No es ningún secreto que Miquel Iceta (Barcelona, 1960), primer secretario del PSC, es un hombre de aparato. Se afilió primero al Partit Socialista Popular Català (PSP) y, al poco tiempo, al naciente Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Siempre se le ha situado en la "cocina" de la estrategia del PSC, donde ha ocupado diversos cargos de dirección y ha organizado campañas electorales desde 1987. También ha formado parte de la ejecutiva federal del PSOE. Diputado en el Parlament desde hace más de 16 años, antes ya había sido diputado en el Congreso, en la primera legislatura de José María Aznar; ocupó diversos cargos en la dirección del Departamento de Análisis del gabinete de la Presidencia del Gobierno en la etapa de Felipe González y, entre 1987 y 1991, fue concejal del Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat. Iceta considera, no obstante, que si un partido es rompedor o continuista se demuestra gobernando.

Desde que empezaron en Madrid las negociaciones para la investidura, Podemos intenta tomar la iniciativa y marcar la agenda a los socialistas. ¿Están perdiendo terreno? Quizás intentan tomar la iniciativa, pero empiezan la casa por el tejado. Hablan de cargos cuando aquí el tema es acordar políticas. Se fijan en el "quién" y no en el "qué". Han equivocado el orden de las cosas.

¿Creen que en un futuro Podemos podría acabar convirtiéndose en el partido de referencia de izquierdas y arrinconando a los socialistas? Yo tiendo a pensar que no. Es cierto que en el espacio de la izquierda hay más competición, pero si se hacen las cosas bien, el PSOE ocupará la primera plaza de este espacio y será el centro en torno al cual hará falta articular mayorías de gobierno, por lo tanto, yo no lo vivo con angustia. En esta vida te tienes que sacar los miedos de encima y hacer lo que tienes que hacer y lo mejor posible, y confiar después en la respuesta ciudadana. Desde el miedo se cometen grandes errores.

Podemos se presenta como una especie de versión renovada del PSOE. ¿Cómo lo ve? ¿Son tan diferentes? Yo veo sobre todo diferencias en las formas, que a veces son importantes. Podemos quiere ser una versión, por así decirlo, más participativa —aunque también hemos visto que sus procesos de primarias tienen alguna pega—, pero, en fin, quieren ser la expresión de sectores que habían estado alejados de la política tradicional —algunos se llaman incluso herederos del 15M—, y el PSOE, en cambio, forma parte de una izquierda más tradicional, más clásica, socialdemócrata. Eso sí, yo creo que es a la hora de gobernar cuando se tiene que ver si hay tantas diferencias o si hay más posibilidades de colaboración que las que se perciben de entrada. Yo, la manera que tuvo a Pablo Iglesias de salir tan rápidamente a pedirse una vicepresidencia, así como otra gente lo encontró espantoso, lo entendí como la primera señal de que el acuerdo era posible, porque si no, no se hubiera puesto tan espléndido.

Les expresions d'Iceta

Precisamente eso ha provocado muchas tensiones internas en el PSOE. Usted ha intentando calmar los ánimos. ¿Se ha autoadjudicado un papel conciliador dentro del partido? La relación entre el PSOE y el PSC siempre ha sido muy compleja. Nuestra obligación es tener buena relación con todo el mundo y ser muy leales al secretario general del PSOE, sea quién sea. A veces, este esfuerzo hace que tengamos o ejerzamos este papel. Yo espero que todo el mundo lo entienda: es una manera de respetar los procedimientos del PSOE y que, a cambio, a nosotros se nos entienda nuestra visión. Para que se solucione el problema de encaje entre Catalunya y España es imprescindible que ellos nos entiendan, pero nunca lo haremos tomando partido en una lucha fratricida. Nosotros somos costureras.

Los socialistas andaluces son una de las federaciones que dan más bolsas de votos al PSOE. ¿Ve el momento en que hagan una OPA al aparato del partido? El socialismo andaluz siempre ha sido muy importante en el PSOE. Particularmente desde el Pacto del Betis, que por eso se llamaba así, con el proceso de renovación que se inicia en el 74 en Suresnes a cargo de los socialistas sevillanos. Eso sí, han podido ejercer este papel en la medida en que han sido capaces de entenderse con muchos otros: el Pacto del Betis era un pacto, entre otros, con los vascos. Yo creo que el PSOE andaluz tiene vocación de dirigir al PSOE, pero sabe que no lo puede hacer en solitario, sino que su éxito reside, precisamente, en la capacidad de entenderse y de acordar con muchos otros.

¿Están preparados los partidos grandes para compartir espacio con los otros que han surgido? A la fuerza ahorcan. Mi abuela decía "estos gozos o no cantar", ya que cada ermita cantaba sus gozos y no había otros. Ahora hay nuevas reglas. El gran problema era el bipartidismo y las mayorías absolutas, y ahora no hay ninguna de las dos cosas. Todos tenemos que aprender las reglas del pacto. Y cosas que parecen imposibles, pasan. Porque está la contradicción de que cuando vas a las elecciones tú extremas las diferencias con los otros, tú eres perfecto y los demás son un desastre, y después de las elecciones tienes que encontrar terrenos comunes para ponerte de acuerdo con aquellos que decías que eran un desastre. La política es el arte de conseguir eso sin romper los platos.

