España arde por los conflictos de interés: el fracaso de un modelo que beneficia a unos pocos
Esta semana España sigue ardiendo. No solamente por los fuegos que siguen arrasando la parte oeste de la península, sino que también hablo del fuego, de la demagogia, de la especulación y de los conflictos de interés que convierten cada tragedia en una oportunidad de negocio.
Los datos son demoledores: 348.000 hectáreas han ardido ya en lo que va de 2025, según el sistema europeo EFFIS. Es la peor cifra en tres décadas. Para que nos hagamos una idea, hemos perdido una superficie equivalente a casi medio País Vasco solo en este año. Y lo más dramático: en apenas 13 días de agosto hemos quemado 300.000 hectáreas. ¿Casualidad? No lo creo.
El teatrillo político mientras España arde
Mientras nuestros bosques se consumen, nuestros políticos se dedican a lo de siempre: el teatro. Sánchez propone un “gran pacto de Estado” contra el cambio climático, y el PP lo rechaza llamándolo “cortina de humo”. Ambos tienen parte de razón. Es cortina de humo, sí, pero no por las razones que dice el PP.
Es cortina de humo porque ninguno habla de las verdaderas causas de este desastre. Ninguno menciona que España ha recortado un 51% el presupuesto de prevención de incendios en apenas 13 años. De 364 millones en 2009 a 175 millones en 2022. Mientras tanto, la extinción se mantiene estable en 417 millones anuales.
¿Saben qué significa esto? Que el negocio está en apagar el fuego, no en prevenirlo. Cada hectárea que se apaga cuesta 19.000 euros. Cada hectárea de prevención, apenas 2.000. Por cada euro en prevención ahorras cien en extinción. Pero claro, ¿dónde está el negocio ahí?
La falsa transición energética: cuando las “soluciones verdes” son el problema
Aquí viene lo que nadie se atreve a decir. Nos han vendido la transición energética como la salvación del planeta. Y mientras tanto, estamos destrozando el mundo rural con el pretexto de salvar el clima.
Los datos son escalofriantes: en 2024 las macroplantas solares ya ocupaban más de 50.000 hectáreas de suelo agrícola en España, y en Andalucía el 69% de las plantas fotovoltaicas están sobre suelos de alta productividad. En Jaén hay previstos más de 20 proyectos que eliminarán más de 100.000 olivos centenarios.
¿De verdad alguien cree que arrancar olivos de 200 años para poner placas solares fabricadas en China es ecológico? ¿Que convertir tierras de cultivo en desiertos industriales va a salvar el planeta?
El círculo vicioso del abandono programado
La trampa está perfectamente diseñada. Primero, se ahoga la vida rural: se quitan servicios, se ponen trabas burocráticas insalvables, se dificulta el mantenimiento tradicional de los montes. Los ganaderos no pueden hacer trashumancia, los agricultores no pueden limpiar sus fincas sin permisos eternos.
Resultado: despoblación. Sin gente que cuide el territorio, sin pastores que mantengan limpios los cortafuegos naturales, sin agricultores que vigilen sus tierras.
Segundo acto: llegan los incendios. Sin mantenimiento, cualquier chispa se convierte en apocalipsis. Y cuando todo arde, aparecen las “soluciones”: más tecnología, más empresas de extinción, más presupuesto para bomberos.
Tercer acto: la especulación verde. Sobre las cenizas llegan los proyectos de “interés público” para salvar el planeta. Parques eólicos, macroplantas solares, infraestructuras “ecológicas” que curiosamente benefician a los mismos fondos de inversión internacionales.
Los verdaderos números del fracaso
Mientras España arde, Finlandia – con condiciones mucho más complicadas – destina el 70% de su presupuesto forestal a prevención. Resultado: 6.445 hectáreas quemadas en 2025 frente a nuestras 348.000.
¿El secreto finlandés? Invertir en cuidar el territorio antes de que se queme. Nosotros hacemos lo contrario: recortamos prevención y multiplicamos extinción.
Pero claro, en Finlandia no hay tanto negocio especulativo. Allí no arrasan bosques centenarios para poner placas solares. Allí todavía entienden que el mejor cortafuegos es una sociedad rural viva.
Las macrocausas judiciales: la resistencia se organiza
Por suerte, no todo es negativo. La plataforma SOS Rural y Ecología y Libertad han anunciado una macrocausa judicial nacional contra la especulación verde en suelos agrícolas. Empiezan por Lopera, en Jaén, donde quieren arrasar 100.000 olivos para un proyecto solar.
Su mensaje es claro: esto no es transición energética, es especulación disfrazada de ecología. Y tienen razón. Cuando el mismo modelo que destruye el territorio se presenta como solución para salvarlo, estamos ante el mayor fraude de nuestra época.
El modelo que mata España
El problema de fondo es que España vive de crisis programadas. Crisis sanitaria, crisis energética, crisis climática… Todas se convierten en oportunidades de negocio para los mismos de siempre.
En sanidad: desmantelan la prevención y privatizan la curación. En energía: destruyen la autosuficiencia y venden dependencia. En medio ambiente: provocan desastres y facturan soluciones.
El patrón es idéntico: crear el problema, vender la solución, cobrar dos veces.
La solución real que nadie quiere aplicar
¿Quieren que España deje de arder? La receta está clara:
1. Revertir la despoblación rural de verdad. Servicios públicos, conectividad, apoyo real al sector agropecuario. No propaganda, sino políticas efectivas.
2. Apostar por la prevención, no por el espectáculo de la extinción. Como hace Finlandia: 70% prevención, 30% extinción.
3. Regular de verdad la especulación verde. Prohibir macroplantas en suelos agrícolas fértiles. Priorizar autoconsumo y comunidades energéticas frente a multinacionales.
4. Recuperar la gestión tradicional del territorio. Los cortafuegos naturales los hacían los pastores, no las máquinas.
Conclusión
España seguirá ardiendo mientras los conflictos de interés dirijan este país. Mientras el negocio esté en crear problemas para luego vender soluciones. Mientras confundamos especulación con ecología y teatrillo político con liderazgo.
Los datos no mienten: llevamos décadas haciendo lo contrario de lo que funciona. Recortando prevención, expulsando población rural, destruyendo agricultura para poner placas solares… Y después nos extrañamos de que todo arda.
El fuego que devora España no es solo climático. Es el fuego de un modelo económico depredador que convierte cada tragedia en oportunidad de negocio. Y hasta que no entendamos esto, seguiremos viendo arder nuestro futuro mientras otros se forran vendiéndonos humo.
España arde porque a algunos les conviene que España arda. Es así de simple y así de dramático.