La resaca de las elecciones del pasado mes de mayo ha abierto algunas cajas de Pandora que ya venían soltando hedor desde hacía tiempo dentro del independentismo. Los ataques encarnizados, la persecución a opiniones, ataques a medios de comunicación, presión para la censura y un sinfín de comportamientos que, al final, son precisamente lo que se pretendía combatir desde el soberanismo catalán respecto al españolismo más autoritario e intransigente. 

Leyendo a Gonzalo Boye, la reflexión es obligada. Sobre todo si vemos también lo que denunciaba el gran actor Juanjo Puigcorbé esta semana, o la alcaldesa de Ripoll. Los ataques furibundos que provienen del entorno independentista, tirando por tierra el trabajo en pro de la unidad y del respeto democrático que parecía estar asegurado en Catalunya.

Este fin de semana conoceremos el resultado de la configuración del Ayuntamiento de Barcelona. Veremos si, finalmente, dos perfiles con experiencia, como Trias y Maragall, ofrecen un acuerdo que sirva de ejemplo de entendimiento, de respeto y sobre todo, de sostener los principios democráticos de los que hacía gala el soberanismo y el independentismo y que durante los últimos meses, a medida que ERC se ha dejado caer en manos del PSOE, han saltado por los aires.