Este miércoles, el Ministerio de Economía destacaba que el aceite de oliva ha reducido su precio un 42% en lo que va de año. Sin embargo, una botella de aceite virgen extra se paga de media en estos momentos a 6 euros, según datos que maneja la patronal agraria COAG, mientras que el litro costaba 3,7 euros en 2020, según el Ministerio de Agricultura. Es decir, hoy cuesta 2,3 euros más que entonces o un 60% por encima de 2020. Eso supone un incremento tres veces superior al 21% de la inflación registrada entre diciembre de 2020 y abril de 2025, según el INE. Además, la reducción del precio se ha producido en seis meses, pues en noviembre del año pasado, el litro de virgen extra estaba en el lineal a 8,9 euros, con precios superiores a los 10 euros a mediados del pasado año. La reducción del IVA del 10% al 4% ha contribuido en el cambio de tendencia.
Todo apunta a que los históricos altos precios del aceite de oliva iniciados en mayo de 2021 no se van a repetir, al menos a corto y medio plazo. Según los datos del Ministerio de Agricultura, entre 2017 y 2019, los precios pagados a los agricultores en origen estaban entre 2,5 y 3 euros el kilogramo. En 2023, el precio se elevó a 5,9 euros/kg y en la campaña siguiente, a 8,4 euros. Lo que supone que los consumidores tuvieron que pagar el virgen extra a 6,8 euros el litro de media durante 2023 y por encima de los 9 euros, con máximos de más de 10 euros, el pasado 2024. Con los datos del Instituto Nacional de Estadística, el aceite de oliva empezó a reducir precios precisamente en noviembre del año pasado.
La organización patronal agraria COAG señala que las empresas envasadoras están abonando actualmente el aceite de oliva virgen a los agricultores a 3,3 euros. Sin embargo, esta patronal agraria denuncia que con las actuales condiciones de mercado, deberían abonar a 5,8 euros, según un informe elaborado por las Universidades de Jaén y Córdoba. Un informe que prevé que el precio en origen pueda colocarse en los 3,5 euros la campaña próxima. Una reducción que, aunque perjudica a los productores, contribuye a que este año se hayan reducido los precios al consumidor final.
Es difícil determinar con exactitud la evolución real del precio del aceite de oliva, pues hay diversas fuentes que lo miden y, aunque coinciden en la tendencia (al alza o a la baja), no en el dato concreto. Si nos centramos en los datos históricos del Ministerio de Agricultura, un litro de aceite de oliva costaba en mayo de 2020 en el entorno de 2,5 euros el normal, 3,1 euros el virgen y 3,7 euros, el virgen extra. Esta misma fuente arroja para noviembre de 2024 -último dato disponible-, un precio para el aceite de oliva normal de 7,44 euros; 7,99 euros el virgen y 8,91 euros el virgen extra.
Desde finales del pasado año, los precios se han desplomado y es posible encontrar un litro de aceite norma (acidez de 0,4º o 1º grado) por 4 euros y, rebuscando mucho, por ejemplo en Mercadona, el virgen extra de su marca blanca está a 5 euros, aunque desde COAG hablan de una media de 6 euros para el virgen extra.
Hundimiento del consumo
La fuerte subida de los precios, que no han vuelto a los orígenes de la pandemia, ha hundido el consumo del principal alimento de la dieta Mediterránea. Con los datos del Ministerio de Agricultura, en diciembre de 2020, el consumo per cápita era de 8,9 litros al año. No obstante, hay que recordar la fiebre por la bollería y la cocina en 2020 en pleno confinamiento, lo que elevó el consumo medio, cuando en 2028 y 2019, se consumía un litro menos, con los datos del Ministerio de Agricultura.
En 2021, el consumo per cápita se colocó en 7,7 litros, niveles prepandemia, pero también en ese año, en el entorno de mayo, empezaron a dispararse los precios y en proporción inversa a reducirse el consumo. Entre diciembre de 2021 a noviembre del año pasado, últimos datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura, en España se ha dejado de consumir algo más de 2 litros per cápita -de 7,7 a 5,5 litros-. Un descenso que no se ha compensado totalmente con el consumo del aceite de girasol que, no obstante, registró en 2024 un aumento del 10%.
Salvando el boom de 2020 por las causas señaladas, en España se consumía en 2018 y 2017 en el entorno de 350.000 toneladas de aceite de oliva, cifras que se recuperaron en 2021, tras el fin del confinamiento. Sin embargo, desde entonces se ha producido un descenso a 285.622 toneladas, el 15%, con un ligero repunte en la campaña 2024/2025 gracias a la reducción de los precios.
Mayores ingresos
Pero, a pesar de la caída de los precios, el sector ha aumentado fuertemente sus ingresos gracias a unos precios anormalmente altos. A pesar de que el consumo ha descendido respecto a 2020 en 122.000 toneladas (30% de caída), el sector ha ingresado 700 millones más de euros, de 1.215 a 2.100 millones el pasado año.
Existen acusaciones mutuas sobre quién se ha embolsado este aumento de ingresos. Los agricultores señalan a las envasadoras y estas a las cadenas comerciales que niegan ser las responsables de los altos precios. Juan Luis Ávila, responsable del sector oleico de COAG, declara a On Economia que existe unos precios, artificialmente bajos, pues las envasadoras están pagando el kg a 3,3 euros de media en origen, cuando las condiciones del mercado arrojan un precio de 5,8 euros según tablas elaboradas por las Universidades de Jaén y Córdoba. Por debajo de los 3,6 euros que cuesta producirlo.
Según explica, los precios en origen vienen marcados por cuatro factores: la cosecha, las existencias del año anterior, el consumo y las previsiones de la próxima cosecha. La herramienta de las Universidades andaluzas arroja que para la actual campaña -ya recolectada- el precio debería ser de 5,8 euros y no 3,3 euros. “Si tuviésemos pruebas, habríamos acudido a los tribunales contra las envasadoras”, señala Ávila. Pero a falta de esas pruebas, han solicitado a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que investigue este desfase.
La campaña, muy buena, ha generado 1,4 millones de toneladas, de las que el 70% se exporta y el 30% se queda para el consumo nacional. Pero a pesar del fuerte incremento respecto a la anterior campaña -algo menos del doble-, las escasas reservas arrojan un saldo no tan positivo.