla muy al margen de la realidad y de lo que pasa”. La portavoz de Junts en el Congreso considera “imprescindible que haya una colaboración absoluta entre el sector público y el sector privado, que no tiene estos complejos ni tira tanto de la estética, sino que tira de la vocación y de los objetivos que se ponen”.

Robert Fabregat valoró que Catalunya se encuentra “entre los cinco primeros países de Europa en la producción de ciencia y de valor”, pero apuntó también lo que para él es el gran problema de la industria que la ley debería resolver: “A pesar de las dificultades que también tiene la investigación, no creo que sea el gran problema. El problema lo seguimos teniendo cuando la transferimos, cuando la escalamos. (...) En fases iniciales, cuando el riesgo es demasiado alto para los privados, es necesario que lo siga asumiendo el sector público. Quizás un proyecto no funciona, pero si regamos 100, seguro que hay unos cuantos que serán productivos. Aquí es donde el sector público debe entrar, y después dejar que el sector privado haga su trabajo”.
Tino Martí dio la visión desde el sistema de salud: “En la innovación, se debe apostar por una visión estratégica, pero a la vez también debemos ser conscientes de los costes que lleva asociados y de cómo puede condicionar la sostenibilidad del sistema”. El directivo del CAIROS apuesta por las reformas en el sistema, y una de ellas porque “se enfoque más que hacia la investigación y la innovación”.
Los riesgos que sufre la industria farmacéutica catalana
El debate arrancó con un diagnóstico por parte de cada uno de los participantes, que identificaron los principales riesgos del sector. Comenzó el director general del Biocat, que remarcó “el riesgo de que la industria farmacéutica catalana no sepa competir en el contexto global”, lleno de incertidumbres, pero subrayó también las oportunidades: “Un punto que nos permite afrontar estos riesgos con mejores garantías es que Catalunya es uno de los ecosistemas en innovación en salud más punteros y con más potencial de Europa”, dijo Fabregat.

Nogueras coincidió, pero añadió que “todo esto se hace un poco más difícil si no hay un acompañamiento y un compromiso absoluto de las instituciones catalanas respecto a este sector”, que no existe porque “uno de los grandes riesgos que hay hoy es esta dependencia absoluta de Madrid, no solo a nivel legislativo, sino también a nivel de presupuestos”. La portavoz de Junts culpó también el hecho de tener gobiernos “donde hay partidos como los Comunes, que claramente se oponen a un crecimiento industrial en general”.
Fina Lladós identificó dos razones por las que nos encontramos en un “momento crítico”. Una son las reformas legislativas pendientes, como el anteproyecto de ley ya mencionado, y también en el ámbito europeo. La otra es la situación geopolítica, porque “hay turbulencias a nivel internacional que nos deben hacer pensar que para seguir siendo competitivos, debemos dar pasos firmes para apoyar a una industria que aporta valor –en Catalunya es el 2,7% del PIB– y además da empleo a un número importante de personas, y si decidimos no apostar por este sector podemos perder un tejido muy importante”.

Tino Martí habló de una “triple coincidencia” formada por “una industria farmacéutica fuerte, un sector y un ecosistema sanitario dinámico en innovación e investigación, y también muy potente en salud digital, con acceso a datos, que es el motor de cara al futuro”. El gran reto, para él, es “no desaprovechar esta triple combinación, que es la oportunidad del sector farmacéutico y, por extensión, del sector salud”.
Isabel Amat se fijó más en el riesgo de la “sobrerregulación”, aunque también mencionó temas como la competencia global. Para la directiva de Reig Jofre, “la regulación debe ponerse al servicio de la agilidad, del paciente y de la innovación, no podemos quedar capturados por una regulación que nos paralice”. “Lo que nos encontramos ahora en la industria es que estamos haciendo un 30% más de información en los dosieres de productos sin aportar un valor real de seguridad ni de eficacia para los pacientes. A veces es como para llenar una casilla más, pero que nos está debilitando, porque perdemos tiempo e invertimos en ello”.

La regulación preocupa, como también lo hacen los aranceles del 15% anunciados por Estados Unidos, que la industria farmacéutica aún no sufre. “La guerra arancelaria es una de las medidas que nos pueden restar competitividad”, admitió Fina Lladós, que apunta también a la imprevisibilidad de la administración Trump. “Evidentemente, es una preocupación porque en un sector en el que el precio está regulado, lo que tiene sentido y es lógico, tiene una repercusión directa en el aumento del coste de producción”, añadió la presidenta de Farmaindustria. A su vez, si se suben los costes, se pone en riesgo la innovación, porque las compañías pierden capacidad financiera para invertir en ella.
Robert Fabregat destacó que los aranceles “rompen las reglas del juego en un mundo donde Estados Unidos es clave”, y no solo generan incertidumbre en la industria catalana y europea, sino que también pueden frenar inversiones, especialmente de empresas de EE. UU. que se puedan plantear instalarse aquí y en todo el Viejo Continente. Aun así, el director general del Biocat remarcó también las ventajas de Catalunya, que tiene “una industria farmacéutica muy diversificada en cuanto a los países a los que exporta”.

Isabel Amat ofreció otro punto de vista, el efecto indirecto de los aranceles: “Si también afecta mucho, por ejemplo, a China, de rebote también nos afecta a nosotros. Si China no puede ir hacia Estados Unidos, viene más hacia aquí. Es una cadena, porque el mercado de China será Europa, entonces esto nos afectará a la competitividad y a la competencia a las empresas”, que verán cómo llegan medicamentos más baratos, con el riesgo de que los sistemas públicos de salud los prioricen, mirando solo la variable del precio.
Míriam Nogueras cree que Catalunya debe ejercer el liderazgo que tiene en el ámbito de la industria farmacéutica, en el ámbito político en Europa y globalmente: “Precisamente porque tenemos este liderazgo, debemos poder incidir mucho más en Europa de lo que estamos incidiendo hoy desde Catalunya. Nosotros una de las cosas que llevamos mucho tiempo batallando políticamente es poder tener más voz propia catalana en las instituciones europeas, en las instituciones internacionales”.
El debate ha dado mucho de sí, lo puede ver entero a continuación: