La capital de España ha adquirido este lunes un inusual protagonismo en el mapa de la geopolítica y la economía global. El Palacio de Viana, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha acogido un doble nivel de conversaciones de alto calado que reflejan la complejidad del orden internacional actual. Por un lado, el Gobierno, representado por los ministros de Economía, Carlos Cuerpo, y de Exteriores, José Manuel Albares, se ha reunido con una delegación estadounidense de primer nivel encabezada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamison Greer. El objetivo: fortalecer la agenda comercial bilateral entre ambos países.
En la reunión, el Gobierno ha recordado la importancia de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europa. El ejecutivo de Pedro Sánchez también ha señalado la voluntad de reforzar los vínculos existentes con el mercado de Estados Unidos, en el que destaca la fuerte competitividad de las empresas españolas, a las que el Gobierno continuará acompañando en el contexto arancelario.
Por otro lado, y en un movimiento que dota a la visita de una capa estratégica adicional, el propio Bessent mantendrá encuentros en Madrid con altos cargos chinos, incluido el viceprimer ministro He Lifeng, para abordar tensiones comerciales y de seguridad nacional entre las dos superpotencias. Este singular paralelismo sitúa a España como una plataforma neutral y de confianza en un momento de fragmentación geoeconómica.
La reunión entre los equipos de España y Estados Unidos, a la que también ha asistido el secretario de Estado y director de la Oficina de Asuntos Económicos y G20 de Moncloa, Manuel de la Rocha, se enmarca en una gira europea del secretario Bessent que incluye también una parada en el Reino Unido. Según fuentes gubernamentales, el diálogo se centró en cuestiones de interés comercial bilateral, aunque se da por descontado que sobre la mesa también estuvieron temas globales como la aplicación de sanciones internacionales, la estabilidad financiera y la coordinación de políticas económicas ante un panorama incierto.
La elección de España como primera escala europea no es casual. Refleja el papel creciente del país dentro de la UE y su percepción como un socio estable y alineado con los valores occidentales en un momento de gran volatilidad. Para el Gobierno español, estas conversaciones son una oportunidad crucial para promover los intereses de sus empresas en el mercado estadounidense y atraer inversiones en sectores estratégicos vinculados a los fondos Next Generation.
Mientras se desarrollaba la reunión bilateral hispano-estadounidense, la agenda de Bessent reservaba un capítulo de mayor envergadura global: un encuentro con el viceprimer ministro chino, He Lifeng. Según avanzó la Casa Blanca, en esta cita se abordarían asuntos espinosos de "seguridad nacional, económica y asuntos comerciales de interés mutuo".
Entre los temas concretos que se espera estén sobre la mesa destacan la lucha contra el blanqueo de capitales, las tensiones tecnológicas —con la red social TikTok, propiedad del gigante chino ByteDance, como eterno punto de fricción— y los aranceles comerciales que ambas potencias se han impuesto recíprocamente. Celebrar este delicado diálogo en un territorio neutral como Madrid facilita un canal de comunicación discreto y alejado de la grandilocuencia que suelen tener estos encuentros en Washington o Pekín.
La visita del secretario Bessent a Europa tiene lugar en un contexto político particular. Tras su paso por Madrid y su reunión con el gobierno del Reino Unido, el secretario del Tesoro se unirá a la visita de Estado oficial del presidente Donald Trump al rey Carlos III. Este detalle no es menor, ya que subraya la estrecha coordinación entre la administración Trump y sus aliados europeos en un momento de reevaluación de las alianzas tradicionales y el orden multilateral.
La celebración casi simultánea de ambos diálogos —el de cooperación con España y el de contención con China— en un mismo día y misma ciudad, simboliza la estrategia de "competencia y cooperación" que define la política exterior de la primera potencia mundial. España, por su parte, demuestra una vez más su capacidad para actuar como un puente fiable y un actor relevante en el escenario internacional, ejerciendo de anfitrión de unas conversaciones que podrían definir los rumbos económicos y geopolíticos de los próximos años.