El absentismo laboral continúa constituyendo un reto estructural para la economía española, tal como evidencian los últimos datos. Durante el tercer trimestre de 2025, la tasa de absentismo se situó en un 6,6% de las horas pactadas, lo que supone un leve repunte de tres décimas en comparación con el mismo periodo del año anterior. Esta tendencia al alza, por modesta que sea, confirma el estancamiento del fenómeno en niveles preocupantes, alejándose de las mejoras que se podrían esperar en un contexto de consolidación económica.
Las cifras, recogidas por Randstad Research a partir de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales del Instituto Nacional de Estadística (INE), ofrecen una fotografía detallada de un problema que, según los expertos, tiene un impacto directo y medible en la productividad empresarial, los costes operativos y, en última instancia, en la competitividad del tejido productivo
Un análisis más detallado revela que el peso de la incapacidad temporal (IT) sigue siendo determinante. Concretamente, el absentismo atribuido a bajas médicas alcanzó una tasa del 5,2% durante los meses de julio, agosto y septiembre, cifra que representa un incremento de dos décimas respecto al segundo trimestre del año 2024. Esta realidad se traduce en una media diaria de 1.164.129 trabajadores ausentes con justificación médica. No obstante, los datos obtenidos van más allá y muestran otra cara del problema: cada jornada, más de 313.400 personas, lo que equivale a un 21,2% del total de ausentes, no acudieron a su puesto de trabajo por causas distintas a una baja médica. Esta proporción significativa pone de manifiesto la existencia de otros factores de ausencia, como permisos retribuidos, ausencias no justificadas o circunstancias personales, que también contribuyen a la pérdida global de horas de trabajo.
Valentí Bote, director de Randstad Research, considera que "el absentismo laboral continúa estancado en niveles altos, lo que lo convierte en un problema grave para las empresas españolas. Afecta directamente a su productividad y a sus costes, y perjudica también su capacidad para competir en un mercado cada vez más exigente". Este análisis subraya que el fenómeno traspasa la simple gestión de recursos humanos para convertirse en un factor económico de primer orden.
La distribución sectorial del absentismo ofrece divergencias notables. La industria se consolida como el sector con la tasa más elevada, con un 7,2% de las horas pactadas perdidas. Le sigue el sector servicios, que coincide con la media nacional del 6,6%, y finalmente la construcción, que presenta la cifra más baja de los tres grandes sectores con un 5,7%. Este mismo patrón se replica casi exactamente cuando se examina exclusivamente el absentismo por incapacidad temporal, con la industria a la cabeza (5,6%), seguida de los servicios (5,2%) y la construcción (4,7%). Las diferencias entre sectores pueden responder a múltiples variables, como las condiciones físicas de los puestos de trabajo, el estrés laboral específico de cada actividad o las mismas prácticas de gestión de las empresas.
Si se añade una lupa sobre actividades económicas concretas, las disparidades se acentúan. Las actividades que presentan una incidencia más crítica, con tasas que superan claramente el 10%, son los servicios postales y de correos, los servicios a edificios y jardinería, las actividades de juegos de azar y apuestas, y los servicios sociales sin alojamiento. En el extremo contrario, con niveles de ausencia excepcionalmente bajos, se encuentran las actividades relacionadas con el empleo, las actividades jurídicas y de contabilidad, la programación y consultoría informática y la edición, todas ellas con cifras cercanas o inferiores al 3,3%. Este contraste sugiere una fuerte correlación entre el tipo de tarea, el entorno laboral y la propensión a la ausencia
La perspectiva geográfica aporta otra capa de complejidad al análisis. Las comunidades autónomas de Murcia (9,2%) y Canarias (8,5%) lideran, con diferencia, la lista de regiones con mayor absentismo durante el tercer trimestre de 2025. Estas dos comunidades, junto con Cantabria (8,2%), Galicia (8%) y el País Vasco (7,9%), se sitúan muy por encima de la media del conjunto del Estado, que es del 6,6%. Las causas de esta concentración territorial podrían estar ligadas a la estructura productiva regional, a condiciones sociales o sanitarias específicas, o a diferencias en las prácticas de control y gestión. Al contrario, las comunidades que han registrado los niveles más bajos son la Comunidad de Madrid (5,7%), Illes Balears (5,9%), La Rioja (6%), Castilla-La Mancha (6,1%) y Andalucía (6,3%), que consiguen mantener sus cifras por debajo o muy cerca de la media.
La evolución interanual muestra dinámicas regionales muy diferentes. Murcia no solo tiene la tasa más alta, sino que también es la comunidad donde más ha crecido el absentismo en los últimos doce meses, con un incremento de dos puntos porcentuales, una variación considerable. Cantabria también experimenta un aumento importante (1,2 puntos), al igual que Asturias (0,5 puntos), Canarias (0,4 puntos) y Galicia (0,4 puntos). En un sentido completamente opuesto, La Rioja destaca como la única región que ha conseguido reducir su tasa de absentismo, con un descenso de seis décimas, situándose exactamente en el 6%. Finalmente, las comunidades de Castilla-La Mancha y Castilla y León son las únicas que no han registrado ninguna variación, manteniendo sus cifras estables en el 6,1% y el 6,6%, respectivamente.