¿Y los ciudadanos entienden estos pactos después de haber pronunciado en campaña discursos tan agresivos contra los otros? No, y eso dificulta el acuerdo. Todo el mundo haríamos bien siendo más prudentes. Pero se tiene que poder explicar. Imaginemos: el escenario contrario es la repetición de elecciones, y este es el que menos me gusta porque es tanto como decir "no nos ha gustado cómo habéis votado, volved a hacerlo a ver si lo hacéis mejor". Cuando los electores votan, expresan una voluntad que después son los políticos los que tienen que transformar en acción de gobierno. Por eso, la repetición de las elecciones no deja de ser una anomalía democrática, un desastre.

¿Tiene la sensación que, de poder formar gobierno, Pedro Sánchez será presidente por sorpresa, un poco como cuando ganó Zapatero contra pronóstico en el 2004? En realidad, no. Yo la noche electoral pensé "Rajoy no podrá". No tenía claro que el presidente acabara siendo Pedro, pero sí que tenía claro que Rajoy no lo sería. Es cierto lo que dice cuando reivindica que ha ganado las elecciones, pero es que ha perdido 60 escaños. ¿Son muchos, eh? El PSOE ha perdido 20, ahí es nada, pero es que el PP ha perdido 60. Y todos los que han crecido, han crecido en gran parte con un mensaje contrario o en oposición al PP. En las elecciones había tres cosas que estaban en juego: el combate tradicional derecha-izquierda, y este ha quedado empatado porque no puedes decir claramente que ha ganado la derecha o la izquierda; la pugna partidos tradicionales contra partidos emergentes, y aquí ganan los tradicionales pero los emergentes hacen una entrada muy fuerte, y en el tercer escenario que era cambio o continuidad, aquí sí que creo que ha ganado el cambio contra la continuidad. Y por eso las fuerzas partidarias del cambio están llamadas a ponerse de acuerdo.

En alguna ocasión ha dicho que no espera que los partidos independentistas faciliten la investidura a Sánchez porque estarían renunciando a su programa. ¿Salen los números? Depende. Si se consiguiera un acuerdo con Podemos y Ciudadanos salen de sobra.

Pero Podemos quiere estar en el gobierno y Ciudadanos dice que con ellos en el gobierno votarán en contra en la investidura. Yo recuerdo que también parecía imposible que Artur Mas diera un paso al lado. Y el último día, a última hora y en el último minuto, va y pasa. ¿Ciudadanos no están de acuerdo con la lucha contra la corrupción, por ejemplo? ¿Con la regeneración democrática? Las fórmulas pueden ser diversas. Pueden gobernar los tres, o gobernar dos y abstenerse un tercero, hay varias maneras. Aparte de eso, no sé los independentistas, si se formula una propuesta de gobierno no encabezada por el PP, finalmente qué harán. Es su decisión. Lo que es evidente es que el gobierno no puede depender de los independentistas. Eso es bastante lógico. De la misma manera que en Catalunya, si se quiere hacer un gobierno para la independencia, este no puede depender de los votos de los no independentistas. Cómo se articula el pacto ya lo iremos viendo, con perdón de la expresión, hay cosas que tienen que hacer chup-chup.

¿Ve la posibilidad de que el PSOE pueda llegar a algún tipo de pacto con Junts pel Sí, ya sea de tipo territorial, de financiación, o cualquier otro? Yo estoy convencido de que si hay un gobierno presidido por Pedro Sánchez, estarán sobre la mesa los 23 puntos del presidente Mas, y creo que en muchos, muchos, hay posibilidad de acuerdo. Creo que también estará sobre la mesa, porque, queramos o no queramos, es así, el tema de la financiación. Y en definitiva, habrá sobre la mesa que sin diálogo, negociación y pacto, no hay solución a este problema. En eso soy muy optimista. No quiero minimizar las dificultades, pero sé que existe este camino, y que Pedro Sánchez está dispuesto a recorrerlo. Entre otras cosas, estamos tan comprometidos con él y queremos que salga adelante.

¿No le parece que el plan de gobierno que Pedro Sánchez ha trasladado a los demás partidos, donde dice que durante esta legislatura se "desarrollará, si hace falta, mínimamente, el Estado federal", diluye la propuesta territorial que hacía el PSOE? La propuesta del PSOE es reformar la Constitución para hacer de España un Estado federal, reformar la financiación autonómica, revisar el esfuerzo de las comunidades autónomas para reducir el déficit del Estado y una política cultural federal. Es evidente que es una propuesta para ser enriquecida y concretada a través de la negociación con los partidos que quieran apoyar la investidura de Pedro Sánchez, y que el gobierno que salga deberá acordar también una estrategia para resolver el problema del encaje de Catalunya en el resto de España.