Esta semana hemos conocido el anuncio de la Organización Mundial de la Salud que señala el final de la pandemia. También se ha dado a conocer el informe de la Comisión sobre la covid de la revista The Lancet, donde hace algunas referencias muy importantes: la mayoría de las muertes, más de 17 millones, se podrían haber evitado, pues se han debido a una mala gestión por parte de las autoridades. El Tribunal de Cuentas de la Unión Europea también ha emitido su informe sobre el proceso de compra de vacunas contra la covid. 

Se evalúa así la manera en que el Ejecutivo europeo llevó a cabo la adquisición de 4.600 millones de dosis por valor de 71.000 millones de euros en nombre de los Estados miembros. La mayoría de los acuerdos fueron por adquisición anticipada, donde la Comisión compartía el riesgo con los fabricantes del desarrollo del producto. El informe constata que la UE creó un sistema centralizado a medida para la adquisición de las vacunas, estableciendo una cartera inicial de vacunas experimentales, compuestas por distintas empresas y tecnologías. Pero fue por detrás de Reino Unido y de Estados Unidos. Subraya el informe que la UE tuvo que actuar antes de disponer de datos científicos claros sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas experimentales. 

Señala también el informe que la Comisión tampoco analizó plenamente las dificultades de las cadenas de producción y suministro en la fabricación de vacunas hasta después de la firma de la mayoría de los contratos. Se critican los mensajes privados entre la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, con el presidente de Pfizer, Albert Bourla, que no han sido explicados. También señala el Tribunal de Cuentas que se han cambiado los criterios existentes hasta la pandemia, pues en estos contratos se asume por parte de los Estados miembros algunos de los riesgos financieros por los posibles efectos adversos de las vacunas, algo que nunca había sido así. 

El informe también apunta que la UE tuvo que actuar antes de disponer de datos científicos claros sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas experimentales. También esta semana hemos conocido que el Tribunal Constitucional admitía a trámite los recursos sobre la obligatoriedad de la vacunación en menores de edad y en personas mayores. 

En Dinamarca ya se recomienda únicamente vacunar a personas mayores de 50 años que sean vulnerables. En Reino Unido ya no recomiendan la vacunación para menores de 11 años. Y en Nueva Zelanda se han terminado los mandatos de vacunas y las restricciones. Parece que esta pesadilla llega a su fin, pero lo más importante ahora es preguntarse si hemos aprendido de los enormes errores cometidos, y si en próximas ocasiones no caeremos de nuevo en los mismos atropellos.